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miércoles, noviembre 19, 2025

30 premios Nobel en la mira de Kim Manresa

CIUDAD DE MÉXICO.- En el libro “El otro Nobel”, recientemente publicado por el sello editorial Debate, el fotorreportero Kim Manresa (Barcelona, 1961) muestra, a través de alrededor de 200 fotografías, caras distintas, íntimas y cotidianas de 30 ganadores del Premio Nobel de Literatura; un proyecto que comenzó en 2005 y que finalizó el año pasado con los retratos que hizo de la escritora surcoreana Han Kang.

Para Kim Manresa, realizar esta obra fue una gran experiencia al constatar que todos los humanos somos iguales, de la idea de que los galadonados con el Premio Novel de Litertura son personajes públicos muy humanos.

Tras comentar algunas anecdotas vividas con los escritores, comentó que el más difícil de entrevistar y fotografiar fue Gabriel García Márquez, quien los hizo esperar por varias horas hasta que les concedió la entrevista en donde dio a conocer que se retiraba de la creación literaria.

Al ser cuestionado por almomento.mx sobre la experiencia de fotografiar a 30 ganadores del Premio Novel de Literatura y la proliferación de los llamdos influencers, manifestó que estamos viviendo en un mundo de espejismo donde está comprometido el futuro del periodismo.

Manifesró que es un error dsr peso a parlachines que no dan la talla intelectualmente, una bajeza a gente mediocre que no saben de muchas cosas.

En ese sentido, indicó que la Inteligencia Artificial ha tomado cierta relevancia pues se valen de ella para manipular las fotografías como ha sucedido con los conflictos de Palestina y Ucrania. Además de tratar de pasar como hechos recientes algunos que han pasado en años pasados.

Para Kim Manresa es necesaria una regulación no sólo en el uso de la Inteligencia Artificial sino de la información en general.

Kim Manresa es un fotógrafo que se ha dedicado al tema social. El proyecto se tomó en serio porque su idea no era hacer un retrato de estudio, sino el Nobel cotidiano, la vida cotidiana tal como es.

Con Saramago fuimos a dar un paseo por todo Lisboa, con Kenzaburo Oé fuimos a Tokio y nos llevó a la parte antigua de la ciudad. Hay muchas anécdotas. La idea era esta, se lo explicábamos a cada uno y los primeros fueron difíciles porque no lo entendían mucho. La idea era ver al Nobel así, fuera del aura del hombre guapo, intelectual.

Con Pamuk fue ir a comprar alcachofas al mercado de Estambul; con Wole Soyinka, que fue un guerrillero para luchar contra la dictadura de Nigeria, fuimos a las montañas donde luchaba, donde había cuarteles. Es realmente una historia un poco inimaginable: viajar con un Nobel por las montañas y enseñar los pasadizos. Con Vargas Llosa nos dijo: “Vamos a hacer jogging con mi mujer y los perros”.

Por ejemplo, con García Márquez, cuando se hizo la entrevista, parecía una película de espías porque hacía un montón de años que no daba entrevistas. Pudimos hablar con su agente. Si hacéis este proyecto, no puede faltar Gabo. Entonces se montó ahí una trama para poderlo entrevistar.

Con Orhan Pamuk lo entrevistamos cuando hizo unas declaraciones de que el gobierno turco había cometido una matanza, un holocausto. Entonces, los extremistas lo condenaron y se tuvo que esconder. Cuando hacíamos la entrevista fuimos a dar una vuelta por el mercado, pero Pamuk no podía salir sin guardaespaldas. Entonces dijo: “Bueno, tú llevas la cámara y tal, si pasa alguna cosa creerán que vosotros sois mis guardaespaldas y os dispararán a vosotros también”.

Y con Wole Soyinka igual: tenía guardaespaldas. Con Naguib Mahfuz, él tenía unas novelas por las que también fue condenado y sufrió un atentado tremendo en El Cairo; le clavaron el cuchillo y le cortaron la yugular. Dio la casualidad de que un hombre que iba pasando era doctor y lo pudo salvar.

El de Naguib y el de Salman es el mismo caso. Tanto Salman cuando hizo Los versos escritos y Naguib, que escribió lo que ofendió a los islamistas, pues hicieron una fatua y lo condenaron a muerte porque ha ofendido. En el caso de Wole Soyinka, en estos momentos hay un personaje en la Casa Blanca que todos conocemos y que hace medidas totalmente reprochables, en las que se lleva al planeta de cabeza. Entonces, Wole Soyinka hizo declaraciones en contra de todo lo que está pasando, de la expulsión de migrantes, de la política exterior de Estados Unidos, y ahora cualquier persona que no opina igual que Trump ya es condenada. Sea escritor o lo que sea.

¿Cómo ayuda el periodismo en tiempos tan convulsos?

El periodismo, como se entiende, es más importante que nunca en estos momentos en que la opinión del periodista está en duda. Con la Inteligencia Artificial, con las redes sociales, con el recorte de los medios, con el hecho de que todo se deba hacer por Internet, todo es confuso y ya no se sabe qué es verdad y qué es mentira.

Casos como lo que pasa en Oriente, entre Palestina e Israel. Que Israel prohíba la entrada de periodistas en Gaza, yo creo que esto es una cosa totalmente reprochable. Y que lo haga un país que ha sufrido tanto en la Segunda Guerra Mundial tendría que servir de lección. No sé de qué manera, pero no aniquilar a todo un pueblo.

En Ucrania y Rusia pasa igual. Ahora los periodistas estamos en el objetivo de los grandes gobiernos. Molestamos a todo el mundo. Hay que luchar con esto. Tampoco ayuda el recorte de los medios.

Los grandes medios tampoco ayudan a que los periodistas puedan trabajar en condiciones. Una cosa importante es que les paguen bien, que no hagan el trabajo gratuito. “Si tú no te vas ahí, hay una cola”.

Hay que enderezar lo que es el periodismo. Tampoco me gusta la línea que toma actualmente. De cualquier cosa que pasa se hace un show. Y la gente de la calle ya no se toma tan en serio esta profesión que durante muchos años ha sido un ejemplo de honestidad y de bien hacer, y que ahora ya está perdiendo los caminos.

Hay que bajarnos un poco del pedestal, ¿no? Hay que involucrarse un poco más en las historias, en las historias humanas, como siempre se ha hecho el periodismo social. Ahora compras el periódico y todo es de chismes.

Hay que bajar los pies y hay que volver a conocer al pueblo, a mezclarse con la gente en lo que pasa. Pero cada vez hay más impedimentos. Tú quieres hacer cualquier cosa y todos son impedimentos, impedimentos e impedimentos.

Estamos en una sociedad en la que nadie quiere ver la verdad tal como es. Las grandes corporaciones multinacionales de todo tipo nos han vendido que todo es un mundo feliz, con la Inteligencia Artificial, que no pasa nada. Y no es así. Una minoría está manipulando al 95% de la población. Y el problema es que ese 95% de la otra población se lo cree y se mete en esta burbuja y ya no sale. Este es el problema. Hay que volver a la realidad.

Cuando ves que la Inteligencia Artificial ya se ha puesto en la mente de todos, cuando muchos periodistas ya la usan para hacer sus artículos, cuando tú miras a Google y todo es IA, la cosa está difícil.

Yo lo veo muy claro, yo no lo descubro: con el cierre de periódicos, con el desprestigio de los periodistas, creo que habría que hacer un cambio.

Por ejemplo, que los colegios de periodistas de todo el mundo tendrían que ponerse de acuerdo, establecer normas, que el jefe de periodistas tenga que demostrar que sirve y que éticamente es responsable.

Como esto no existe, cualquiera puede decir lo que le dé la gana. Cualquiera que salga en un programa de televisión de prensa rosa y diga una opinión vale más que el periodista que hasta habla chino.

Hay que separar la parte de prensa rosa y el periodista que explica los problemas que pasan en la sociedad.
AM.MX/fm

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