Roberto Vizcaíno
¿Por qué presentar una reforma constitucional electoral condenada al fracaso?
Esa es la pregunta.
No sus inviables alcances.
Sin los votos necesarios para reformar ninguno de los 18 artículos que plantea cambiar, resulta ocioso hablar de si esta reforma electoral pretende tal o cual cosa.
Y menos aun cuando todos sabemos que sería regresar al México electoral de los 70, el de Luis Echeverría.
Si coincidimos, aceptamos lo anterior, queda claro que Andrés Manuel López Obrador impulsa una reforma electoral que, ya lo dijo él mismo: no sólo no tiene futuro legislativo y legal, sino que ni siquiera es suya, pues fue hecha y hasta presentada por Pablo Gómez y por Horacio Duarte.
No nos enredemos: lo que busca López Obrador es simple y llanamente profundizar y llevar más allá del extremo el choque frontal que ya se da entre él y los suyos con una oposición que en este trance tiene de entrada todo el apoyo de grandes e importantes segmentos de la población, personajes, instituciones y organismos de todo tipo nacionales.
Sin duda igual de gobiernos extranjeros -de EU y Canadá; la Unión Europea los primeros-, e influyentes sectores e instituciones internacionales.
¿Entonces?
La obviedad nos dice que AMLO no quiere ni le interesa la aprobación de su reforma electoral en el Congreso. Esta iniciativa es sólo un amago burlón. Lo que busca es fortalecer su apoyo social y llevar al extremos la polarización y activación de sus casi 15 millones de seguidores, su base electoral inamovible, esa que estaría incluso dispuesta a morir por defenderlo.
Y no lo digo a la ligera. No soy el único que lo piensa y cree.
Esta por demás decir que esos 15 millones ya aplauden su propuesta de desaparecer el INE y las 32 Oples. De la propuesta de reducir al organismo que lo sustituya al mínimo. De quitarle a la burocracia electoral 24 mil millones de pesos que dice se ahorraría con esta reforma. Y de paso anular financiera y con ello políticamente a los partidos políticos, incluido Morena, que él nunca ha necesita porque él es su propio partido.
Todos sabemos que esos 15 millones de adictos suyos brincarían de gusto si desaparecieran 200 diputaciones federales, 32 senadurías y si se anulara de paso a congresos estatales.
Trastocada la vida democrática del país, polarizado socialmente México al extremo, se agudizaría la caída económica ya de por sí en picada y la crisis generalizada de inseguridad y violencia terminarían de darle a AMLO la base de toma de decisiones y acciones inconstitucionales extremas.
En este escenario lo que cuenta, y ese es el eje de todo esto, es que AMLO concluya su mandato con todo el poder y lo electoral en sus manos.
¿Le suena? ¿Algo así como lo ocurrido en Venezuela?
Para eso no necesita desaparecer al INE ni aprobar su reforma electoral. Sólo debilitar al máximo a todas las instituciones que integran el sistema electoral. Sin duda a la oposición integrada en la Alianza por México (PAN, PRI, PRD y MC) y darle la puntilla a la crítica que proviene de los medios.
Así podrá retirarse en 2024 sin retirarse a su hacienda en Palenque. Un verdadero y poderoso Maximato. Lograría lo que ansiaba y no alcanzó a ver Plutarco Elías Calles.
Sería el Maximato lopezobradorista del modelo chavista-madurista de Venezuela: gobernar desde la crisis, el rompimiento y la polarización social permanente, sostenido -en nuestro caso-, por un segmento beligerante de 15 millones de mexicanos… y el Ejercito, las Fuerzas Armadas.
Aquí, está por demás visto y documentado, AMLO ya cuenta con el apoyo del crimen organizado y los cárteles de la droga.
Y ADEMÁS LANZA A ADAN AGUSTO
En este contexto, y con este objetivo más que obvio en su futuro, cierra su pinza al destapar groseramente al más puro estilo priísta de los 50, a su secretario de Gobernación, paisano y amigazo -¿cómplice?- Adán Augusto López vía una encuesta a mano alzada realizada a fines de la semana anterior en Palacio Nacional entre diputados federales de Morena, PT y Verde y con el grito de ¡PRESIDENTE!, ¡PRESIDENTE!, ¡PRESIDENTE, para meter así a un tercer precandidato en su sucesión.
Con esta jugada no sólo amplia el número de aspirantes, sino que baja abruptamente, desecha sin más, a la que se suponía su favorita: Claudia Sheinbaum. Y a Marcelo Ebrard lo manda casi al basurero.
El que celebró este tercer lanzamiento fue el candidato presidencial en rebeldía que es Ricardo Monreal, quien vio que, a más destapados oficiales, menos fuerza tienen.
La iniciativa de reforma electoral, sumada a este lanzamiento, les deja en claro a todos los aspirantes -incluido Monreal, quién juega en su propio tablero-, que AMLO no respeta palabra ni a su propia sucesión, y que, así como lanzó ahora a Adán Augusto, puede ampliar el número de aspirantes tanto como se le dé la gana, para al final quizá no apoyar a ninguno de ellos.
Ya el hecho mismo de que quiera cambiar las reglas del juego electoral al cuarto para las 12, dentro de un escenario por demás crispado y confrontado, advierte que sus destapados no tienen ante sí un piso estable, parejo y menos aún confianza en su líder.
Si como aquí planteamos AMLO busca ir a un ambiente social de crisis profunda, Marcelo, Claudia, Adán Augusto y Monreal van a tener que romper con él. Presentarse luego como una alternativa viable de rescate de la estabilidad, el crecimiento y la paz social, con respeto al Estado de Derecho yde las minorías y la pluralidad.
De todos los señalados quien tiene las mayores posibilidades de alejarse de AMLO es justamente Monreal. No es de su Gabinete. Forma parte de un poder distinto, cada vez más lejano de la voluntad totalitaria del mandatario. En el cual además ha surgido una oposición real.
Pero sobre todo el zacatecano puede romper porque ha tenido la audacia de construirse desde hace rato como una alternativa política, democrática, racional, confiable frente a los excesos absurdos casi dictatoriales de López Obrador. Y ha logrado integrar una poderosa red de apoyo entre inversionistas y empresarios nacionales y extranjeros, intelectuales y académicos, científicos, grupos de mujeres y madres solteras, otros muchos como campesinos y agricultores,.
El zacatecano igual cuenta sin duda con una red poderosa de funcionarios, alcaldes, diputados y senadores, gobernadores y grupos dentro de Morena.
Monreal, hablemos claro, no puede simpatizar con la pretendida reforma electoral de AMLO porque alteraría todo su escenario legal, constitucional, de cultura política que él ha ayudado a construir.
Doctor en Derecho Constitucional cree en la fortaleza de las instituciones para el ascenso al poder por la vía institucional. Reforma, sí; pero consensuada, ha dicho.
A ninguno de los aspirantes a suceder a López Obrador conviene ir a un escenario chavista-madurista de polarización social, crisis económica, inseguridad y rompimiento de la gobernabilidad.
A un Maximato lopezobradorista más que cantado.
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