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sábado, noviembre 23, 2024

China vs. URSS: masacre en medio de la nada

Luis Alberto García / Ussurivsk, Rusia

* La isla de Damanski, teatro bélico en el río Ussuri.
* Cuando la paz mundial fue puesta en riesgo en 1969.
* Cuba, primer aviso sobre una conflagración mundial en 1962.
* Muerte de trescientos soldados soviéticos en un conflicto fronterizo.
* Los jefes del Kremlin no podían pasar por alto ese incidente.
* En respuesta, hubo ataque sorpresa contra los chinos.

Esta es, en breve, la historia poco conocida de un conflicto, que explica las razones y sinrazones que casi llevan a una Tercera Guerra Mundial y de qué manera estuvieron a punto de comenzarla la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Popular China a fines de la década de 1960.

La primera gran amenaza de enfrentamiento entre dos naciones poderosísimas que estuvo a punto de desatar una tercera conflagración universal, ocurrió en octubre de 1962 con la llamada “Crisis de los misiles”, cuando el gobierno de Estados Unidos descubrió que el régimen revolucionario de Cuba había instalado cohetes nucleares soviéticos que apuntaban a su territorio desde la isla.

Curiosamente, un conflicto fronterizo por un pequeño territorio insular en el Lejano Oriente, la isla de Damanski- estuvo a punto de provocar una guerra a gran escala, y la pregunta que los politólogos de entonces se hacían era cómo se consiguió detener esa disputa bélica.

Todo comenzó por un motivo nada menor que encendió las alarmas, primero en Moscú y luego en Pekín, la mañana del 2 de marzo de 1969, cuando 300 soldados chinos -que el día anterior habían caminado sobre el helado río Ussuri-, atacaron a 55 guardias fronterizos soviéticos en la isla Damanski.

Fue una masacre que los jefes del Kremlin no podían pasar por alto: “Mataron a la mayoría de nuestro personal militar a quemarropa”, recuerda Yuri Babanski, teniente general retirado y héroe de la Unión Soviética, que sobrevivió ese día, a diferencia de muchos otros guardias fronterizos que cayeron acribillados por las tropas chinas.
La ayuda llegó de un puesto fronterizo vecino cuando el teniente Vitali Bubenin, utilizando carros blindados, lanzó un ataque sorpresa contra los chinos y los obligó a retirarse de la isla; pero la lucha no había terminado luego de aquella masacre en medio de la nada.

La isla de Damanski era un pequeño pedazo de tierra deshabitado (0,74 km cuadrados) en el río Ussuri que servía de frontera entre la Unión Soviética y China, cercana a la desembocadura fluvial en el mar de Japón, de Ussurivsk y Artem del lado ruso, y de Wangcheng del chino, población vecina de la importante ciudad portuaria de Vladivostok, territorio marítimo de la URSS oriental.

Situada más cerca del lado chino, la isla ya había sido objeto de una seria disputa fronteriza en la década de 1960, y es que según el derecho internacional, la frontera debería haber estado situada en el centro del Ussuri; pero Moscú mostró un acuerdo de 1860, que colocaba el límite en un banco de arena chino sobre las aguas del río.

La primera escaramuza protagonizada por soldados chinos –casi un enfrentamiento en toda forma- ocurrió en Damanski el 7 de febrero de 1969, dando lugar a un calentamiento de ánimos inicial, pocas semanas antes del enfrentamiento directo, cuando los chinos provocaron a los guardias fronterizos soviéticos, exigiendo la isla para China.

“A lo largo de 1968 y 1969 solían entrar en el hielo cerca de nuestra isla con garrotes, hachas y a veces con pistolas… Luchábamos contra ellos; pero solo mano a mano hasta el 2 de marzo”, explica Babanski.

Poco después, Damanski -Zhenbao, como llamaban los chinos a ese islote- se convirtió de en verdadero campo de batalla: el 15 de marzo una división de infantería atacó la isla, obligando a los soviéticos a retirarse tras varias horas de combates intensos que, enfurecidos, respondieron al fuego pesado de los lanzacohetes desde la orilla opuesta y aniquilaron al enemigo.

Esto detuvo la lucha que mató a 58 soldados soviéticos y a cerca de cien efectivos chinos, acción que hizo recordar que, en la década de 1960, la Unión Soviética y la China de Mao Tse-tung afirmaron defender el socialismo y oponerse al capitalismo occidental.

¿Cómo se degradaron sus relaciones hasta llegar a un enfrentamiento militar?, se pregunta Yuri Babanski desde su retiro hace algunos años, responde que “diez años antes, el presidente Mao había sido amigo de Moscú, después de que el dictador Iósif Stalin apoyó al Partido Comunista de China y de que el Gran Timonel ganara la guerra civil en octubre de 1949, tomando la mayor parte de China (excepto Taiwán) bajo su control.

Al visitar Moscú a fines de ese año, Mao pidió “diez mil años de amistad y trabajo mutuo entre China y la Unión Soviética”, para firmar en 1950 un tratado de amistad, alianza y asistencia recíproca contra Occidente, cuando la Guerra Fría recién aparecía en el frente político mundial.

La República Popular China envió de inmediato un ejército de un millón de “voluntarios” a luchar en la guerra de Corea, donde ambos países apoyaron al Norte hasta el final de l conflicto en el cual se involucró Estado Unidos hasta 1953.

Al mismo tiempo, la Moscú ayudó a Pekín a diseñar su industria pesada, cuando China seguía siendo un país pobre, agrícola y sobrepoblado y miles de especialistas soviéticos participaron en la creación de una sólida infraestructura; pero la alianza de dos gigantes rojos no duró mucho.

Después de la muerte de Stalin en marzo de 1953, la relación entre las potencias comenzó a empeorar: Mao sintió que podía seguir su propia política, ya que despreciaba la dirección de “coexistencia pacífica” que Nikita Krushchev había lanzado entre el bloque socialista y Occidente, que se mostró en una celebrada visita del premier soviético a Estados Unidos.

El simpático dignatario nacido en Ucrania, militante activo de la Revolución de 1917, héroe de la Gran Guerra patria contra los nazis en la batalla de Stalingrado, cauto personaje que trabajó políticamente correcto sucedió a Stalin en el más alto cargo de la Unión Soviética en 1956 se mostró encantado con las cocinas integrales y la modernidad.

En esa gira por la Unión Americana estuvo feliz y sonriente ante la recepción que recibió por parte de los estadounidenses, sus otros rivales que aparentaban que la Guerra Fría había concluido, cuando justamente empezaba otro enfrentamiento, esta vez con la China de Mao, el dragón dormido de Oriente.

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