CIUDAD DE MÉXICO.- La ciudad de México se mantiene como primer lugar nacional en tráfico de órganos humanos, delito que se ha mitificado y que no se ha tomado en serio por las autoridades capitalinas, ya que desde hace aproximadamente 5 años se cayó el mito sobre si existían o no redes de traficantes de órganos en el país y sobre todo en la Ciudad de México.
El día 9 de noviembre de 2018, a las 14:26 horas, un inesperado correo electrónico cimbró en secreto al sistema de salud pública en México. El mensaje contenía una denuncia explosiva: la existencia de una red de tráfico de órganos enquistada en uno de los hospitales privados más conocidos de la Ciudad de México.
De acuerdo con La Opinión de México, el mensaje estaba dirigido a una cuenta oficial de gobierno: jose.aburto@salud.gob.mx, que usa el hoy director general del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) de la Secretaría de Salud, el xalapeño José Salvador Aburto Morales. El remitente era el doctor Francis Delmonico, uno de los médicos más reconocidos en el mundo en trasplantes de órganos y jefe del Centro Médico del Banco de Órganos Nueva Inglaterra en Massachusetts, Estados Unidos.
En dicho correo electrónico y de manera urgente y aterrorizada se mencionaba con suma urgencia y angustia, que un día antes, el 8 de noviembre justo al rayar las 17:32, el doctor Gabriel Danovitch, miembro del Área de Nefrología del Centro Médico Ronald Reagan en Los Ángeles, California, había enviado un correo a varios colegas y al presidente de la Sociedad de Trasplantes de América Latina y el Caribe, Rafael Reyes, para contarles una historia muy grave que no podía quedarse en secreto.
El correo entre los afamados galenos señalaba lo siguiente:
“Mi querido Rafa”, escribió en inglés el doctor Gabriel Danovitch. “Te escribo para ponerte al tanto de un perturbador caso de turismo de trasplantes en México hecho por un paciente mío. El paciente (quien prefiere no ser identificado por su nombre) es un hombre de 81 años que empezó a dializarse hace unos meses. Si bien en mi unidad hicimos varios intentos por encontrarle un donador viviente, todos sus posibles donantes fueron rechazados. Me dijo que tenía altos contactos en México que podían ayudarlo (a comprar un órgano): le aconsejé no hacerlo.
“En junio de este año él recibió un trasplante de un donador vivo por un hombre mexicano de veinte años, a quien no conocía. El procedimiento se hizo en el Hospital Ángeles de la Ciudad de México. No me dio los nombres de los doctores involucrados. Te pido que lleves este caso ante las más relevantes autoridades mexicanas. Sinceramente y con cariño personal, Gabe”.
En menos de 24 horas, el director del Cenatra en México estaba leyendo esa historia en sus oficinas en la zona del Ajusco, al sur de la capital. Muchas leyendas se cuentan sobre el mercado negro de órganos, pero esta era diferente: por fin, había una historia respaldada por colegas con nombre y apellido en el extranjero que exigían una respuesta a un caso concreto.
“Salvador, debe haber una inmediata inspección sorpresa a ese hospital para determinar los detalles del caso”, ordenó el doctor Francis Delmonico al funcionario mexicano. “Pero también para determinar si hay otros casos de trasplantes ilegales con pacientes desde Estados Unidos o países extranjeros”.
El oriundo de Xalapa, Veracruz, José Salvador Aburto Morales no cabía de la sorpresa ni podía dar crédito a lo que leía. Su tarde solo empeoró más cuando advirtió un detalle que había ignorado: no era el único destinatario. En el email estaban copiados, al menos, 25 eminencias médicas de todo el mundo en el campo de trasplantes.
Ahí quedó al descubierto y comprobado que por lo menos de manera institucional estaban operando redes de tráfico de órganos en los hospitales más prestigiados del país y casi todos radicados en la Ciudad de México
Pero las cosas no quedaron ni quedan ahí, desde el 2014 se tiene documentado que una de las aristas de negocios del crimen organizado es precisamente el tráfico de órganos.
A decir de la abogada y activista Delia Quiroga, directora del Colectivo 6 de Marzo y buscadora de personas desaparecidas en México, y quien fue entrevistada a ese respecto por este medio informativo, señaló que ahora eso es una práctica muy común entre los grupos de narcotraficantes.
La abogada mencionó que ahora los ejecutados son llevados de manera inmediata a los semefos y ahí las agencias funerarias ya tienen todo listo para la extracción y venta de órganos, lo cual hacen con hospitales que también como en el caso del Hospital Ángeles, practican ese delito.
Delia Quiroga menciona de forma muy contundente que esto tiene varias aristas, por ejemplo, ya no hay necesidad de dejar a los muertos en las calles, porque se van al mercado negro de órganos en funerarias y hospitales.
A este respecto y para citar una estadística, un riñón en el mercado negro y en hospitales como el antes mencionado, cuesta alrededor de 120 mil dólares, y la lista sigue, Hígado: 150 mil dólares, Médula espinal: 60 mil euros, Páncreas: 120 mil dólares, Pulmón: 150 mil dólares, Corazón: 60 mil dólares. Ante los pocos datos certeros de este delito, suele repetirse uno que estableció la Organización Mundial de la Salud: entre un 5% y un 10% de los trasplantes anuales en el mundo provienen del comercio clandestino.
Los gobiernos mexicanos fingieron durante años que este crimen no existía en el país. Hasta 2018, la Unidad Especializada en Investigación de Tráfico de Menores, Personas y Órganos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada reportó cero sentencias por este crimen.
Eso cambió el año 2021, con el caso de los médicos que vendían córneas en Mexicali, cuando David Méndez Noble fue detenido por agentes federales encubiertos que cargaban con una orden de aprehensión basada en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEITMIO/035/2010- Literalmente esta investigación tenía en cuando menos más de diez años y apenas es el primer caso documentado y judicializado por la Fiscalía General de la República.
Era el último movimiento de una investigación que había comenzado once años atrás, en 2010, cuando un hombre se presentó en las oficinas regionales de la entonces Procuraduría General de la República para denunciar a tres médicos que vendían órganos a sus pacientes.
El denunciante narró que David Méndez Noble, junto con su hermano Antonio Méndez Noble y su papá Antonio Méndez Gutiérrez, todos oftalmólogos, buscaban personas con reciente diagnóstico de muerte cerebral en unidades de cuidado intensivo en hospitales de San Diego, California, y alterando papeles y pagando sobornos llevaban los cadáveres por tierra a Mexicali para sacarles las córneas y ofrecerlas hasta en 2 millones de pesos a sus adinerados clientes, casi todos extranjeros.
Las operaciones, contó el denunciante, se hacían en un cuarto secreto dentro del Instituto Visual del Centro de Oftalmología, un edificio de dos plantas y recubierto con mármol, que desde 2006 se volvió un popular destino de “turismo de trasplantes”. Ahí mismo se entregaba el dinero en efectivo, junto a cuerpos desnudos con las cuencas de los ojos vacías.
Tras varios años de investigaciones encubiertas, grabaciones secretas y pilas de evidencias contra los tres doctores, las autoridades federales ejecutaron las órdenes de aprehensión: primero fueron tras el hijo mayor, luego por el papá y el hermano menor.
¿Cómo sabía tanto? El informante se llama Gontrán Méndez Noble, quien para frenar esa red clandestina tuvo que entregar a su papá y hermanos ante la justicia.
Ahora bien, de las 16 bandas delictivas que operan en la CDMX, a decir de las autoridades capitalinas, se tiene detectadas tres que han incurrido en este tipo de prácticas, siendo estas bandas el cartel Jalisco Nueva Generación, Cártel Tláhuac y Cartel la Unión Tepito.
Estas son las que se disputan ese modelo de negocio y ese nicho de mercado, pero las autoridades mexicanas se niegan a reconocer este delito, que ocurre sobre todo desde el centro del país hasta el sureste y el caribe mexicano, siendo el caribe, los estados de Yucatán y Campeche los que más incidencias tienen, por sus condiciones socioeconómicas, demográficas e incluso étnicas.
La Unidad de Inteligencia Financiera emitió un reporte que, entre enero y julio del año 2021 de los 205 casos que tuvieron en sus manos, 19 expedientes ligadas a grandes sumas de dinero que se hicieron en transacciones estaban siendo investigadas como tráfico de órganos por la Fiscalía General de la República, casos que obviamente no se han resuelto.
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