Un espía, el nuevo procónsul en México
José Luis Camacho
Ronald Douglas, mejor conocido como Ron, un boina verde entrenado durante veinte años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con una carrera militar desde soldado iniciada en 1971 hasta el grado de coronel, experto en combate contrainsurgencia en Centroamérica, con una Maestría en Inteligencia Estratégica, llegará a México como el siguiente procónsul.
Ya con un previsible beneplácito por la felicitación que le hará el canciller Juan Ramón de la Fuente a Douglas, la presidenta Claudia Sheinbaum, en su mañanera del viernes 11 de abril, dijo esperar una relación de respeto y colaboración en el marco de nuestra Constitución.
La historia de Ron es como la del espía que nos cae de un cielo turbulento en estos aún inciertos días de la guerra económica declarada por el presidente Trump donde no deja de hablar quedito y con el garrote dando.
Ron sustituye a Kenneth Lee Salazar, un abogado, empresario y político demócrata, un procónsul hablantín, quien por sus constantes visitas a Palacio Nacional y sus ambivalencias sobre la estrategia de seguridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador era regañado por el Departamento de Estado; además dado a reunirse con los líderes de la oposición PRI-PAN y aparecer constantemente en la prensa para reparar sus contradicciones.
Ron es radicalmente diferente, probablemente el mejor y más entrenado procónsul que ha decidido Washington a lo largo de dos siglos. Este 2025 se cumplen dos centenarios de esas relaciones con más recriminaciones que de encuentros desde que llegó Joel Roberts Poinsett, el primer procónsul representando a los Estados Unidos en la naciente nación mexicana. Dos o tres años antes Poinsett había estado en el país como agente secreto, se le decía agente especial del Departamento de Estado para observar las crispaciones entre los bandos que se disputaban el poder político.
En la historia de las relaciones de México con Estados Unidos hubo procónsules muy destacados en sus misiones encomendadas desde la Casa Blanca para cumplir con el anexionismo expansionista de los demócratas o los republicanos ocupantes del salón oval de la Casa Blanca.
Entre ellos figuran Poinsett (1825-1829) entre los más destacados; le siguen John Slidell (1845-1846); Nicholas P. TrisT (1847-1848); Powell Clayton (1897-1905); Henry Lane. Wilson (1909-1913); Henry P. Fletcher (1916-1920); Josephus Daniels (1933-1942); John Antony Gavin(1981-1986) y John D. Negroponte (1989-1993) a reserva de un análisis más detenido por las acciones de los procónsules en la vida de México y por las etapas que les tocó vivir en la historia del país.
Empresarios, militares, abogados, políticos han formado parte de esa relación de representantes imperiales en México. Cada uno con sus propios estilos, con misiones específicas de acuerdo a los contextos históricos en las relaciones entre los dos países y desde luego en los entornos regionales y mundiales. Pero todos con diferentes grados han sido intervencionistas en los asuntos mexicanos en los que buscaron y lograron influir.
En una tabla del uno al diez, el procónsul con las medallas de la intervención mayor en los asuntos mexicanos es Henry Lane Wilson, autor intelectual del golpe de Estado en 1913 que derivó en el alevoso asesinato del presidente Francisco I. Madero, del Vicepresidente José María Pino Suárez, y del hermano de Madero, Gustavo. Crímenes atroces desencadenados por las acciones del propio representante imperial Lane Wilson.
El siguiente en la lista está John Gavin, el actor de la primera versión cinematográfico de Pedro Páramo del escritor Juan Rulfo; de un carácter explosivo, agresivo y desafiante a los gobiernos de José López Portillo y Miguel de la Madrid; etapa en la cual el actor contribuyó a cambios electorales y consolidar cambios profundos en el aparato estatal del gobierno mexicano y de la economía del país dispuestas por el Consenso de Washington encabezado por otro actor, el presidente Ronald Reagan. Libre mercado y democracia liberal, eran las consignas de Gavin, apunta la historiadora Rosalva Ruiz Paniagua.
John D. Negroponte es el otro procónsul que destaca en esa lista de los más intervencionistas e influyentes en la ruta y destino de México antes de culminar el siglo XX. Menos protagónico, más astuto y cauteloso que Gavin y sobre todo preparado como halcón dada su experiencia desde el golpe de Estado en Chile de 1973 y embajador en Honduras con la misión de apoyar a la contra, un grupo armado por la CIA para mantener en permanente acoso a la joven revolución sandinista en Nicaragua.
Negroponte tuvo como misión de la representación de la Casa Blanca en el país desarrollar el Tratado de Libre Comercio y avanzar en los cambios en materia política electoral de la alternancia en el poder político para acabar con el Estado-priista, el cual culminó en las elecciones del año 2000 con la llegada del empresario Vicente Fox a Los Pinos. Negroponte llegó a calificar su misión en México como una “luna de miel” dada la proclividad de sumisión que encontró en el país para cumplir con sus encargos.
Pero de todos los procónsules que han estado en México, el más parecido a Ron es a Negroponte, ambos pasaron por Centroamérica y cumplieron sus misiones. Negroponte en Honduras y Ron en El Salvador. Son inteligentes y precavidos, estudiosos del terreno donde van a desempeñar sus misiones imperiales. Ambos son de cabeza fría, difícilmente se le vería un dislate público como los de Gavin o Salazar.
El presidente Trump está complacido con su decisión de haber nominado a Ron como “Embajador de los Estados Unidos en México”. Ron trabajará, dijo Trump en su red social Truth, “en estrecha colaboración con nuestro gran candidato a Secretario de Estado, Marco Rubio, para promover la seguridad y la prosperidad de nuestra nación a través de políticas exteriores sólidas que prioricen a Estados Unidos”.
Al nominarlo Trump recordó su primer mandato: Ron “trabajó incansablemente con las autoridades salvadoreñas y nuestro equipo para reducir los delitos violentos y la migración ilegal a los niveles más bajos de la historia”.
En su pasó por El Salvador en una relación “inusualmente” -según un comentario del The New York Times– muy cercana con el presidente Nayib Mukele se construyó la mayor cárcel en Latinoamérica que agrupa tanto a los violentas pandillas salvadoreñas de Mara Salvatrucha y las de Tren de Aragua venezolana. Ron dijo, según ese diario estadunidense, que “estaba comprometido a desmantelar las pandillas salvadoreñas” durante su presencia en ese país entre septiembre de 2019 y enero de 2021.
Con una votación dividida en el Senado de 49 votos a favor y 46 en contra Ron fue confirmado como embajador en nuestro país. En una audiencia de confirmación Ron dijo que su misión principal en México será fomentar la cooperación con las autoridades mexicanas en varios frentes de seguridad
Específicamente, según notas periodísticas, Ron citó dos temas prioritarios: frenar los flujos de migrantes ilegales y combatir el tráfico de fentanilo.
El senador Jim Risch, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado comentó que la ratificación de Ron, a pesar de la diferencia de tres votos, “era una gran noticia”, una celebración que en México ha sido festejada por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y la American Society of México, una agrupación de empresarios estadounidenses. La Coparmex confía en el fortalecimiento de los lazos de cooperación y diálogo entre las dos naciones y la American Society of México en su liderazgo.
Ron nos cayó de un cielo opaco y convulsivo. Sobre todo porque según ese comentario del New York Times fue elegido representante de Trump en México por “la experiencia de Johnson con operaciones encubiertas de la CIA”, lo que según esa referencia “podría explicar la razón por la que fue seleccionado para la embajada, dicen personas cercanas a él, para que defienda una política que conoce bien”.
“Su experiencia como boina verde y oficial experimentado de la CIA en América Latina y otros lugares significa que conoce los temas, de seguridad, defensa y especialmente contraterrorismo”, dijo Mick Mulroy, funcionario sénior del Pentágono durante la primera gestión de Trump y amigo de Johnson, también cita de ese diario de Nueva York en su edición del 9 de abril pasado firmado por María Abi Habib.
Un boina verde, un agente entrenado por la CIA, con esa larguísima trayectoria que incluye especialidades en ciencia y tecnología en el Comando de Operaciones Especiales estadunidense; líder de 55 asesores en el conflicto entre insurgentes y el gobierno de El Salvador durante la década de los ochenta, conocedor de los combates al narcotráfico y contra el terrorismo, hablan de un procónsul con un entrenamiento muy superior al de otros procónsules enviados por Washington a México.
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