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viernes, noviembre 22, 2024

ANÁLISIS A FONDO: ¿Hará falta un espía para saber qué hará el PAN?

Francisco Gómez Maza
· Es que los panistas son tan predecibles
· Se sabe cuál es su mandato: el dinero

 

La verdad es que los panistas son tan transparentes, tan predecibles, tan cándidos, tan religiosos, tan moralistas, que a este escribidor jamás se le ocurriría instalar, en sus oficinas (en las de los senadores panistas, por supuesto), un sistema de escucha para ver qué traman.

 

Y menos instalar un sistema de escucha tan arcaico como el que, según ellos, les mandó conectar el líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal Ávila.

 

Jocosa, pero seria, Jesusa Rodríguez le dijo al reportero de El Financiero (el Financiero actual: no aquel gran periódico que hicimos con los Rogelios y los Pedros): “Espiar al PAN debe ser más aburrido que fumar orégano.”

 

La verdad es que, si yo fuera político de algún partido que no fuese el PAN -del PRI, o del Morena, o del aún non nato México Libre, o de aquel PUP tan histórico, al que aún pertenezco (el mejor partido del mundo)-, no gastaría ni un peso para espiar a los panuchos. ¡Es que ya se sabe lo que están planeando, lo que están concluyendo, lo que están tramando y lo que no hacen al final de cuentos!

 

Pero luego de que los mandan a su casa los electores, porque no dieron el ancho como gobernantes, vuelven a empezar y harán exactamente lo mismo que hicieron antes. Son insistentes, porfiados. Miren los casos patéticos de Fox y Calderón. No quedaron bien ni con Dios ni con el Diablo. Menos con sí mismos.

 

Pero es que ya todo el mundo – hasta el más ingrato villamelón – sabe qué pasos, cuántos pasos, hacia dónde va a dar un panista o un grupo de ellos, como los senadores de esta VXIV Legislatura: Buscan afianzarse en el poder para poder fortalecer las relaciones de producción como están. La supremacía del capital – o, mejor dicho, del capitalista – sobre la fuerza de trabajo.

 

Lo único que les importa es aumentar ad infinitum las ganancias a costa de la joda del trabajador. Del PAN saben muy poquito. Para ellos, el partido es como una franquicia para privilegiar sus finanzas personales.

 

Es decir, que van sobre el bisnes. Ese es su mandato. Son los soldados de la libertad, como se los mandata su mecenas, la fundación alemana Conrad Adenauer, promotora de la “democracia” en el mundo.

Pero si usted les preguntara quién fue Manuel Gómez Morín, o Adolfo Christlieb Ibarrola, o Maquío, o Alejandro Avilés, o Bernardo Bátiz, o el yucateco, Carlos Castillo Peraza, de quien me enorguyezco de haber sido su amigo, o el gran maestro Luis Calderón Vega, y muy pocos responderían afirmativamente. Menos saben la historia del partido.

 

Van sobre lo que vinieron, o sobre lo que los mandaron. El poder… Y, sobre todo… el dinero. A como dé lugar. Esto se lo aprendieron muy bien a los priístas. Hacia allá enfocan sus baterías. Si no me creen, pregúntenle a Fox, o a Martita, o ya de perdida a Felipe, o a Margarita. No le pregunten a Markito, por favor, porque el joven siempre va de ida cuando los demás ya vienen de regreso.

 

Felipe Vicencio Álvarez es un panista veterano, de aquellos que sentían mucho orgullo en ser panistas, seguidores de la doctrina social cristiana, de las encíclicas sociales de los papas. En el 2004 aproximadamente, decía:

 

“Por tradición, los panistas somos militantes orgullosos de nuestro instituto político. Sin embargo, de unos años a la fecha se perfila un nuevo panismo, menos identificado con los postulados del partido y ajeno a su historia, que ha venido a introducir nuevas prácticas y a dar un matiz a su identidad. Sobre todo, me refiero a amplios sectores que se han integrado al Partido Acción Nacional, a partir de los triunfos electorales y la nueva dinámica de selección de candidatos.

 

“De acuerdo con nuestros Estatutos, los militantes del PAN decidimos quiénes son nuestros candidatos. Eso implica que cada uno de ellos debe convencer a sus correligionarios para que lo apoyen. Pero hoy algunos candidatos han preferido un camino más sencillo: afiliar ciudadanos sin importar sus convicciones políticas; lo que importa es el apoyo incondicional al aspirante y sus proyectos. De este modo, ha ido cambiando el perfil de la militancia.

 

“Por lo anterior, matizo mi afirmación: los panistas de convicción se sienten orgullosos de su partido. No obstante, a partir del triunfo en la campaña por la Presidencia de la República y después de haber visto con mayor claridad los límites del poder y la distancia entre las aspiraciones y las realizaciones, también se vive confusión y desaliento.”

 

Con todo, los panistas de la clase dirigente actual están muy conscientes de que su papel es buscar el poder para fortalecer el modelo económico librecambista, fondomonetarista. Van a hacer hasta lo imposible por lograrlo. No se necesitan espías para conocer los pasos que darán tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.

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