CIUDAD DE MÉXICO.- Estados Unidos y México han acordado una tregua de tres años en la guerra por el maíz transgénico. Tras semanas de tensión y de marchar forzadas en la negociación, los países han convenido que México podrá importar maíz amarillo estadounidense hasta enero de 2025.
De acuerdo con el diario EL PAÍS, con este aplazamiento se zanja la intención del Gobierno de López Obrador de prohibición del arribo del grano genéticamente modificado provenientes del vecino país del norte. El secretario de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Villalobos, ha informado de que si después de ese periodo el país no consigue la autosuficiencia se revisará la emisión de un nuevo decreto presidencial. “Nuestras contrapartes de Estados Unidos han considerado satisfactoria esta respuesta, entregamos un documento para su discusión, posiblemente en la segunda mitad de enero, donde definitivamente este tema quedará resuelto”, declaró en una conferencia de prensa en Sinaloa este martes.
Villalobos reconoció que, aunque este Gobierno ha intentado apuntalar la producción nacional para sustituir dichas compras, no han podido avanzar al ritmo que lo demandan las empresas. “Vamos avanzando, pero nunca en la posibilidad de poderlo sustituir plenamente”, admitió el funcionario. Durante la reunión con su homólogo estadounidense, Tom Vilsack, y Katherine Tai, la representante comercial de Estados Unidos, el Gobierno mexicano defendió que el maíz transgénico no puede ser para consumo humano.
El pulso por el grano transgénico se elevó tras la emisión de un decreto por parte del Gobierno López Obrador, en 2020, donde se establece la eliminación gradual del uso de glifosato y del maíz genéticamente modificado en la alimentación de los mexicanos. El documento señala que se deben erradicar tanto el herbicida como el grano para 2024.
Aunque la prohibición no hablaba de forma directa de las compras de maíz amarillo, insumo vital para la alimentación de animales en el sector agroindustrial, la ambigüedad con la que fue redactado encendió las alertas de las empresas en ambos lados de la frontera.
México es deficitario en la producción de maíz amarillo dirigido a la agroindustria, que emplea almidón y grano para forraje, por lo que requiere importar más de 16 millones de toneladas del grano por año. A diferencia del maíz blanco, que se destina al consumo humano y donde el país es autosuficiente, las empresas agroalimentarias mexicanas dependen de las importaciones para cubrir tres cuartas partes de sus necesidades.
Un negocio pujante del lado estadounidense que quedó sumido en la incertidumbre tras la publicación del decreto de López Obrador. La preocupación comenzó a hacerse eco en noviembre pasado, cuando los legisladores republicanos pidieron el lunes a la Casa Blanca abrir consultas al amparo del TMEC ante un probable cierre de fronteras a las importaciones de maíz transgénico por parte de México.
En una carta dirigida a la representante comercial estadounidense, Katherine Tai, los políticos apuntaron en ese entonces a pérdidas multimillonarias para los agricultores. A esta primera carta, se sumaron las voces de las asociaciones de productores de EE UU: “Como líderes de los productores de maíz de Estados Unidos, le escribimos para expresar nuestra preocupación por la amenaza del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de poner fin a las importaciones de maíz biotecnológico, la principal exportación agrícola de Estados Unidos a México”, expresaron por escrito.
La polémica por el maíz transgénico dividió el debate. De un lado, los productos tanto EE UU como de México advirtieron que el cierre de fronteras al maíz importado supondría un aumento drástico en los costos de la producción y una violación a los acuerdos comerciales binacionales que, incluso, llevarían a México a consultas comerciales bajo el TMEC.
En la otra trinchera, varias organizaciones ambientalistas opuestas al uso de químicos en la agricultura pedían a la Administración mexicana que no cediera ante las presiones de Washington.
Juan Carlos Anaya, director de Grupo Consultor de Mercados Agropecuarios (GCMA), explica que esta tregua supone un balón de oxígeno para los sectores pecuario e industrial de ambos lados de la frontera, un convenio en donde jugó un rol crucial el TMEC.
“La realidad es que ambos países requieren de este acuerdo comercial, en México la producción nacional de maíz no ha crecido y para EEUU, México es su principal cliente de maíz. Esta apertura del Gobierno mexicano para presentar una nueva propuesta es una buena señal, que calma la incertidumbre que había en el sector, pero aún hay muchos detalles que deben aclarar”, menciona.
El especialista precisa que desde hace muchos años los productores mexicanos prefieren comprar el grano de EE UU antes que buscarlo en el mercado doméstico porque hay una mayor oferta disponible y menores costos de transporte. “Es mucho más barato mover maíz de Estados Unidos a Veracruz o a la zona de Tamaulipas, Yucatán, por barco, que mandar por camión del Bajío o Sinaloa”, explicó el especialista. De acuerdo con el análisis de GCMA el transporte de maíz importado es tres veces menor que el traslado del grano doméstico.
AM.MX/fm
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