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viernes, noviembre 22, 2024

Anabel Hernández y las trampas de la fe

histrionismo narciso en el periodismo  

 

Por Rafael Serrano

“El trastorno histriónico de la personalidad es una afección mental que se caracteriza, principalmente, por que las personas que la sufren actúan de una manera muy emocional, siendo una forma extrema de narcisismo, que se asocia con el drama y superficialidad y la necesidad constante de ser el centro de atención.”

American Psychiatric Association. Personality disorders. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders

 

foto de Cuarto oscuro

 

De un tiempo a esta parte ha proliferado un periodismo amarillista que eufemísticamente se autonombra  de “investigación” o mejor de dicho que usurpa el término y empobrece el oficio periodístico.  Se caracteriza por elevar a rango de verdad informativa los trascendidos, las gargantas profundas, las filtraciones, los documentos “oficiales”, los borradores encontrados  en los cestos de basura, los audios/videos grabados a escondidas, las “fuentes bien informadas cercanas al poder”, los informantes que guardan su anonimato, las entrevistas “incendiarias” rompedoras,  los pantallazos, etcétera. El resultado es un producto informativo escandaloso repleto de medias verdades, relatos con pos-verdades  que hasta la Real Academia permite  la especulación periodística .  Y  que son utilizadas para desacreditar o para reafirmar el “dictum” del periodismo gringo: “bad news are good news”. Al que se debe agregar la sentencia del rey de los trascendidos, Raymundo Riva Palacio: “la verdad es irrelevante” o del ínclito Sergio Sarmiento: “Ante la falta de certeza el periodista puede especular”. Es el caso de  Anabel Hernández y las trampas de la fe…periodística.

 

En una entrevista le dice al entrevistador: “no tienes ideas…” pero él,  le responde: “no tienes pruebas… manipulas…” Ella se colapsa. Es la dueña  de la “idea” (“la verdad”) y enseña una tarjeta de presentación (“prueba”) que pignoró indebidamente del escritorio de Nico (el exchofer de AMLO).  Y le dice: “… ignorante”. Histrionismo puro y personalidad autoritaria en pleno:   https://www.youtube.com/shorts/NECIuWu5Mb8 .  Después, en otro video, “desde su refugio quien sabe donde” (probablemente Italia), se muestra “cool”; con una calma esquizoide que nos dice: en México hay censura porque las “hordas de bots” pagados, obvio, y sin pruebas, por el (el) gobierno de la 4T borraron su incendiario reportaje  sobre el dinero que en 2006 los narcos “le dieron”  a la campaña de AMLO (¡¿?¡). Y con una sonrisa irónica advierte: “no se ponga nervioso presidente, esto está comenzando”. El San Jorge femenino con la espada de la verdad llegó para abrir los ojos a los manipulados y sin ideas, ignorantes: https://twitter.com/MauricioSnoBarr/status/1754126031651258506 . Pero va a más, acusa al presidente y a su gobierno de ser delincuentes: “ahora es más peligroso hablar del presidente de República que hablar de los narcos…” (¡¿?!) y en su convulsionada dramatización simplifica y tergiversa: “…ahora (el presidente) insulta a los ciudadanos …pero a los narcos saluda a sus mamás… a los narcos les dice bien portados…. los narcos tienen derechos humanos … Y a los ciudadanos y periodistas pues muertos, callados o censurados… me parece que estamos viviendo una descomposición muy muy grave de libertad de expresión…”: https://twitter.com/AbogadosTblt/status/1754190547940507919?s=20 . Hécuba convertida en Medusa.

 

Toda una dramaturgia centrada en un personaje que ella se ha inventado y que los medios han elevado a nivel de una valiente y corajuda periodista asediada por el crimen y el poder. En realidad,  han creado una escenografía donde el país, en manos de narcos y de  políticos corruptos se hunde inexorablemente, siguiendo la pauta del lawfare, cuyos guiones los escriben las élites de las oligarquías regionales y globales o los escritores fantasmas de la mano de las narrativas de la DEA o de sus guionistas protegidos; custodios del capitalismo y del gran negocio de la droga, según el Foro de Davos.

 

Anabel es una de las paladinas de ese teatro: heroína  “que se la juega” revelando esa “gran verdad”  y desde su probada “metodología de investigación” y de sus “fuentes secretas” y cercanas al delito retar a que la desmientan y luego, seguramente, como “respuesta” nos presentará grabaciones, audios, textos producto de sus múltiples,  largas conversaciones que consigue “quien sabe cómo” con los personajes del hampa. Un discurso clivado donde no hay forma de contradecirlo. Misma narrativa que la oposición está usando para desacreditar al gobierno de la 4T: “son lo mismo y hasta peores”. Pero las voces de la oposición huelen a pasado y sueñan con la restauración.

 

La señora Hernández vive a mata caballo, muy de prisa y atropelladamente;  entre su refugio europeo y las tierras narcas, los separa un océano que salta cada vez que puede. Pasa por estas tierras infames de pisa y corre para asestar golpes mediáticos, entrevistarse con “fuentes” relevantes (abogados de narcos, agentes de la DEA y políticos en desgracia) y promover, vender, sus libros iluminados: mitad verdades y mitad fantasías de las narrativas que le cuentan sus  gargantas profundas. ¿qué vende? Una  narrativa que describe como el crimen es política y como la política es crimen, una tautología que se hace dramaturgia. Sus libros “cimbran” al país y llegan a las puertas de organismos internacionales de conocida (mala) fama: la OEA, el Centro Wilson y los medios de la democracia imperial: New York Times, el Wall Street Journal y demás altares informativos.

 

Ella es un best seller de las narco-narrativas. Tendrá que tener cuidado porque esas gargantas informativas no son seguras sino perversas. Su vida  es huir o esconderse y tirar las piedras duras y a la cabeza, como un pequeño David ante el Goliat del narco: hoy en un restaurante de la CDMX o mañana en una cafetería en Estados Unidos, ya sea en una presentación de sus  libros o gritando contra el poder en turno repitiendo la consigna de Lampedusa: todo cambia para no cambiar.

 

Correrías de una incansable descubridora de fango. Hace unos años (2022) Anabel Hernández declaró: “Estoy en un momento crítico diría yo, en un momento sensible, y por eso también me preocupa mi vida (…), porque sé que estoy llegando a un punto de no retorno y a un punto donde las cosas que se sepan, por desgracia, van a seguir cimbrando”. Que completó con este encabezado rompedor: “Vivo con una pistola en la sien”.  Pero ella, pese a ese peligro que la inunda “seguirá investigando el mundo del narco pese a amenazas (…)”. En una de esas, sus abogados siniestros (de capos o de testigos protegidos) o sus gargantas profundas de la DEA le ponen fecha de caducidad. Y entonces habremos cerrado la narrativa: otro periodista incinerado en el fuego del crimen organizado, lo que prueba  que en México todo sigue igual y que Lampedusa reina.

 

Personaje para “breaking bad” que sostendrá largas pláticas con las esposas de criminales bajo el mismo clivaje informativo: México es un narco Estado y agárrense porque lo va probar con grabaciones audios y testimonios “verdaderos”.  A eso le llama “investigación” que por supuesto contiene información cierta pero añadida y cuyo método es considerar evidencia o “prueba” cualquier dicho, papel, audio, video que demuestre lo que ahora llaman ideas fijas (clivajes): 1) México está dominado por el narco y el poder está controlado por el Narco; 2) La violencia tiene que ver no sólo con la lucha por las plazas sino por controlar políticamente regiones; 3) de ahí que las elecciones estén contaminadas por el dinero sucio; lo cual deriva, 4) en una democracia intervenida por los gerentes de la droga mexicanos  (un cluster de políticos nativos)  y sus corporativos en Estados Unidos que ahora sabemos involucran a la DEA, CIA, FBI y hasta Wall Street;  5) no hay salida. Fin de la narrativa de lo relatores del crimen.

 

Anabel Hernández es una muestra de cómo el oficio periodístico sucumbe  al ego y ejemplifica el síndrome de la personalidad autoritaria. Tehodor Adorno la definió con exactitud en su famoso estudio sobre la clase obrera alemana y el ascenso del fascismo:  un ser que se presenta como “celosamente independiente”, individualista y paradójicamente ilustrado pero supersticioso  y  cuya dramaturgia consiste en mostrarse ante los demás como “otro ciudadano más”. Trastorno de la personalidad que padecen los “opinion makers” o bustos parlantes del establecimiento mediático mexicano. Se puede resumir en este monólogo desde el púlpito mediático: “yo tengo la razón y tú no…y te callas…” que diario y desde  los altares nacionales, provinciales, o internacionales, globales, nos pautan para que veamos el mundo desde la cumbre de Davos.

 

En México tenemos un dupolio televisivo y los oligopolios  radial y de la prensa escrita, todos en crisis económica y expresiva que viven de socavar la credibilidad del gobierno porque ellos ya no cogobiernan. Por eso echan andar a sus sanedrines dueños de la verdad .  A nivel internacional, los altares informativos  como el New york Times, Washington Post, El País, BBC y ahora la Deutsche Welle, Pro-Publica o In Sight Crime y un largo etcétera diario palean sargazo informativo.  Todos los días nos inventan un mundo; nos imponen una manera de percibir y juzgar lo que sucede. Le llaman “Framing” (encuadre) que parte de una agenda seleccionada por ellos (“setting agenda”). Parte verdad y parte olvido o mentira. Son  agencias de la posverdad.  Baste ver como “informan” sobre la guerra en Ucrania o sobre el genocidio en la Franja de Gaza. En este paraje mediático puede habitar y florecer personajes  como Anabel Hernández. Una periodista que se asume como una San Jorge del periodismo de “investigación” pero que en realidad hace un periodismo amarillista con verdades a medias. Tiempo de contradecirla .

 

 

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