*Es el regreso de un caudillismo cuyo reducto inicial está en lo que fue Manga de clavo; esperemos que no insistan en que nos lleve a La chingada. La distancia por tierra es corta, muy corta
Gregorio Ortega Molina
AMLO elude su responsabilidad constitucional y, lo más grave, se hará ojo de hormiga para cuando las consecuencias de sus dichos se manifiesten. Sostiene que purifica al país y, debemos preguntarnos, ¿de qué males y cómo procede para que esa purificación sane efectivamente a México?
Hay descuido e ignorancia. Advierte a los jueces que ya no tolerará más liberaciones porque las carpetas de investigación están mal integradas. Ni siquiera se detiene a pensar si esa afirmación suya tiene sustento, porque implica corrupción en la administración de justicia, pero ¿y si los corruptos laboran en la procuración de justicia?
Hace años funciona una escuela de jueces, ¿por qué los MPs se han negado, por sistema, a que se establezca una escuela para ellos? Porque tendrían que aplicarse y sería más difícil justificarse con el “yo lo hice mal, o no sabía”, ante la sospecha de que los corruptos están en las fiscalías. Es un secreto a voces que allí también se cuecen habas.
Lo que hoy padecemos los mexicanos es el resultado de la más grave de las imposturas históricas y políticas jamás concebida, y el corresponsable es Enrique Peña Nieto, que se empeñó en dejar a AMLO, e hizo hasta lo imposible por favorecer la derrota de Ricardo Anaya Cortés, incluso usando de manera política la procuración de justicia. Lo echó a los perros y manchó la elección.
Pero eso es agua pasada, lo que hoy ocurre está diagnosticado por Albert Camus en El hombre rebelde, donde deja anotado: “La rebelión (¿en la granja, la de la 4T?) no es realista. Siempre según Scheler, el resentimiento, según crezca en una alma fuerte o débil, se transforma en arribismo, amargura. Pero, en los dos casos, se quiere ser lo que se es. El resentimiento siempre es un resentimiento contra uno mismo. La rebelión, al contrario, en su primer movimiento, rechaza que se toque a lo que se es. Lucha por la integridad de una parte de su ser. No busca conquistar por principio, sino imponerse”.
La esencia de la formación política e ideológica de AMLO es el presidencialismo, y lo preservará incluso en contra de su propio resentimiento, cultivado y alimentado por lo que él considera traiciones y delaciones, ocurridas desde la época de sus caminatas a la Ciudad de México y acrecentadas por los ingresos al despacho de Manuel Camacho Solís por la puerta trasera. No soportó el ninguneo a que el modelo político lo sometió durante tantos años y es característico del trato entre quienes se disputan el poder. Es la esencia de lo que hermana a los líderes de MORENA, y será la piedra de toque de su disolución. Imposible para ellos la disciplina partidaria.
Otra vez Camus: “Entonces da inicio un esfuerzo desesperado para fundar, incluso al precio del crimen, el imperio de los hombres. Lo que ocurrirá no sin terribles consecuencias, de las que sólo conocemos algunas”.
Es el regreso de un caudillismo cuyo reducto inicial está en lo que fue Manga de clavo; esperemos que no insistan en que nos lleve a La chingada. La distancia por tierra es corta, muy corta.
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