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miércoles, agosto 13, 2025

La cocina michoacana es Patrimonio inmaterial de la Humanidad

Luis Alberto García / Pátzcuaro, Mich.

*Base fundamental de la comida tradicional mexicana.
*Su legado culinario contribuyó al reconocimiento universal.
*Fue reconocido internacionalmente en 2010.
*Entre los platos regionales está la morisqueta de Apatzingán.
*De la olla podrida hasta el mole de pera de Tangamandapio.

Acostumbrados en Michoacán a escuchar sobre las delicias de las carnitas, la morisqueta, las corundas, el churipo, los tamales, los uchepos, el pescado blanco, los charales y otras ricuras culinarias, hay platillos no tan conocidos que también son un deleite para quien los prueba.
Aquí vamos a describir brevemente algunos de ellos, y para conocerlos más a fondo, va a hacer falta probarlos.
Cuando se escucha la frase ‘olla podrida’, lo que menos se imagina uno es algo antojable, pero así es, ya que la olla podrida es un caldo dulzón que reúne la carne de res, de cerdo y de pollo, y un conjunto de verduras en una sopa donde se incluye el pulque y alguna otra bebida alcohólica.
Este platillo, recomendable cualquier día, es originario del municipio de Ario de Rosales, e imaginemos de pronto un guiso donde predomina el frijol molido, la carne y algo de chile guajillo con queso.
Este amasijo es solamente el centro de un platillo conocido como la bola de Pedernales, el cual está rodeado de tortillas hasta formar una bola, una delicia que, según se sabe y se escucha, este platillo tiene origen desde el porfiriato, una manera en la que los jornaleros en los campos podían comer, ya que al ir deshojando esta bola se podían hacer tacos.
Para probar esta delicia hay que ir al municipio de Tacámbaro, y si es posible hasta la tenencia de Pedernales para conocer a la cocinera tradicional de Tzintzuntzan, doña Blanca Delia Villagómez, quien contó que hay un platillo que empezó a rescatar, el pozole de milpa.
Este platillo se preparaba entre la milpa, porque ahí se encuentran algunos ingredientes como elote, la calabaza y el anís, y con ellos se prepara un pozole, y se puede preparar en el mismo campo donde se está cortando con la cosecha del elote.
El llamado Corundero de Michoacán, el cocinero tradicional Israel Fuentes, quien está en Pátzcuaro, innovó por su parte con la torta de gelatina, la cual se ha hecho cada vez más popular en este pueblo mágico.
Es simple y por ello también rica, se trata de un bolillo de leña perfectamente preparado para ser rellenado de gelatina, del sabor que guste el cliente, para después ser bañado desde el interior con una generosa cantidad de rompope, sin duda un rico postre.
El pueblo mágico de Santa Clara del Cobre, en el municipio de Salvador Escalante, también tienen un platillo sencillo y delicioso, la torta de tostada, platillo típico del lugar, de cuyo origen nadie sabe, sin que pase por alto la morisqueta de Apatzingán, en la Tierra Caliente.
La primera se elabora con un bolillo al cual se le pone mayonesa, frijoles, jamón, cebolla, queso de puerco, chile y col, para cerrar con el ingrediente principal: una crujiente tostada o dos con carne apache; es decir, carne de res y de cerdo cocida a base de limón, y que lleva jitomate y cebolla.
La pera, esta fruta a veces poco valorada, es uno de los ingredientes principales de un mole que se elabora en el municipio de Tangamandapio, en la comunidad de La Cantera, en donde se elabora el mole de pera derivado del mole clásico que se hace en todo el país, que tiene una base dulce como muchos de ellos, y se sirve con arroz y unas rebanaditas de esta fruta.

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