VIGO, GALICIA, ESPAÑA.- Simpatizar con la República no solo tuvo un precio en vidas, también en dinero. En Lugo, la represión económica se hizo notar desde los primeros meses de la Guerra Civil, dejando a muchas familias al borde de la ruina.
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Vigo Julio Prada Rodríguez cifra —tras consultar los archivos del Banco de España— en 471.520 pesetas (casi 3.000 euros) la cuantía que los lucenses pagaron en multas desde el inicio de la Guerra Civil, en julio de 1936, hasta finales de ese mismo año.
Lo que era multable
Las multas eran impuestas por el gobernador militar o el gobernador civil (hoy subdelegado del Gobierno). Eran sanciones por no simpatizar con el Movimiento Nacional, relacionadas con el pasado político y social, por ser sospechosos de haber votado al Frente Popular (de izquierdas) o por participar en sindicatos. Otro motivo de multa eran las ofensas al bando franquista.
El procedimiento de sanción
Esta masiva imposición de multas en Lugo comenzó a descender en enero de 1937, cuando se regulamentó el procedimiento de sanción. Por lo general, se hacía de la siguiente manera: el comandante militar recibí un informe del cura o de un falangista sobre una persona sospechosa de ser contraria al régimen y se le imponía una multa. Las sanciones no se podían recurrir. Si no se ingresaba el dinero, había un embargo.
Los fuxidos
La razón por la que el bando franquista fue especialmente duro con las multas en Lugo en los primeros meses de la contienda es debido, entre otras cosas, a que fue una provincia en la que hubo un gran número de fuxidos, que eran aquellas personas contrarias al régimen y buscadas por la Justicia por sus ideas políticas.
Las suscripciones “voluntarias”
Además de las multas, también se ejercía presión sobre el pago de donativos para el Ejército franquista. En la mayoría de los casos, no eran voluntarios, aunque se les llamaba suscripciones “voluntarias”. Y no dar este donativo era objeto de multa.
En la sucursal del Banco de España en Lugo había una cuenta a nombre del Tesoro en la que, solo en abril de 1937, los lucenses aportaron, en teoría voluntariamente, 2,4 millones de pesetas (algo más de 12.000 euros) a la guerra a través del bando franquista.
Aunque la cantidad era importante para la época y también para el nivel económico de la mayoría de la gente, los lucenses fueron los gallegos más reacios a contribuir con este tipo de donativos. De hecho, ese mismo mes de abril de 1937 la recaudación en Ourense fue el doble: 5 millones de pesetas (unos 30.000 euros).
Requisas de dinero, propiedades y ganado
La misma cuenta del Tesoro que había en el Banco de España refleja otro dato: la incautación del dinero a las sociedades obreras lucenses en el inicio de la guerra, que ascendió a 26.232 pesetas (algo más de 120 euros).
Pero no solo se incautaba dinero, también se incautaban propiedades y ganado. En concreto, en Lugo y A Coruña el régimen se hizo con mucho ganado de la gente considerada de izquierdas que luego se utilizaba para suministrar de carne a las tropas.
Pese a que pueda parecer lo contrario, las requisas no fueron una medida de represión económica, ni tampoco un castigo político dado que los bienes solían ser devueltos.
Se requisaba de todo en función de las necesidades del Ejército: coches, ganado, pisos para el alojamiento de las tropas, hospitales para los heridos.
Hubo viudas que se vieron obligadas a alquilar el piso o parte de él en estas requisas y eran indemnizadas con el pago de un alquiler aunque muchas viviendas sufrieron daños.
AM.MX/fm
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