Francisco Gómez Maza
La violación de niños clama venganza
Los demonios desatados en la Iglesia
Lo que siempre ha pasado en el seno de las congregaciones calificadas de religiosas, en su propio lenguaje bíblico, “clama venganza al cielo”.
Escandalizar a los pequeños es una de las peores, abyectas injusticias. Violar a pequeños, niños y niñas, detrás de la vestimenta talar los tendría que declarar reos de muerte. No hay calificativos suficientemente expresivos para un acto de tal naturaleza.
Estos violadores con sotana – los hay también sin ella y, juntos, hacen millones – merecen ser arrojados al mar con una piedra de molino colgada al cuello.
La misma biblia, su libro sagrado y también el Corán, el de los violadores, de acuerdo con la versión modernísima de la Nueva Biblia Latinoamericana, advierte a todos: “Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que escandalizar (hacer tropezar) a uno de estos pequeños.” Así, tajante. (Un buen dato para el debate jurídico en torno a las penas o la pena para un violador de niños, y también de jovencitas, jovencitos, mujeres y hombres).
Las estadísticas no valen. Cuántos son los violadores, cuantos los violentados. Qué más da. La cantidad es infinita. Vengo oyendo de curas violadores desde que tengo memoria y ya pasó un buen tiempo. No cuentan los números. Cuentan las experiencias de muchos niños, varones y mujeres, que han sido, y que siguen siendo, violentamente, atacados por malvados, perversos ministros religiosos (no creo que estén enfermos porque la enfermedad no da para ser tan diabólico).
Además, cuando los ordenan o consagran al sacerdocio en la catedral de su obispo o en su parroquia, hacen votos de castidad. Doble delito: incumplen la promesa de ser castos. Eso me importa un pito. Y violan a un niño o a una niña. Y se hacen reos, no de la condenación eterna de la cual nadie sabe absolutamente nada, e importa un bledo, sino de la justicia humana; de la venganza de la ley. Pero la ley, los legistas, los “procuradores de justicia”, los jueces civiles, los obispos, el papa siempre se habían hecho de la vista gorda. Es más, protegían a estos reos de muerte.
Pero a partir de la segunda mitad del siglo XX se incrementó el número de denuncias por abuso sexual infantil en todas sus variedades por parte de religiosos católicos. En los últimos años, cobraron relevancia los casos de Irlanda, Estados Unidos, Alemania, México y Chile, donde hubo cientos de acusaciones de pedofilia.
El escándalo alcanzó a congregaciones como la Legión de Cristo, fundada por el sacerdote de infeliz memoria, Marcial Maciel, quien desató a los demonios violadores en su congregación; ocasionó la renuncia de los obispos irlandeses de Cloyne, John Magee, y de la diócesis de Kildare y Leighlin, quienes reconocieron haber sido negligentes ante las denuncias de pedofilia por sacerdotes en sus diócesis; y ha llevado a la cárcel a varios sacerdotes católicos.
En abril de 2010, Roger Joseph Vangheluwe dimitió como obispo de Brujas por haber abusado sexualmente de un joven cuando era sacerdote y al comienzo de su episcopado. Organizaciones de víctimas de pedofilia han señalado que los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI tienen responsabilidad al haber encubierto abusos, o bien omitido las denuncias.8
La Santa Sede, por voz de Benedicto XVI, ha condenado la pedofilia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa, en los últimos años de la primera década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda, el máximo jerarca católico ha reconocido la actuación “insuficiente” de la Santa Sede en los casos de pedofilia denunciados y reconoció que se trataba de actos criminales que dañaron a las víctimas y han dañado la imagen de la Iglesia en el mundo; actos por los cuales los sacerdotes “deberán responder —dijo el papa— ante Dios y los tribunales debidamente constituidos”.
El papa Benedicto XVI reconoció públicamente los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, pidió perdón a las víctimas y sostuvo que los culpables debían responder ante los tribunales. Así mismo, el papa Francisco publicó una carta dirigida 2al Pueblo de Dios”, el 20 de agosto de 2018, en la que condena los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes. El director de la Sala de Prensa del Vaticano indicaba que el papa Francisco decía que se necesita urgentemente que los culpables rindieran cuentas, no sólo los que cometieron esos crímenes, sino también aquellos que los cubrieron. Lo cual en muchos casos incluye a los obispos. Además de hacer un llamamiento a toda la Iglesia Católica para que se adoptaran las medidas de protección necesarias en todas las instituciones. y que el texto del papa “es para Irlanda, para Estados Unidos; es para Chile, pero también para el resto de fieles que conforman el pueblo de Dios.”
Y las autoridades civiles parecen hacerse de la vista gorda ante las tropelías de muchos ministros religiosos con niños y adolescentes. Y eso que no tocamos el acoso y violación de mujeres y de monjas.
“Con la iglesia hemos topado, Sancho”, como el Caballero de la Luna le dice a su fiel escudero cuando se encuentran con los curas.
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