Adrián García Aguirre / Cdmx
*Ese saqueo convirtió a España en el país más rico del mundo.
*Significado de la prisión del último emperador de México.
*Los españoles se llevaron cien toneladas de oro a Europa.
*Carlos V y Felipe II, los reyes más poderosos de su época.
En sus Cartas de relación, Hernán Cortés relató su travesía a través del Nuevo Mundo, en eventos como su llegada a Veracruz -a la que bautizó con ese nombre- hasta el asedio de Tenochtitlan, la capital imperial de los mexicas, acciones que quedaron registradas en misivas extensas y detalladas.
En ellas el explorador le describía al rey de España sus experiencias en el territorio que le habían encomendado conquistar, y nunca se imaginó que, después de unos años, llevaría tanto oro del la Nueva España y América a la Corona que ostentaban Calos V y su hijo, Felipe II, que los convertirían en los reyes más poderosos de Europa.
Según documenta World History Encyclopedia, en tan sólo medio siglo, los invasores europeos extrajeron una cantidad ‘asombrosa’ de metales preciosos, joyas y otros bienes de América, al punto que, de acuerdo con ese medio, «España se convirtió en el país más rico del mundo». Ésta es la razón.
Para justificar la extracción de recursos y oro de América, los españoles ocuparon argumentos teológicos; es decir, en aras de rescatar a los indios de la ignorancia —y garantizar que tuvieran acceso al Reino de Dios—, tendrían que enseñarles la fe cristiana, y fue así como la conquista de México se convirtió en una cuestión de dominio espiritual.
Mientras los sacerdotes católicos se encargaron de destruir los templos de las culturas que ya existían en la época precolombina —al tiempo que alzaban los propios—, los exploradores que habían acompañado a Cortés en sus misiones de exploración se encontraron otras riquezas.
Con ellas no habrían podido soñar en Europa: frutas, animales, metalurgia y cantidades inimaginables de metales preciosos, que los mexicas no consideraban valiosos:
«La sed de oro para pagar ejércitos y obtener enriquecimiento personal dio lugar a oleadas de expediciones de descubrimiento y conquista a partir de 1492», explica el historiador Mark Cartwright, de la Universidad de York. «solo en el primer medio siglo más o menos de la conquista española de las Américas, se extrajeron del continente más de cien toneladas de oro.»
En favor de la expansión colonialista, siglos de historia religiosa, cultural y artística se destruyeron por completo, y con los bienes extraídos de América, se financiaron ejércitos, mercenarios y armas de pólvora: todo lo que los reyes católicos necesitaban para consolidarse.
Así fie la conquista del que empezaron a llamar ‘Nuevo Mundo’, y asimismo las huestes españolas se defendieron de las organizaciones militares que ya existían en el continente.
Aunque el trabajo religioso fue uno de los pilares de la Conquista en México, no puede dejarse de ver que la Conquista acabó con casi diez millones de nativos en el continente, la cuarta parte de ellos en la Nueva España.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Utah, el proceso de conquista mató a tantos indígenas como la peste negra, epidemia que asoló Europa siglos atrás.
No fue un cambio drástico en el medio ambiente, no fue una escasez devastadora, no fue un desastre natural incontenible el que provocó un descenso poblacional dramático en las poblaciones originarias de América.
Por el contrario, fue la llegada de los colonizadores europeos la que produjo un colapso demográfico en las diferentes civilizaciones americanas, ya existentes antes de la explotación colonialista iniciada en el siglo XVI.
Por otra parte, las consecuencias de las enfermedades fueron devastadoras porque no existían en el continente, y por esta razón los pobladores originarios no estaban preparados a nivel orgánico para superar las infecciones.
De la misma manera, las campañas de “limpieza étnica y espiritual” para dominar el territorio terminaron con la población desde otro frente, igualmente desastroso, como en las islas del Caribe, donde los taínos fueron exterminados hasta el último de ellos.
Los españoles llegaron buscando cobre, encontraron oro y devastaron a la población ya existente que se cruzaba en su camino, cuando antes de la conquista la población alcanzaba un promedio de cincuenta años de vida.
En contraste, tras las campañas de expansión territorial, apenas llegaban a los treinta, y en otros planos, una página del Códice Tepetlaoztoc de 1554 muestra la recaudación del tributo de oro por parte de las autoridades coloniales españolas en la Nueva España.
Los españoles no estaban interesados en plumas sagradas, piedras preciosas ni en los usos sagrados o medicinales que tuvieran las hierbas locales; sólo querían el oro de América, y según documentó el historiador David M. Carballo, «los españoles despojaron a los indígenas de su oro a la fuerza.»
Las campañas militares en Tenochtitlan se distinguieron por ser sanguinarias, agresivas e implacables. Con las alianzas que Cortés concretó con otros pueblos adversarios a los mexicas, consiguieron la fuerza que necesitaban para acabar con la capital imperial.
No sólo eso: los soldados españoles violentaron a las mujeres locales, torturaron a los pobladores de la ciudad y les robaron sus pertenencias más valiosas, para llevárselas de vuelta a España.
En agosto de 1521, «templos, palacios, almacenes y casas particulares fueron saqueados por sus objetos de valor«, documenta Cartwright. En busca de los metales preciosos, o de información sobre en dónde encontrarlos, los españoles devastaron viviendas, edificios civiles y espacios sagrados sin escrúpulo alguno.
Después de décadas de violencia y saqueo, España se convirtió en el imperio más poderoso de Europa, y el país no ha alcanzado una bonanza similar a la que tuvo en la época de la Conquista y la posterior fase colonial todo, por supuesto, con el oro que usurpó de México y la América espeñola.
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