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jueves, agosto 7, 2025

EUROPA TIENE CÁNCER

Siegfried Hitz, agosto 2025

• TOLERANCIA ¿PARA QUÉ?

La libertad en cualquier campo social solo funciona cuando la tolerancia armoniza la vida entre las personas que difieren en acción, intereses, pensamiento y creencias.

La única forma pacífica de que todos nos expresemos y actuemos libremente es tolerarnos unos a otros. En su inmensa mayoría los conflictos humanos provienen de la intolerancia. Millones de personas han muerto históricamente por esta causa.

La libertad no es absoluta, el hombre no dispone de posibilidades ilimitadas de elección: no es posible elegir en contra de lo que disponen las leyes de la naturaleza, ni es admisible lo que va en perjuicio de otros, ni en contra de los propios valores, principios e intereses.

“Tolerancia no es soportar o conceder, es la relación armónica de nuestras diferencias, es la virtud que hace posible la paz”. Este maravilloso texto exhibido en el museo Memoria y Tolerancia, de la CDMX, es un motivador pensamiento que define nuestro tema.

El individualismo liberal considera la libertad de pensar, expresar y actuar del ser humano. No es la sociedad o pensamiento grupal la que le impone ideas de cualquier orden. La tolerancia es una actitud que inspira a los particulares a conciliar sus diferencias cuando sus libertades entran en conflicto.

Basados en la ley, los sistemas judiciales canalizan y procesan los desacuerdos entre las personas. Las diferencias tienen así una salida pacífica, fundada en la interpretación jurídica de la norma por el juez.

Para entender la tolerancia cabe preguntar de si estando profundamente convencidos de su valor, debemos aplicarla siempre y en toda situación. ¿Cómo actuar ante los intolerantes? La respuesta parece ser clara: debemos predicar con el ejemplo. Ser tolerantes y defender a carta cabal a la tolerancia.

¿Hay límites? El respeto a la ley, la costumbre o los derechos humanos es lo primero. No debo respetar el derecho ajeno cuando viole la regla, merme mis propios derechos o usurpe los ajenos. Debo hacerlo y ser intolerante en la defensa de la norma. ¡Es el límite de la tolerancia!

Qué tan tolerante puedo ser ante la intolerancia ajena. Si cedo un poco una vez, el intolerante habrá ganado terreno frente a mis derechos y mi libertad; de hacerlo sucesivamente, acabará con mi tolerancia y con mi libertad.

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