Sara Lovera
CIUDAD DE MÉXICO / SemMéxico.- La marcha 25N, llegó a las 17:45 a la plancha del zócalo; 7 oradoras en el templete. La demanda: Justicia, no impunidad, hartazgo por 2 mil 700 feminicidios en un año; 28 mil desaparecidas en 9 meses; malas investigaciones y carpetas de investigación llenas de moho como materia muerta en escritorios y computadoras.
La marcha “pacífica” repetían las voces en los medios de comunicación. El grueso de participantes fueron las madres buscadoras y del feminicidio. Ellas partieron de la Glorieta de las Mujeres que Luchan. Ellas pidieron verdad y justicia; investigaciones sin opacidad y cese a la violencia machista.
La participación, menor que en los últimos 5 años, luego de los actos de violencia en la marcha de la Generación Z el 15 de noviembre y los actos vandálicos el 2 de octubre, tuvo la característica de ser muy bien organizada y planeada. Contingentes por grupo o demanda y eso sí, muchos, muchos carteles y consignas.
Esta marcha sumó cientos de voces a la protesta, por pequeños grupos marcharon por más de 7 horas. Cuando llegaron al templete de espaldas al palacio nacional, en la plancha del zócalo, había fiesta y bailes. Cientos de voces reclamaron 50 años sin solución, rechazaron las políticas erróneas y la ineficacia de los protocolos. Denunciaron al funcionariado, a policías y jueces que no las escucha y en cambio las revictimizan, sistemáticamente.
Se abrieron decenas de pancartas, sobre derechos. Con grupos compactos explicaron cómo la violencia contra las mujeres no se erradica; demandaron de las autoridades “seriedad” y menos planes y leyes de papel.
La marcha tuvo la imagen de una alfombra humana coloreada en verde, morado y naranja, llenas de coraje, denunciaron campañas de odio; levantaron cruces y demandas. Pidieron recurso para atender la discriminación.
Este 25N convocó a miles de mujeres y niñas en la Ciudad de México, con movilizaciones, protestas, tendederos con fotografías de muertas y desaparecidas, que fue festiva muchos tambores, bailes y canciones, ordenada en 4 bloques marcharon desde distintos puntos.
La protesta “pacífica”, como insistían los relatos radiados y televisivas. Las marchistas poblaron el centro histórico. El Monumento a la Revolución se cubrió de carteles con fotos y consignas; desde la Glorieta de las Mujeres que luchan, el bloque encabezado por las madres, las buscadoras y las del feminicidio; los testimonios fueron sobre la tortura que significa acercarse a las fiscalías, y no conseguir nada. Se multiplicaron testimonios en todos los medios de comunicación.
Acotadas por enormes vallas metálicas en la Plaza de la Constitución, Bellas Artes, Reforma y calles aledañas, la ingeniería oficial dejó una sola calle para marchar al zócalo -5 de mayo- y un contingente de mujeres que llegaron en camiones especiales, regalaron flores a policías uniformadas y vestidas de civil que se colaron en todos los segmentos de la enorme marcha.
Organizada, cuidada, con espacios perfectamente delimitados, participaron jóvenes que parecía gimnastas, entre las primeras horas de la mañana en que empezaron a fijarse tendederos con las fotografías de desparecidas y desaparecidos, feminicidas y violentadores que andan libres; flores en la glorieta de las mujeres que luchan, ellas, de todas las edades, muchas niñas; segmento de mujeres mayores y segmentos de mujeres discapacitadas.
Hubo muchas banderas amarillas, rojas, moradas. Un contingente de verde parecía de empleadas del gobierno y otra de banderines de colores provenía de las alcaldías de la ciudad de México.
Al unísono lo que se oyó más fuerte durante más de 5 horas por la Reforma -caos vial definió un diario- fue justicia y acciones, que no nos cuenten y nonos engañen decía una mujer, luego de conocer los discursos oficiales. Un piquete delimitado de trabajadoras de la salud -enfermeras principalmente- pedían insumos en los hospitales.
Al caer la tarde se pobló la avenida San Antonio Abad y todavía marcharon por Calzada de Tlalpan.
Las que hablaron en el templete exigieron tres acciones precisas a los gobiernos federal y de la Ciudad de México para que el gobierno realmente atienda la violencia contra las mujeres: resolver los feminicidios, más de 2 mil 700 el último año, investigar las desapariciones sin opacidad de 38 mil niñas y mujeres y cese a la impunidad donde sólo se juzga al 2 por ciento de feminicidas y violentadores.
Una marcha suigéneris, definió la televisión que insistió en que sólo localizó a 5 mujeres vestidas de negro, que llegó al zócalo e hizo algunas pintas. No hubo petardos, ni incendios simulados, ni marros sobre las vallas., como el 15 de noviembre. Ni robos en las joyerías como el 2 de octubre. No aparecieron “provocadores”.
Fueron 4 bloques: uno en la glorieta de las mujeres que luchan; otro en el Monumento a la Revolución; uno en Bucareli a la altura de la Secretaría de Gobernación y una más que se reunió en las inmediaciones de las oficinas de la fiscalía de la ciudad de México.
Así sentenció un locutor: “marcha pacífica”.
Una marcha que le llamaron suigéneris: decía una cronista de radio, “no están enojadas”, pero “no están solas”; otra locutora explicó que fue una marcha llena de “sororidad”, porque se fueron dando la mano; “hubo apapachos”, dijo otra reportera. Mientras que se recorrían las calles de la ciudad, lentamente, parando para hacer algunos performance, cantar algunas canciones, el día fue pasando..
Los carteles pedían justicia; había cruces rosas, explicaban con listas los distintos tipos y ámbitos de la violencia. Los colectivos feministas se fueron identificando. Las mujeres discapacitadas; las madres del feminicidios. Ordenadamente alzaron sus banderas, toda la mañana.
Amnistía Internacional, cuyos integrantes se sumaron a la macha, muy temprano advirtió:
Este 25 de noviembre las mujeres marcharon en la Ciudad de México pero un operativo mal manejado puede terminar vulnerando precisamente a quienes salen a exigir vivir sin miedo. Recordó: la presencia policial ya es uso de la fuerza. Si se usa sin criterios claros, sin controles y sin respeto a los estándares internacionales, el ambiente se vuelve hostil… y eso desincentiva el derecho a protestar.
Informó que los estándares internacionales sobre protesta son clarísimos: Toda protesta debe presumirse pacífica. Las autoridades deben actuar sin discriminar, por acción u omisión.
La policía no debe ver a las personas como una amenaza. El uso de la fuerza debe ser legal, necesario, proporcional y no discriminatorio. Porque cualquier medida que genere miedo termina alejando a las mujeres de su derecho a reunirse y protestar. Es tiempo de mujeres sin violencia. La seguridad de las mujeres no se construye vigilando a las mujeres.
Finalmente llamó al Estado mexicano a: Actuar conforme a estándares internacionales. Evitar operativos que generen hostilidad.
Y así fue. Lo importante es que durante horas por la televisión se explicó de qué se trata la violencia contra las mujeres. Y se trasmitió un segmento de lo que anunció la presidenta de la República.
Remató: Si queremos un país con “hombres que respetan” y “mujeres sin violencia”, entonces también necesitamos instituciones que respeten. La igualdad no se decreta: se garantiza. Y el #25N es el día para demostrarlo.
AM.MX/fm
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