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miércoles, noviembre 27, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: Lozoyita tiene un costo político

*Enjuiciarán a Emilio Lozoya Austin, harán un circo informativo y opaco por exigencias políticas, lo condenarán legal y mediáticamente, pero eso no corregirá el daño hecho al modelo de gobierno, a la relación entre el presidente y la sociedad, y al sistema penal

 

A Carlos Ahumada y René Bejarano por

 su innovación, que hoy es ejemplo

 

Gregorio Ortega Molina

Todavía circulan ejemplares del libro Yo, Jorge Díaz Serrano. Ojalá algún pariente de Emilito Lozoya Austin tenga el buen tino de obsequiarlo a ese triste personaje que recién se allanó a ser extraditado. Algo podría aprender.

     Recordemos que quien fue director de Pemex, senador de la República y embajador de México en la URSS, se avino a pagar las culpas de Alicia López Portillo porque así lo dispuso el Jolopo. Fue el triunfo del gineceo sobre la razón.

     ¿Es posible que Lozoyita esté de acuerdo en seguir el mismo libreto y, ya en cárceles mexicanas, guarde el silencio debido a las supuestas complicidades por él establecidas?

     La pregunta anterior obliga a meditar sobre la estrategia pública y triunfalista que Alejandro Gertz Manero decidió seguir, para hacerle el juego a su patrón. Han dejado correr la especie de que llegó a México un jilguero lastimado y afónico, pero que cantará en todos los tonos los arreglos de Odebrecht y la decisión de por qué se compró Nitrogenados. Avalado el conjunto por videos y audios que comprueban los cohechos.

     Javier Coello Trejo lo señaló con toda claridad: el director de Pemex no se maneja solo, pero sí puede ser sentenciado solo. Ahora falta que las pruebas sean lo suficientemente transparentes y válidas como para condenar legalmente a los por él señalados y -para favorecer el entorno político y electoral de AMLO- escarnecerlo mediáticamente, con el recurso de que, de no apoyar las necesidades mediáticas y satisfacer la curiosidad de las redes sociales, necesarias para el éxito de la 4T, involucrarán de lleno a su familia cercana. ¿Puede calificarse de tortura sicológica? Tomás Zerón de Lucio empequeñece en su villanía ante esta pérfida estrategia.

     Si la extradición de España a México del joven Lozoya no rinde los frutos mediáticos y políticos deseados, si los anhelados cómplices de renombre permanecen libres y en el anonimato, lo que de inmediato queda comprometido es el resultado electoral del 2021, ya de por si con perspectivas disminuidas para la causa de la 4T, debido a la violencia, al Covid-19, al desempleo y al hambre que vomitará la recesión, porque los programas sociales resultarán insuficientes para distraer la tripa, debido a la profundidad de la crisis económica y a la liberalidad en los precios de lo que los mexicanos pueden llevarse a la boca.

     El dilema lo deja plenamente esclarecido Simone Weil, quien en La gravedad y la gracia anotó: “En el transcurso de los siglos que hace que está en contacto con los delincuentes sin purificación compensadora, el sistema de la justicia penal se ha contaminado del mal de tal manera que una condena supone, con gran frecuencia, el traspaso al condenado del mal del sistema penal, incluso si se trata de un culpable y su pena no es desproporcionada. Los criminales inveterados son los únicos a los que el sistema penal no puede hacer daño. A los inocentes les causa un daño espantoso”.

     Enjuiciarán a Emilio Lozoya Austin, harán un circo informativo y opaco por exigencias políticas, lo condenarán legal y mediáticamente, pero eso no corregirá el daño hecho al modelo gobierno, a la relación entre el presidente y la sociedad y al sistema penal. No es un asunto de corrupción pecuniaria, se trata de la pudrición del sistema presidido por un presidente imperial, pero se niegan a reconocerlo y, por ende, a poner remedio con una reforma del Estado.

     Sin la voluntad de la auto transformación para modificar el sistema político, el juicio a Lozoya Austin traerá más problemas que soluciones.

     Por lo pronto iniciaron con el pie izquierdo, lo que me obliga a una pregunta ahora ineludible. ¿Recordarán Emilio Lozoya Thalmann y su hijo la cantidad de trapacerías que éste le tapo? ¿Quedó registrado, en la memoria de ambos, el episodio del hotel Ritz, de París, por los desórdenes y pequeños hurtos que Lozoya Austin y sus amigos hicieron durante su estancia en la Ciudad Luz?

     Ahora entiendo por qué, y a escondidas, no lo ingresaron al Reclusorio Norte. Lo que viene, posiblemente sea un desastre para todos los involucrados, acusado y acusadores.

www.gregorioortega.blog                                               @OrtegaGregorio

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