Adrián García Aguirre / Cdmx
*Es un símbolo enorme de la música popular contemporánea.
*Se adelantó a la celebridad de Bob Dylan, Premio Nobel.
*Sus álbumes iniciales, en Cocierto, son de 1962 y 1963.
*La hija de una inglesa y un ferrocarrilero emigrado a Nueva York.
*“Primeros Tiempos” incluyó piezas de Brasil, México, Francia e Italia.
Joan, hija de un mexicano radicado en Nueva York, nació y, aún no cumplía los veinte años cuando ya era conocida y le decían la Reina del Folk estadounidense, cuando un muchacho judío de apellido Zimmerman y el alias de Bob Dylan luchaba todavía por ser reconocido.
De cabello ensortijado, ojos claro y nariz prominente, como dato extraño y curioso -quien sería laureado con el Premio Nobel de Literatura-, desde años atrás tocaba e interpretaba las mejores canciones de ella, la gran Joan Baez.
En otras palabras, la medio mexicana abrió las puertas a Dylan y no al revés, como frecuentemente se piensa; es decir, que la hija de un ferrocarrilero poblano nacido al sur de la Unión Americana fue reconocida nacionalmente antes que el cantante callejero, pobre de solemnidad.
Como muestra de la altísima calidad de ella, sus álbumes, el primero, con el certificado de oro “Joan Baez Vol.2” (1961) y “Joan baez en Concert Part 1” (1962) y “Part 2” (1963), preceden al éxito del artista estadounidense en las listas internacionales.
Joan Báez es mexicana por línea paterna, nació el 9 de enero de 1941 y nunca cambió de nombre, sino que consercvó siempre el mismo como compositora y activista cuya música folk contemporánea, incluía a menudo canciones de protesta o de justicia social.
Bien se sabe que Joan Baez -como Fito de la Parra Y Carlos Santana, otros mexicanos que se han destacado en el mundo de la música-, también estuvo en Woodstock, junto a los otros mexicanos, ha codeándose Dylan, los Rolling Stones, Jimmy Hendrix y Patty Smith, entre muchos otros músicos renombrados.
Tuvo razón el músico Ismael Díaz al decir que no es necesario nacer en México para ser mexicano, y basta con que la madre o el padre sean de México, para tener la nacionalidad, y el padre de Joan fue quien le enseñó, no sólo el amor por la música y la guitarra, sino también por su tierra de origen .
Cuando Joan Baez conoció a Dylan en abril de 1961, ella ya había lanzado su primer álbum y fue aclamada como la “Reina del Folk”, y al escuchar a Dylan interpretar su canción “With God on Our Side”, Baez dijo más tarde: “Nunca pensé que algo tan poderoso podría salir de ese pequeño sapo”, refiriéndose en broma a quien sería su amor futuro.
En julio de 1963, Baez invitó a Dylan -con él dentro del corazón- a unirse a ella en el escenario en el Newport Folk Festival, estableciendo el escenario para duetos similares durante los próximos dos años.
En el momento de la gira de Dylan en 1965 por el Reino Unido, su relación romántica había comenzado a desaparecer, según lo capturado en D. A. El documental de Pennebaker Dont Look Back.
Ella más tarde viajó con él como artista en su Rolling Thunder Revue en 1975 y 1976, además de protagonizar “La mujer de blanco” en la película Renaldo y Clara -y cantar Plaisir d´amour-, dirigida por Dylan, quien se hizo acompañar en 1984 por Carlos Santana, un jalisciense de Autlán de la Grana.
Joan recordó su relación con Dylan en el documental de Martin Scorsese No Direction Home(2005) y escribir sobre el compositor en dos autobiografías-Daybreak de 1968, y menos en A Voice to Sing With de 1987.
Su canción Diamonds & Rust ha sido descrita como “un retrato agudo” de ambos, que posan afuera del Hotel Savoy de Nueva York el 27 de abril de 1965, propiedad de Woodstock Counsel of Elders Local Tribe.
Sin embargo, sin olvidar sus raíces latinas, Joan Baez inmortalizó piezas musicales de Brasil -como Cangaceiro, Bachianas brasileiras y Manha de Carnaval- y mexicamísimas el Preso número 9 y Las calles de Laredo, incluidas en el álbum “Primeros Tiempos”.
Entre esas doce piezas también están Bill el ferrocarrilero, Mi buen viejo, Querida, En los Pinos, Peregrino del dolor, Rambler Gambler, Bendito sea tu nombre, Las doce puertas de la ciudad y Daga plateada.
Con un pensamiento que deja ver el concepto que tenía de la música como elemento universal, también grabó Plaisir d´amour, Pauvre routeboeuf y T´ador de Francia, además de las italianas Fennario y Bello Cardillo.
En el octavo piso de la edad, afamada, querida, presente y eternamente admirada por los miles de fanáticos que la han seguido durante más de seis decenios, Joan Baez sabe -y lo ha dicho sin que nadie se lo recuerde-, que ya tiene su sitio estelar en la música popular contemporánea.
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