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viernes, noviembre 22, 2024

El humanismo mexicano. En busca de una sociedad feliz

Por: Rafael Serrano

Parte 1

“La utopía (dice Pedro Henríquez Ureña) es un postulado mental de que el hombre puede ser mejor de lo que es y de que socialmente se puede vivir mejor de lo que se vive”, es un “mirar en busca de la perfección”, o, con mayor concisión, como lo afirma Alfonso Reyes (…), la utopía comprende los “ensayos en busca de una sociedad más feliz”.
Julio César Morán Álvarez

El proceso de transformación que vive México se profundiza. Se habla de un cambio de régimen. Un desplazamiento de las viejas instituciones que demostraron ser inoperantes y finalmente injustas, opresoras. Desplazamiento que supone diseñar y construir otras instituciones verdaderamente igualitarias, fraternas y libres, opuestas al engaño “libertario” de la nueva derecha. Se propone “refundar” México, desde su diversidad y pluralidad. Y construir desde esa policromía una nueva República cimentada en el humanismo. Reconstruir el edificio social, la casa del hombre, para hacerla habitable, fraterna, libre igualitaria. Para ello, propongo seguir el dictum de Walter Benjamin en su tesis IX sobre la historia: solo recurriendo a la memoria, al relato del pasado caótico, cruel y devastador podremos encontrar las señales de redención para no repetir las ignominias pasadas. La historia enseña, muestra y permite desear lo nuevo, diseñar una nueva esperanza (utopía). Benjamin le llamó el “Ángel Nuevo” (Angelus Novus). Ir al pasado para construir el futuro (pre-cursar). Los mexicanos tenemos el derecho y la obligación de pensarnos, re-pensarnos: ¿desde dónde y hacia dónde? Desde un pasado milenario y un presente densamente plural, diverso, original/mestizo; y desde esta cúspide, desear el futuro y decantarlo con la razón.

El Ángel Nuevo de Paul Klee

Después 500 años de modernidad: 300 de coloniaje y 200 de vida independiente, este territorio llamado México ha sobrevivido y se ha configurado un “pueblo de pueblos” donde todavía perviven y cohabitan más de 50 lenguas; o para decirlo como lo diría Heidegger, 50 maneras de existir hibridadas bajo una lengua vehicular, el castellano, que a su vez es policroma y ha generado dialectos propios que dan identidad a por lo menos 8 regiones culturales. País extendido: en las tierras expropiadas por la democracia Imperial habitan más de 30 millones de migrantes que se unen a los 130 millones de mexicanos asentados en una una inmenso y diverso territorio. Un país mosaico que debe ser visto de manera distal y no céntrica; unido o amalgamado por una historia dramática casi siempre bañada de injusticia, carente de fraternidad y libertades.

Para el Ángel Nuevo: una memoria desde el pasado…

Comencemos por recordar que nuestra herencia prehispánica y colonial siguen siendo un pozo de preguntas regido por las encomiendas, la inquisición; destellos libertarios como las utopías de Tata Vasco, Bartolomé de las Casas, los franciscanos o el luminoso episodio de Sor Juana con una numantina resistencia indígena. Y recordar que nuestra vida independiente ha sido un camino empedrado más de fracasos, tragedias que de triunfos o momentos estelares. El conservadurismo ha dominado a través de los siglos. Las algaradas libertarias fueron escasas y de poca duración: en la colonia más de 40 rebeliones/revuelta indígenas y en el siglo XIX y XX una docena, todas reprimidas o suprimidas con largos períodos dictatoriales (Santa Ana y Díaz) y cortos períodos libertarios (la Reforma); en el siglo XX, la Revolución desmanteló al porfiriato y a sus “científicos” y éstos intentaron re-hacerse en una dictadura efímera (“decena trágica”) que devino en una guerra civil, una lucha de caudillos que arrojó un millón de muertos y la derrota de las fuerzas populares (los ejércitos de Zapata y Villa); el asesinato de todos sus líderes y finalmente en el congelamiento de las demandas de justicia social y el comienzo de un proceso de institucionalización que enjauló las demandas populares en un régimen encarnado en un partido hegemónico y totalitario, perversamente longevo: en 2029, si sobreviven a sus debacles electorales, el PRI cumpliría 100 años y el PAN, “oposición responsable”, cumpliría 90 años. Pero en esta historia densa y decepcionante hay hilos que muestran la fe y la esperanza de un pueblo por conservarse y constituirse, hilos dorados, utópicos. Veamos:

Bitácora luminosa del pasado

El tejido histórico del México, colonial o independiente, ha sido más conservador que liberal: rugoso y áspero, un ayate. Con un ovillo de hilos dorados, utópicos , ensortijados en el telar nacional. Hilos narrativos pensados para ensanchar las rutas para la emancipación, los hilos del humanismo mexicano. Ha sido una larga marcha que no concluye: cinco siglos de modernidad; 300 de Colonia europea y 200 de independencia. En este trayecto y a pesar de un atroz y larguísimo clivaje conservador, sobrevivió un pueblo plural, diverso (“pueblo de pueblos”) que resistió, sobrevivió afrontó y enfrentó las opresiones, las injusticias de las clases dominantes. Lo hizo no solo conservando sus culturas sino incluso con el sacrificio de miles de mexicanos que se levantaron pacífica o violentamente. Dejaron un legado que va más allá de la resistencia y que refiere a un empeño civilizatorio único e intransferible, una utopía democrática: edificar una nación única, indivisible con libertad y justicia para todos. Cabe hacer su recuento, escribir la bitácora de nuestros empeños humanistas haciendo a un lado el velo oprobioso con las que se les intentó cubrir:

• El desastre cultural y demográfico que representó la dominación colonial con sus terribles instituciones represivas y expoliadoras (la encomienda y la inquisición) casi extingue a los pueblos originarios pero sobrevivieron. Gracias a la esperanza, a su fe en si mismos, cubierta de coraje, rabia y miedo. La resistencia era su utopía (existencia); provino tanto de los pueblos originarios sojuzgados como de las poblaciones afrodescendientes. Desde la conquista española, las rebeliones indígenas tenían como utopía el recuperar sus tierras, sus sistemas de creencias y liberarse de las hambrunas y los malos tratos de un sistema de castas salvajemente opresor. El sistema virreinal fue visto como una contra-utopía. La lista de levantamientos fue larga y sangrienta y se extendió por todo México; más de cuarenta levantamientos o alzamientos desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII y otra docena en el México independiente. Ver en: https://sgrebeliones.hypotheses.org/102. Se destacan los levantamientos de los indios Acaxees, los tarahumaras, los apaches, los pimas, los seris, los yaquis y los mayos; los mayas (la guerra de castas), los zapotecos (rebelión de Tehuantepec), huaves, mixes, mixtecos; los chamulas, tzetzales (la guerra de castas en Chiapas); las rebeliones de los purépechas en Michoacán, los pames, etcétera. Todos estos pueblos los unía la rabia y el dolor de vivir en un infierno social. Su utopía consistió en permanecer sobreviviendo; aislarse o hacerse del “color de la tierra” pero tomando en sus manos su destino: “…actuaron siempre y tomaron las riendas de su propio destino, en el campo de batalla, pero también en los centros de trabajo, en los lugares sagrados, en las casas y en los juzgados. Necia es la utopía que vence a la muerte porque la resistencia no es sólo negación ni destrucción: La resistencia y la rebeldía para nosotros, nosotras, es que nos da vida”. Las rebeliones de los pueblos originarios y su resistencia ante las fiebres medievales y capitalistas de corte racista excluyente y ferozmente represoras, son sagas milenarias que afloran constantemente a lo largo de 300 años Colonia y 200 de vida independiente. Ver en: https://journals.openedition.org/nuevomundo/84678#tocto1n6).

• De la mano de algunos frailes o sacerdotes humanistas, brotó la luz de la utopía en el oscuro virreinato. Eran los heraldos de las utopías del Renacimiento. Tata Vasco creía en la libertad, el convencimiento a través del dialogo y en la justicia que iguala y es fraterna. Se inspiro en la iglesia cristiana primitiva, austera, colectiva, solidaria y ecuménica. Propuso crear ciudades pacíficas donde refugiar a los indígenas mal tratados y dispersos; protegerlos con leyes justas, adaptadas a la manera en que “los naturales puedan saber, entender, usar y guardar”. La llamó “República hospitalaria” donde todo se hacia sin afán de lucro. Organizó una red de ciudades (pueblos) “que mediante la especialización del trabajo y de la producción, fomentara el comercio interno y la satisfacción de las necesidades básicas de sus habitantes naturales”. Todas las ciudades/pueblo tenían un hospital para atender el dolor y el sufrimiento humano (enfermedades); se construyeron iglesias y escuelas con el trabajo colectivo. Era una sociedad que tenía una jornada de trabajo de seis horas diarias y los enfermos no trabajaban, se repartía equitativamente lo que se producía, todos eran iguales y nadie tenía más que otro: vestían igual, compartían la misma comida. Tenían un gobierno de indios para los indios (una democracia) y sus instrumentos de castigo/represión eran la expulsión del pueblo, una sociedad “donde el abuelo mas viejo era escuchado y regía a la familia, célula real y efectiva de la organización(…)”. El deber era ser solidario y atender a los débiles y necesitados. Tomás Moro aplicado en la meseta tarasca.[Ver en: Morán Álvarez, Julio César, “El pensamiento de don Vasco de Quiroga, Génesis y trascendencia”. Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1990]. Lo mismo sucedió con Fray Bartolomé de las casas que protegió los derechos de los indígenas, defendió la dignidad del indio, su cultura y sus tierras/bienes y ofreció las armas del conocimiento y la libertad contra la inequidad de la conquista.

• Sor Juana fue la primera feminista en tiempos aciagos para las libertades individuales. Vivió en un ambiente misógino y patriarcal. Se opuso a esta inequidad ancestral con la razón y el conocimiento. Propuso no ser única ni excepcional sino simplemente una de muchas mujeres cultas en la historia. Decía: “¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito (…)”. La utopía de la equidad de género. Es un antecedente del iluminismo y la ilustración. La mente más brillante del virreinato fue en si misma una utopía adelantada.

• Hidalgo y Morelos proponen una nación independiente, soberana, basada en la igualdad, la libertad y la fraternidad. Hidalgo consagra la independencia; es el “bien supremo de la dignidad humana” y asienta: todos los americanos, “sin distinción de castas” y sin fanatismos, son iguales y por tanto queda abolida la esclavitud. Tanto Hidalgo como Morelos plantean por primera vez la igualdad sin racismo, el reparto de tierras y la fundación de una república federal no conservadora sino liberal. Los Sentimientos de la Nación siguen siendo un faro de luz sobre lo que se construye la Patria. El Siervo de la nación delineó un sistema político liberal representativo, popular, cuya misión sería crear un andamiaje jurídico que garantizara la voluntad del pueblo (una Constitución) bajo ciertos principios: moderar la opulencia y la indigencia, aumentar el jornal al pobre y educar al pueblo para “mejorar sus costumbres alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”. En esta saga están los republicanos como Vicente Guerrero y los congresistas de la constitución de Apatzingán: la patria es el hogar benefactor de los mexicanos.

• La gesta de Juárez y la restauración de los sueños de los padres fundadores: la república de todos para todos sin oligarquías usurpadoras, golpistas. Ante la destrucción social y mutilación de inmensos territorios que dejaron los gobiernos conservadores, los hombres de la Reforma restauraron la República y nos colocan de nuevo en la senda utópica: el camino de la libertad y de la independencia. Ganaron una guerra contra los conservadores y derrotaron a los invasores franceses con pocos recursos pero con una autoridad moral enorme. Los juaristas separaron a la iglesia del Estado y garantizaron la libertad de creencias y de expresión; reconstruyeron al país con una gobernanza que fue austera, honrada y equilibrada que permitió usar la obra pública para desarrollar al país y dejó por primera vez finanzas sanas. La utopía juarista se volvió topía: un gobierno austero, laico, soberano viviendo en la justa medianía es una virtud republicana.

• En la revolución mexicana las rebeliones y levantamientos de los pueblos del norte y del sur permitieron que los pueblos mexicanos se visibilizaran; se desconocían y se descubrieron plurales y diversos habitando geografías pródigas y flacas; selvas y desiertos abrazados por dos mares. Los villistas norteños y los zapatistas sureños se encontraron para reconocerse y alcanzar una identidad cuando tomaron la Ciudad de México y el Palacio Nacional. La Convención de Aguascalientes no alcanzó el poder y fue derrotada en cruentas batallas por las fuerzas reaccionarias y conservadoras. Luego sus líderes fueron asesinados. La utopía de la tierra y la libertad se mostró como paradigma de una sociedad fraterna e igualitaria: conservar la tierra es un acto liberador: la tierra es del que la trabaja y ésta, garantiza el techo, la casa humana, para todos. Los villistas defendían la educación gratuita, el trato justo a los obreros; el uso equitativo del agua, apoyar a las madres solteras y a los huérfanos. Lo que significaba abolir la oligarquía y expropiar los bienes de las grandes haciendas. La utopía de un gobierno popular: primero los pobres con techo, tierra y trabajo .

• Los obreros o trabajadores de las nuevas industrias fueron contemplados en la utopía de los Flores Magón: instituir el salario mínimo, jornada laboral de 8 horas, descanso semanal, protección a la infancia y medidas de prevención e higiene en los centros laborales. Por supuesto impulsar las organizaciones sindicales, su derecho a la huelga y ser contratados justamente. Pretendían la “regeneración democrática” de México a través del sufragio efectivo y la no reelección. Es la aportación de la utopía anarco sindicalista.

• El cardenismo hizo justicia al llevar a cabo la reforma agraria y recuperar la soberanía sobre los bienes terrenales (la expropiación del petróleo) y a pesar de los gobiernos subsiguientes, sobrevivió. La utopía del cardenismo revivía el sueño de Tata vasco: un país donde el campesino y el trabajador estuvieran liberados de la explotación y pudieran tener acceso al bienestar con instituciones creadas para recuperar los bienes terrenales del territorio nacional. Proponía una educación racionalista, incluyente, gratuita y universal, vinculada a las necesidades de pueblo: la técnica al servicio de la patria. Fue un nuevo Tata haciendo suyo el lema zapatista: tierra y libertad.

• El espíritu de los Flores Magón y Zapata se volvió latente, clandestino y anti-sistema, fuera del statu quo, manifestándose en movilizaciones/revueltas de los sindicatos independientes contra una burocracia sindical hondamente corrupta y alejada de sus bases. Los gobiernos posrevolucionarios tuvieron una actitud contra-utópica y ferozmente represiva: alentar las divisiones internas de los movimiento obreros o cooptarlos e incorporar a las cúpulas sindicales al establecimiento oligárquico o mandar a la cárcel a los dirigentes y despedir a miles de trabajadores o asesinar líderes radicales. Pero el sindicalismo independiente mantuvo la utopía de la libertad sindical y los postulados de una clase obrera como vanguardia de los procesos de transformación. Los gobiernos que inauguraron nuestra entrada a la modernidad capitalista (Ávila Camacho y Miguel Alemán) y los siguientes 8 sexenios fueron cooptando a las organizaciones campesinas y obreras, creando una burocracia sindical corrupta, corporativa y clientelar bajo una narrativa contra-utópica. Sus líderes continuaron la saga de las grandes luchas sociales y terminaron como presos políticos: Demetrio Vallejo y Valentín Campa del Partido Obrero Campesino del movimiento ferrocarrilero, Rafael Galván del movimiento de los electricistas y el maestro normalista e indígena Othón Salazar, líder de los movimientos magisteriales independientes. Cuyas utopías confluían en una sociedad justa donde las mayorías pobres fueran reivindicadas.

• Las luchas agrarias del zapatismo de Jaramillo y de los campesinos sureños de Guerrero, Oaxaca (Partido de los Pobres) encabezados por maestros rurales son la saga de los marginados, los condenados de la tierra, y su esperanza de resistir y trascender. Fueron cooptados, reprimidos o suprimidos por la violencia del Estado en una guerra sucia devastadora que barrió la disidencia de izquierda radical. Murieron muchos campesinos pobres, profesores rurales y estudiantes radicalizados en una siniestra persecución de un Estado violento ante una sociedad muda y una narrativa mediática controlada por los gobiernos priistas. Pero su coraje sobrevivió y su esperanza utópica permanece: desterrar la pobreza del México profundo y que los pobres manden sobre su destino.

• La revuelta estudiantil del 68 y el 10 de junio que terminó en masacres y en la cooptación de maestros y alumnos; en una derechización de las universidades públicas creando burocracias académicas doradas desligadas de su vocación popular y adscritas al “numerus clausus”. Pero la utopía estudiantil permaneció: las libertades no se compran y sí, debajo de los adoquines, está todavía el paraíso. Sin esa utopía no hubieran progresado los movimientos pro la libertad sexual, el feminismo, la democratización de la cultura y el reconocimiento de la diversidad como un bien común. No hubieran existido “los otros”, diferentes, para construir nuestra identidad, un nuevo “nos-otros”. Más allá de las ideologías consumistas narcisistas o de los desenfrenos del ego en las redes virtuales está la utopía de eros y civilización.

• La rebelión zapatista de fin de milenio que rompe la narrativa de la modernidad con la estética libertaria de los pueblos originarios; cuyo movimiento habita un limbo político donde sobrevive la utopía milenarista. Son el verdadero espejo enterrado que nos muestra que en 500 años hemos avanzado poco para aceptar la autonomía de las naciones indias. La utopía de construir un nuevo andamiaje político donde quepamos todos más allá de la eternidad del pensamiento arcaico. Resiste precariamente ante el empuje del globalismo extractivista y de los nuevos encomenderos del capitalismo salvaje.

• La larga y penosa reorganización de la izquierda que comienza con el abandono del PRI de la corriente democrática y los fraudes electoral de 1988 y 2006; la muerte de cientos de militantes de izquierda en el salinato y la represión sistemática para quebrar a una oposición real al maridaje del PRI/PAN, ya conversos radicales del neoliberalismo que culminó con las traiciones en la cúpula del PRD y su siniestra descomposición que hizo que se fundara un nuevo partido/movimiento (MORENA) que terminó tomando el poder en el 2018 y refrendándolo en el 2024. Es el anuncio del fin de una era y de un régimen y el inicio de una nueva era y un nuevo régimen. La utopía de la 4T: el éxodo a la democracia.

Éstos algunos de los hilos dorados en el tejido trágico de México. Son los cimientos de la nueva utopía que trae consigo el cambio de régimen. Bitácora y brújula del porvenir. Nuestro camino a la tierra prometida…

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