Adrián García Aguirre / Parras de la Fuente, Coahuila
* Casa Madero tiene una antigua tradición vitivinícola.
* Origen familiar y cuna del prócer de la Revolución mexicana.
* Callejoneadas, noches bohemias y cabalgatas mañaneras.
* Tiene aires nostálgicos y la misma traza urbana desde 1598.
* Diversidad climática y entornos naturales increíbles
Existen numerosos motivos para visitar un Pueblo Mágico en el que abundan las nogaleras, los viñedos, la arquitectura antigua y la historia, en un oasis del que brotó la civilización en el desierto del norte de México, origen de los mejores vinos de exportación para el mundo y sus alrededores.
Además de todo ello, lo que más se disfruta son sus encantos provincianos, calle a calle, monumento a monumento y casa a casa, trátese de la parroquia de la Asunción, la iglesia de San Ignacio de Loyola o el cerro del Sombreretillo que aloja del Santo Madero, desde donde se tiene una vista formidable del valle y sus arboledas incontables.
Aquí todavía se dan las callejoneadas acompañadas de la banda municipal, las noches bohemias recorriendo los viñedos, y los paseos a caballo por la mañana para conocer los entornos como las haciendas de Perote y de los Torreones, hasta llegar a las pinturas rupestres y petroglifos que se conservan desde hace miles de años en esta increíble región de Coahuila.
Este paraíso bucólico rodeado de desierto, conocido por los coahuilenses como Parras, es la cabecera del municipio de ese nombre, localizado en la región sureste del estado de Coahuila, cuya su población no supera los cuarenta mil habitantes, según el más reciente censo nacional de población y vivienda.
La villa conserva rasgos nostálgicos y la misma traza urbana desde su fundación en 1598, y fue una de las primeras poblaciones españolas edificadas en las orillas de las pequeñas lagunas que surgían en el desierto de Mapimí, reconocida después por la siembra de los primeros parrales y el establecimiento de una destilería de vinos en el continente americano.
Sin embargo, es célebre por haber sido el lugar de origen de la familia Madero y cuna de don Francisco I. Madero, prócer de la Revolución mexicana, así como por sus aportes culturales, gastronómicos y artísticos, localizado a 150 kilómetros de Saltillo y a 160 kilómetros de Torreón.
El clima en Parras es diverso: en el sureste, sur y suroeste del municipio es de subtipos semisecos templados; y al noroeste-norte y noreste de subtipos secos semicálidos, con una temperatura media anual de 14 a 18°C y régimen de lluvias en los meses de abril a octubre.
Durante esta temporada y gracias a la presencia de manantiales de las sierras vecinas de Parras, Hojaseñal, Playa Madero y El Laurel, la región se abastece de agua, en cantidades
tan abundantes que esta microregión se convierte en un verdadero oasis en medio del desierto, que se inunda de turistas provenientes de Torreón, Saltillo, Monterrey y otros lugares del país.
Fue fundada en 1598 por el sacerdote jesuita Juan Agustín de Espinoza con el nombre de Misión de Santa María de las Parras, donde se ubica la planta vitivinícola que, fundada en 1597 por Lorenzo García bajo el nombre de hacienda de San Lorenzo, a partir de 1893 lleva por nombre de Casa Madero.
El antiguo archivo del Colegio de San Ignacio de Parras de la Fuente contiene documentos probatorios en los que se consigna que, entre 1600 y 1630, se cultivaba la vid en amplias extensiones del valle de Parras, y de que existían pequeñas bodegas que procesaban vino.
El archivo es valioso no sólo por lo que se refiere a Parras —cuyo pasado revive— sino también porque trata de asuntos realizados en Viesca, en Saltillo, en Patos, en Durango, de manera que abarca el sur del actual estado de Coahuila y una parte del vecino Durango.
Como justicia mayor –tomando como fecha oficial de la fundación el 18 de febrero de 1598- quedó registrado el nombre del capitán Martín Antón Zapata; pero la primera estancia española del lugar fue establecida por el capitán Francisco de Urdiñola, quien construiría la hacienda El Rosario, en el marquesado de San Miguel de Aguayo.
Antón Zapata colonizó formalmente la región desde 1587; sin embargo, no fue sino hasta 1598 cuando logró la pacificación, catequización y ocupación del territorio, procediendo a trasladar hasta esas tierras a un grupo importante de indígenas tlaxcaltecas, que en ese entonces radicaban en Saltillo.
Parras perteneció a la jurisdicción de la Nueva Vizcaya hasta 1785, cuando tuvo lugar la división de la Nueva España en intendencias a partir de las Reformas Borbónicas expedidas por la corona española, agregándose a la provincia de Coahuila, cuya capital era Monclova, elevada al rango de ciudad en 1868.
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