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jueves, noviembre 21, 2024

Los enemigos íntimos de la democracia

Parte I

(De la vigilancia dura a la vigilancia suave)

Por

Rafael Serrano

 

En su libro “ Los enemigos íntimos de la democracia” (2012), Tzvetan Todorov escribió cuán débil y frágil es el sistema democrático y como éste ha sido usurpado, desde dentro del sistema, por plutocracias y oligarquías. La amenaza más importante está en los que viven de y en la democracia, no solamente “afuera” de los paraísos democráticos: el enemigo es interno más que externo. Y nos recuerda que el capitalismo no tiene una vocación democrática sino que su vocación real es el control autoritario, excluyente, clasista de las personas. Para ello se apropia del discurso democrático, incluso lo extingue. También, Todorov nos señala que el sistema de la democracia representativa que se legitima en las urnas está seriamente dañado y que una buena parte de la población hace tiempo que no cree, no respeta ni confía en la “clase” política. No es un problema solamente de desafección sino de un cambio estructural, sistémico, del capitalismo que resiliencia las innovaciones tecnológicas, en sí mismas emancipadoras, para reconvertirlas en instrumentos sofisticados de dominación: es la historia de la usurpación de minorías rapaces que se sienten mayorías. Las oligarquías devorando ovejas con cara libertaria, creativa, auténtica.

 

Bajo este aliento crítico, uso los  términos de Todorov, “enemigos íntimos de la democracia”,  para referirme al opúsculo  del  filósofo coreano alemán Byung Chul Han: “Infocracia” (2022). En este texto, Han muestra que las oligarquías capitalistas han logrado sostenerse en el poder por su capacidad para adaptarse al avance de las fuerzas productivas que como se sabe son hoy el motor de los cambios sociales. Desde las revoluciones estadounidense, inglesa y francesa, las revoluciones técnico/científicas han acelerado las reconversiones de gran calado y  disuelto o desmoronado las instituciones del pasado antiguo y medieval para construir  la modernidad capitalista cuya característica ha sido el de mutar aceleradamente y mitigar o resolver sus contradicciones. Desde este panorama Byung Chul Han nos propone una  acerada crítica al capitalismo tardío, veamos:

 

Del pastoreo del ganado laboral al pastoreo del ganado consumista

 

En 500 años el capitalismo ha evolucionado de una sociedad de mercaderes que exigían el libre tránsito de las mercancías rompiendo el aislamiento feudal a un capitalismo industrial, imperial/colonial, que convirtió a los sujetos en individuos alfabetizables y mano de obra barata para la  industrialización. Según  Han: “ganado laboral” que hay controlar y vigilar. Surgen los Estados-Nación como entidades autónomas/soberanas compuestas de individuos “libres” reconvertidas en sociedades de masas urbanas que eligen a sus gobiernos a través del voto: “ganado laboral” en modo extensivo que exige un “pastoreo” en potreros ideológicos.

 

Novedad  que exige una legitimación del poder a través  del control de las energías sociales (el trabajo) y del cuerpo social e individual. Lo que Han llama bio-política cuyo objeto es controlar a los individuos a través de una  vigilancia “disciplinar”: crear cuerpos dóciles, sumisos y obedientes; “productivos” y “rentables”. Tal y como lo describió y comprendió Foucault en “Vigilar y castigar”. La escuela, la Iglesia  y la fábrica son los ejemplos de los “potreros” domesticadores (Nietzche dixit).

 

Informar y comunicar han sido siempre, en la edad de hierro del capitalismo, la manera en que se conforma y se legitima la hegemonía; a través de la ideología (falsa conciencia) narrada, internalizada e informada cotidianamente y conversada en “libertad”: ¿Como ha evolucionado? Siguiendo a Han: hemos pasado de un sistema de información y comunicación centrado en controlar el espacio y el tiempo de los individuos/personas a un sistema comunicativo que ya no está centrado en el control de los cuerpos de las personas (“bio-política”)  sino en el control la mente de los cuerpos (“psico-política”). Hemos pasado de un “capitalismo disciplinar” a un “capitalismo de la información”, a una “Infocracia”. Ahora  en los llamados tiempos “posmodernos”,  los individuos se reconvierten de “ganado laboral” en “ganado consumista”. Han nos señala que ambos regímenes  producen y reproducen ordenes  de control social, son poderes. Pero con con lógicas y estrategias de diferentes.

 

En la sociedad disciplinar,  el control social del poder se ejercía y se sigue ejerciendo a través de los medios de comunicación de masas: primero el libro y el periódico; después el cine, la radio y finalmente  la televisión. Este sistema de producción, distribución y consumo de información creó una opinión pública “disciplinar”: acotada, sumisa y obediente a las oligarquías. La democracia basada en el acuerdo para hacer o en la Voluntad General construida desde la discusión de los asuntos públicos  naufragaba en las aguas mediáticas que todos los días inundaban  la vida pública y privada bajo la mirada del “Big Brother“ político que creaba consensos espurios y los hacia legítimos.

 

Surgió  una medio-cracia y su comento-cracia que soplaban el fogón de la democracia disciplinar. Aparecieron  “los públicos” como entidades discursivas imaginarias: los “sectores” obrero, campesino o empresarial; entidades abstractas que podían movilizarse con escenografías y coreografías tanto mediáticas como presenciales:  el “acarreo” para “destapar” candidatos seleccionados por la élite o las ceremonias para consagrar a un gobernante. En este capitalismo disciplinar,  los públicos, “audiencias”,  eran cooptados por las estructuras clientelares del gobierno y desmovilizados para defender una causa. El sistema mediático, se convirtió en un “industria manipuladora de las conciencias” (Enzensberger).

 

Controlar el cuerpo social e individual se volvió estratégico. Lo hizo usando tanto la violencia simbólica como la dureza de la real: la represión y la supresión. La primera se ejerció y se ejerce todavía en los medios  de “masas” a través de bustos parlantes (comentaristas, presentadores y lectores de noticias)  y la segunda, para reprimir y suprimir a los insumisos y evitar sus movilización (como ha sucedido en Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia y recientemente en el Perú) con el uso de la violencia represiva/supresora (la policía, el ejército o bandas delincuenciales).

 

En la sociedad de la vigilancia se hacen visibles los gobernados no los gobernantes, los cuales, dice Han, son públicos masivos: “audiencias” o “teleaudiencias” infantiles, juveniles, adultas; masculinas o femeninas o regionales. Pero masivas; es decir, sin distinción ni diferenciación  individual, aislados por una máquina panóptica (medios masivos) que opera con las lógicas de la rentabilidad del mercado capitalista. En este Régimen, disciplinario, se  “expropia” el cuerpo y sus energías (trabajo y tiempo existencial); se sanciona o acota la crítica racional: reprime y suprime la disidencia desde el control del emisor institucionalizado (medio-cracia). La “ciudadanía” se visibiliza como “públicos” o “audiencias” segmentados por su edad, sexo y hábitat. Los medios se convierten en potreros mediáticos que pautan la vida política, social y la vida cotidiana (privada) del “ganado laboral”.

 

La pantalla televisiva se convierte en el medio de medios del Régimen disciplinar. Abraham Moles llamaba a la televisión “periscopio para observar la realidad”, el cual nos permitía ir más allá de lo escrito y hablado, un periscopio con mirada panóptica pero que “seleccionaba” un “trozo de la realidad” que aún siendo “fragmento” mostraba un mundo ampliado, diverso, contradictorio (un index). Sin embargo, el control del periscopio  lo tenía y lo tiene el Big Brother estatal/empresarial. Poseer los medios fue y es todavía factor determinante para conservar el poder.  Aunque este dominio ideológico, ha dejado de estar centrado en los medios y por tanto caminamos a un nuevo modelo, ahora distal y poli-céntrico, con nuevos e inquietantes cambios. Se disuelve el régimen disciplinar y emerge el “régimen de la información”. Pasamos de la  “mediocracia” a la “infocracia.

 

El Régimen disciplinar, controlado comunicativamente por  emisores institucionalizados (oligarquía mediática) ha comenzado a disolverse. Se caracteriza por una crisis sistémica que afecta su modelo de negocio anclado en la manipulación industrial de las conciencias para favorecer mercados masivos; a una infraestructura obsoleta y cara;  y a un modelo informativo y comunicativo anclado en el monólogo. Este sistema se encuentra en crisis pero no ha caducado, vive momentos líquidos (“liquid moments”); en tránsito a un “Régimen de la información”. Nos dice Han:

 

“El factor decisivo para obtener el poder no es ahora la posesión de medios de producción, sino el acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolítica y el control y pronóstico del comportamiento. El régimen de la información está acoplado al capitalismo de la información, que hoy deviene en un capitalismo de la vigilancia y que degrada a las personas a la condición de datos y ganado consumidor.” (Infocracia, 2022)

 

 

Ahora la vigilancia se ejerce con la “psico-política” ya no solamente con la “bio-política”. El control ya no se centra  en las energías y los cuerpos sino en los datos generados por la comunicación haciendo creer a las personas que son libres, auténticas y creativas:

 

“En la sociedad de la información, los medios de reclusión del régimen de la disciplina se disuelven en redes abiertas. El régimen de información se rige por los siguientes principios topológicos: las discontinuidades se desmontan en favor de las continuidades, los cierres se sustituyen por aperturas y las celdas de aislamiento por redes de comunicación. La visibilidad se establece ahora de una manera completamente diferente: no a través del aislamiento, sino de la creación de redes.” (Infocracia, 2022)

 

Un triunfo cultural del capitalismo tardío. Ha logrado  ejercer un control “blando” sobre las conciencias. Ha Logrado que voluntariamente la gente se auto-explote y se auto-enajene. El Régimen de la Información es “libertario”, “amigable”, “narciso”, “transparente”, “visible” dominado por la inteligencia artificial y las cajas negras de los algoritmos: la Infocracia. Cuestión que analizaremos en la segunda parte de los “Enemigos íntimos de la democracia”.

 

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