Teresa Gil
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En poco tiempo hemos visto lo que puede hacer la derecha y vimos primero, como está desesperada por el poder. Los casos de Bolivia con el golpe a Evo, el de Perú contra Pedro Castillo, el que se intentó contra Lula en Brasil, el triunfo que acabamos de ver en Argentina con Milei y sus posteriores efectos, lo que está pasando en Ecuador y ahora exhibió su peligrosa catadura en Guatemala, son solo ejemplos. En el resto del mundo pasa lo mismo, quizá menos en Estados Unidos donde los dos partidos principales son uno solo pese a que el término democrático que asume uno de ellos, sea solo la careta y lo estamos viendo con un Joe Biden exacerbado por la guerra, su apoyo inhumano a Israel, mientras se enfrenta en otros confines y trata su partido de hundir a Donad Trump (hoy con avances). Ambos son lo mismo. En México ya hemos visto como la derecha se involucró, cada vez más, en contra de la 4T, y todo lo que hace, violando lo esencial de la democracia (recuerden el caso Coahuila), para poder tener de nuevo el presupuesto en sus manos. Con esos antecedentes, es por eso que Bernardo Arévalo de León, después de ascender formalmente a la presidencia de Guatemala, tras las artimañas del congreso, lo primero que dijo fue: “Aguardan desafíos inmensos en Guatemala”.
PEQUEÑA Y RADIANTE PATRIA MAYA, CON LA QUE COMPARTIMOS ETNIA
Guatemala, es como la Península de Yucatán, dueña del imperio de los mayas. Muchas veces se asume dueña total, pero se le olvida la enorme zona que tenemos de ese imperio que alguna vez soñó independizarse y ser república sola. Nuestro orgullo de esa etnia que ahora se levanta en México caminando en algunos tramos con el Tren Maya, se extiende a la república vecina, que tiene una historia terrible en la que han sido sus etnias prácticamente las que más han sufrido. Cada presidente ha dejado el estigma de los miles de indígenas muertos, mientras el poder se diluía en personajes menores que pasaron de la dependencia bananera convertido el país casi en un plátano y ahora los mismos que son aliados de Estados Unidos y expulsores directos por la zona sur de México, de migrantes empobrecidos. En el hecho que pasó contra Arévalo de un congreso violador de la ley, ensoberbecido, uno se pregunta si hay realmente un derecho internacional que vea esas circunstancias y si ante una negativa de darle la formalidad a Arévalo de parte de la legislatura, el organismo internacional, la ONU, podría intervenir de inmediato. En el caso Bolivia y Perú no intervino. Lo hizo el adlátere de los golpistas, la OEA. La comunidad de 193 países, al parecer no tiene fuerza ante golpes, contrainsurgencia y violación flagrante de las leyes electorales.
MI MEJOR OBRA, ESCRIBIÓ ASTURIAS, ¿LO PODRÁ DECIR ARÉVALO?
El desafío que enfrenta el nuevo presidente, es incierto ante la fragilidad de su situación. Solo la fuerza legitima que ostenta Arévalo y un pueblo que realmente quiere cambios, puede dar una respuesta El premio Nobel de literatura 1967, Miguel Angel Asturias, que tanto escribió sobre ese pueblo extraordinario de Guatemala y adjudicó las muchas leyendas a la sabiduría maya que brotaba de su pluma, tuvo el conocimiento profundo de ese pueblo del que fue parte. La obra de Asturias es vasta y en el mismo prólogo de la que él llamó Autoantología, Mi mejor obra, (Editorial Novaro 1973), se resalta la importancia de este libro porque Asturias vuelca en él, trazos de sus obras fundamentales El presidente, El papa verde, Hombres de maíz, Viento fuerte, Leyendas y Poemas, Week-end en Guatemala, Mulata de sal y El Alhajadito. De acuerdo al prologuista Otto Raúl González al mencionar sus obras, Asturias puso énfasis en esta obra para resaltar una de las estructuras de dominio que padeció ese pueblo de parte del imperio. “En seguida viene el incendio más grande que se propaga por lo campos guatemaltecos de Bananera y Tiquisate la trilogía sobre los súbditos y los capitostes del imperio del banano: Viento fuerte, El papa verde, y Los ojos de los enterrados. Las llamas de este incendio que Asturias ha provocado, le da la vuelta al mundo. Su resplandor ilumina a una Guatemala golpeada, explotada, calcinada”. Eso es lo que ha sido durante tanto tiempo y lo demuestran las notas sobre el actual acontecimiento en las que se detallan la riqueza de los poderosos y la misma miseria de los pobres hermanos nuestros, también mayas. El tiempo dirá que pasa.
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