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viernes, noviembre 22, 2024

El tiburón águila vivió hace más de 90 millones de años

 Hace 93 millones de años nadó por las aguas del territorio nacional una imponente criatura: el tiburón águila.

Hace un par de semanas, la nueva especie fue documentada en la revista Science; aunque el fósil del antiquísimo escualo fue encontrado en el año 2012 en Vallecillo, Nuevo León. Este, tenía dos enormes aletas pectorales, similares a las de una mantarraya. Es decir, las “alas” que le otorgaron el nombre coloquial.

Romain Vullo (uno de los descubridores del primer y único ejemplar del Aquilolamna milarcae), es académico de la Universidad de Rennes y afirma:

“Al echar un primer vistazo a este espécimen, te das cuenta de que estás ante algo extraordinario y completamente nuevo”.

 

Un animal de proporciones únicas, que da mucha información sobre la diversidad morfológica antigua de los tiburones, asegura el paleontólogo. El Aquilolamna era un tiburón más ancho que largo: medía de lado a lado 1.9 metros de ancho y 1.6 metros de longitud. Es un hallazgo de mediados del cretácico: periodo geológico que comenzó hace unos 145 millones de años, y concluyó hace 66 millones de años. Esto lo vuelve un poco más viejo que el mítico T. Rex; asegura Vullo.

Un equipo de científicos europeos hicieron recostrucciones que permiten conocer ciertos aspectos en torno a la vida de estos ancestrales peces: el Aquilolamna tenía aletas largas, pero no las usaba como las mantarrayas (moviéndolas de arriba a abajo); sino que permanecían casi inmóviles. Como si fuera un parapente que ayuda a estabilizarse; se transportaba como un avión submarino, empujado por su aleta caudal. 

 El paleontólogo comentó que desde su infancia ha tenido interés por los tiburones e informa que este ejemplar tuvo un nado lento, una cabeza achatada y pequeños dientes. Lo cual indica que no era un depredador que cazara otras especies, a diferencia del imponente tiburón blanco. La hipótesis de los investigadores es que se alimentaba de plancton.

Este fósil es un descubrimiento excepcional porque los tiburones, al tener un esqueleto cartilaginoso, no son tan duros. Por lo tanto, es muy difícil que puedan soportar el paso del tiempo, pues son millones de años. 

Por lo anterior, el Aquilolamna es impresionante debido a que su cuerpo está muy bien conservado, pero sin dientes en la boca. Lo que volvió aún más complicada la investigación porque estos últimos, son pieza clave para saber cómo se alimentaba y cómo se clasificaría el tiburón. Tampoco hay información respecto a su aleta dorsal, pues no se identificó cuando fue desenterrado. 


El periodo cretácico

Hace unos 90 millones de años, el nivel del agua era mucho mayor que el actual, pues el clima era mucho más cálido y no había hielo en los polos. Hay que recordar que la glaciación que originó las masas de hielo gigantes, fue muchos años después. Por lo mismo, el mar era entre 150 y 200 metros más alto. Además, América del Norte estaba conformada por dos islas: la occidental (delimitada por las montañas rocosas) y el lado este (por los montes Apalaches). Entre ambos extremos, había un mar interior, cuya extensión era desde el Ártico, atravesando Canadá y descendía hasta lo que hoy es el Golfo de México.

Actualmente, Vallecillo es una llanura semidesértica en el noreste de México pero anteriormente fue una llanura costera que terminó por convertirse en un yacimiento que preserva un ecosistema oceánico. Debido a esto, se piensa que el tiburón pasaba la mayor parte del tiempo a mitad del océano y nadaba hacia los arrecifes cercanos a la costa. 

 Cuando los animales morían, los cadáveres iban al fondo, que era favorable para preservar sus esqueletos por la ausencia de carroñeros y de corrientes marinas.

 “Era un fondo oceánico bastante tranquilo y con muy poca actividad, el sedimento era muy fino”.

Por esta razón, Vallecillo tiene fama internacional como gran yacimiento. Incluso, fue en esta zona donde se encontró el Mauriciosaurus Fernandezi: un reptil marino.

El académico e investigador,  concluyó que habrá que esperar para verificar que los dientes encontrados sean los del tiburón águila, para que se puedan revelar más secretos del mismo:

 “Nunca esperé encontrar una especie tan ‘loca’ e increíble”. 

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