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El filósofo y miembro de la Real Academia Europea de Doctores fue el conferencista de la 42° Cátedra de Arte Sacro realizada en la Universidad de Monterrey; exalta el valor de dejar al lado la indiferencia para acudir al auxilio del prójimo
A saber de Francesc Torralba Roselló, filósofo, teólogo, miembro de la Real Academia Europea de Doctores y consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de la Santa Sede, la pandemia de COVID-19 dejó en claro la vulnerabilidad del humano: es capaz de ser herido por un virus diminuto. Ante esta condición frágil, ofrece un antídoto: el cuidado del otro basado en la atención, la solidaridad y el cultivo de posibilidades.
El pensador expuso estas ideas durante la charla “La vulnerabilidad del mundo. Descifrar la crisis global”, con la que aperturó la 42° Cátedra de Arte Sacro, realizada el 30 y 31 de enero en la Universidad de Monterrey (UDEM).
“El ser humano es un ser frágil, que se quiebra. Un ser que puede caer, y de hecho cae, no solo en el sentido físico -tropezamos, caemos- sino en el sentido moral también: nos equivocamos, erramos. Por eso necesitamos procesos de regeneración, de reconciliación, de restauración”, señaló Torralba Roselló.
Entonces, ¿qué valor es imperativo cultivar ante la vulnerabilidad? Es el cuidado, argumentó el español: “el cuidado requiere atención, requiere disponibilidad. Y cuidado requiere olvidarse de uno mismo y estar dispuesto a ofrecerse al otro”, dijo, “cuidar de alguien es, en primer lugar, romper la indiferencia: me importa cómo estás, me importa lo que te pasa, me importa lo que sientes”. También aseveró que la velocidad del mundo actual en repetidas ocasiones dificulta semejante atención.
Agregó que el cuidado es, aparte, el desarrollo de las posibilidades que abonen al llamado de ayuda del prójimo: “tenemos un sinfín de posibilidades. De hecho, yo creo que en eso consiste el cuidado: responder a estas necesidades, pero desarrollar sus posibilidades. Y esa posibilidad cuidada puede adquirir una madurez que luego se convierte en un talento que dé mucho fruto a la sociedad”.
En el segundo día de actividades se llevó a cabo la presentación de la semblanza Florencia Infante o la Infancia Florecida, la cual esboza el trabajo filantrópico de Florencia Infante de Garza, presidenta-fundadora de la Cátedra de Arte Sacro.
La labor que culminó en la publicación de este título comenzó en 2017, cuando el Padre Manuel Olimón proyectó un libro sobre la mencionada impulsora de las artes. Para ello, realizó un sondeo entre varias personas que la conocen. Tras la muerte de Olimón, le confiaron al Padre José Antonio Merino terminar la obra.
“Desde que tengo recuerdos de mi infancia hasta el día de hoy, en este momento, la palabra que ha enarbolado mi vida, mis anhelos, mis ilusiones, mis sensaciones y mis resultados ha sido ‘amor’”, dijo Infante de Garza tras recibir un ejemplar de las manos de Carlos García González, vicerrector de Educación Superior de la UDEM. La Editorial Grañén Porrúa respalda el título.
Constituida en 1998, la Cátedra de Arte Sacro brinda un foro en donde, además de promover el arte sacro, se educa a sacerdotes, seminaristas y público en general para cuidar y conservar el patrimonio del arte religioso. La UDEM resultó elegida sede para ello.
Fuente Comunicae