¿Serán capaces de continuar convirtiendo las mentiras en verdades? Los que ahora gobiernan, ¿son la respuesta a nuestras plegarias?
Gregorio Ortega Molina
Sólo con ver el rostro de Alfonso Ramírez Cuéllar en las fotografías tomadas después de ser nombrado presidente interino de Morena, para poner orden, puede colegirse que está aterrado, pues lo colocaron en una posición de perder-perder. Su futuro estará determinado por la manera de resolver el dilema: con la estrategia del “beis”, o el movimiento del “fut”.
Son dos maneras distintas de ver al mundo. En el juego de 9 integrantes por equipo, siempre están atentos al resultado del duelo entre pitcher y bateador. Incluso se mueven de acuerdo al sonido que hacen el bat y la bola al momento de hacer contacto. Saben dónde colocarse, o si es jonrón.
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La distancia con el “fut” es abismal. Joao Zarco, el personaje de Philip Kerr, lo define así: “He estado leyendo a un filósofo griego que se llama Zenón. ¿Lo conoces? Lo de la flecha en el aire. Es un argumento en contra del movimiento. Dice que el tiempo está compuesto de instantes de forma que, en cada instante no tiene lugar ningún movimiento. He estado planteándome si su forma de pensar podría aplicarse al fútbol y creo que sí. En el fútbol, todo puede dividirse en diferentes pasajes de juego, como el movimiento de la flecha. Y cada pasaje de juego puede dividirse en sus momentos de transición, que son cuando el partido se vuelve decisivo: una falta, un mal despeje, un pase en profundidad. Esos momentos de transición pueden tener la fuerza de la revelación cuando eres capaz de captar su verdadero significado. Es entonces cuando puedes actuar sobre ellos. Y en eso consiste el futuro”.
El equipo Águila de Veracruz -quizá el primero en México- fue patrocinado por la empresa petrolera propiedad de los gringos. Allí está impreso el espíritu del “beis”.
El “fut”, el gran negocio internacional del deporte, sin saberlo con certeza, fue puesto de moda por la colonia española afincada en México. No es la herencia colonial, pero bien puede ser el regreso de un criollismo que no se ha roto, no ha desaparecido.
Ser presidente de México, dista mucho de ser lo mismo que ir a entrenar a la liga de Los Tranviarios, pero el oficio en política es como el “beis”, cuando se ocupa un cargo, se acaba hasta que se acaba, sin venir a cuento los errores cometidos en el desarrollo del partido. En lo único en lo que hay certeza, es lo afirmado por Scott Manson, el otro personaje de Philip Kerr: “Todos los equipos necesitan tener su propio Jesucristo. Alguien capaz de convertir el agua en jodido vino, de curar a los ciegos y a los leprosos, y de levantar al equipo de entre los muertos cuando la cosa se pone muy fea… Alguien capaz de mirarte a los ojos y persuadirte de que él es la respuesta a tus plegarias”.
¿Serán capaces de continuar convirtiendo las mentiras en verdades? Los que ahora gobiernan, ¿son la respuesta a nuestras plegarias?
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