Mouris Salloum George
En la franja oscura de la República, por el PRI, a punto de ser echado al basurero de la historia, como lo fue de Los Pinos dos veces en 18 años. En la zona amable, en cambio, esperan refrescantes aguas bautismales aquellos tránsfugas que pujan por nuevas franquicias que serán resueltas a finales de agosto por el Instituto Nacional Electoral (INE).
El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova declaró anoche que se hace la compulsa de la documentación entregada por los solicitantes de nuevas patentes de Corso. Hasta que pasen por la prueba del ácido, por lo pronto no hay nada para nadie.
Para 2020, al partido que fue casi único en México, que ganaba de todas, todas, los órganos de verificación le reconocieron sólo un millón 539 mil 320 miembros efectivos. No todos los miembros efectivos son auténticos militantes del priismo. Hay mucha broza.
En la danza macabra de 21, se juegan 15 gubernaturas
La hora macabra: En 2021 la tómbola electoral pone en juego las gubernaturas de 15 estados: En ocho -de 12- gobierna todavía el tricolor. Cuatro -de 11-están en manos del PAN. A tercios se reparten una el PRD y Morena y la tercera la ejerce un independiente.
Las campanas tocan a duelo también por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), precisamente en el estado del que fue gobernador su fundador y líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano: Michoacán.
Al frívolo Silvano Aureoles Conejo le quedó grande la yegua y se limita a esperar el acta de defunción de los restos que dejó la izquierda “políticamente correcta”; la de Los chuchos.
Morena expone en 21 la gubernatura de Baja California, donde al empresario Jaime Bonilla Valdez se le hizo bolas el engrudo, tratando de extender a cinco años el mandato que le fue dado para dos, pero fue atajado por las instancias jurisdiccionales federales.
El PAN parece -sólo parece- cabalgar en caballo de hacienda, percepción que su jefe nacional, Marko Cortés pretende capitalizar alzándose con la candidatura para Michoacán. El que juega en solitario, es Jaime Rodríguez Calderón, en Nuevo León.
La Conago pretendió mantener vivo el Pacto Federal
Entre las 15 gubernaturas en disputa para 2021 aparecen las de Tamaulipas y Chihuahua, bajo dominio azul. Colima, es controlada por el PRI; Michoacán por el PRD y, Nuevo León, por Rodríguez Calderón.
Apartar esos estados para efecto de este tema, hace sentido porque el PAN le pegó en la línea de flotación a la Conferencia Nacional de Gobernadores y formó su propio sindicato. Los actuales mandatarios de esas entidades se han alineado con otros seis en lo que bautizaron como Alianza federalista, que ha entrado en colisión con la Cuarta transformación.
Esa alianza empezó a perfilarse desde 2018 y comenzó a tomar forma orgánica en 2019 en que la Cámara de Diputados federal revisó para su aprobación las iniciativas del Presupuesto de Egresos de la Federación para los sucesivos ejercicios fiscales.
En tiempos de pandemia, los aliados están reclamando a Palacio Nacional la convocatoria a una Convención Nacional Hacendaria, siempre con las participaciones federales a los estados como leitmotiv.
A finales de julio, esos mandatarios lanzaron un globo de sonda exigiendo -exigir es el verbo- la renuncia inmediata del subsecretario de Salud, Hugo López-Gattel y acusando al gobierno federal de politizar el combate al Covid-19.
Deuda pública de 800 mil millones de pesos y tesorerías vacías
Como trasfondo de la tragicomedia política, está la acumulación histórica de deuda pública de todos los estados de la República, del orden de más de 800 mil millones de pesos; en algunos casos, contratada a plazos hasta de cuatro y cinco sexenios.
De lo anterior, se infiere que las tesorerías de los gobiernos de los estados están en insolvencia financiera para costear las campañas electorales de sus partidos en 2021; particularmente, en los 15 que tienen cambio de jefe del Poder Ejecutivo.
Tenemos, pues, que el nuevo federalismo fiscal por el que fingen bregar los gobernadores beligerantes, no es más que una mascarada para fondear sus secretarías de Finanzas, que requieren recursos dinerarios para echar el resto por la permanencia de sus partidos en el poder estatal.
Poner ahora como coartada el Covid-19, es un desesperado y deleznable alegato, cuando hay algunos mandatarios que, lejos de ponerse en frecuencia con la emergencia nacional, han ocupado partidas extraordinarias a fin de cavar tumbas para las víctimas de la pandemia que, según los alarmistas socios de la Alianza Federalista, tira ya a convertirse en crisis humanitaria. Lo dicho: Todos pretenden servirse del coronavirus. No se vale
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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