Por Mouris Salloum George*
Cuando el sonorense Plutarco Elías Calles lanzó la convocatoria para fundar en 1929 el Partido Nacional Revolucionario (PNR), lanzó una frase inolvidable: Los reaccionarios también son mexicanos.
El asesinato, en julio de 1928, del presidente reelecto Álvaro Obregón, también sonorense, hacia imperativa una formación política incluyente, que pusiera fin a la era de los caudillos, militares todos, tanto de las facciones triunfantes, como las derrotadas.
En la tipología del siglo XIX, el término reaccionario se aplicaba no sólo a los conservadores, sino aquellos que cultivaban nostalgias monárquicas.
Después de promulgada y puesta en vigor la Constitución de 1917, esas categorías fueron reunidas e identificadas bajo un genérico: Contrarrevolución.
Los reaccionarios prefirieron el “partido del retroceso”
Algunas vertientes reaccionarias no se tragaron la rueda de molino del PNR. Prefirieron buscar su propia opción y promovieron la fundación del Partido Acción Nacional (PAN), que nació en 1939, tipificado por sus detractores como el partido del retroceso.
Devenido el PNR, Partido Revolucionario Institucional, el tricolor tuvo sus pilares en los sectores agrario, obrero y popular. Hasta la década de los setenta, algunas iniciativas internas propusieron crear el sector empresarial. Aunque algunos hombres de negocios ya militaban en el PRI, no prosperó la proposición de crear el cuarto sector.
El Maquío Clouthier le puso el cascabel al gato político
En esa misma década, especialmente desde Monterrey, los empresarios empezaron a infiltrar el partido azul que, desaparecidos ya los padres fundadores, mezcló en su directorio nacional a personajes de los directorios de la iniciativa privada, hasta que, en 1988, el ex presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana y del Consejo Coordinador Empresarial, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón fue nominado a la presidencia de la República.
En lo sucesivo, el PAN cedió las candidaturas de los estados más importantes a conspicuos representantes del poder económico. Para 1989 ya tuvo su primer gobernador en la persona de Ernesto Ruffo Appel, en Baja California, reclutado entre la clase patronal.
Vicente Fox, hasta ahora, no ha sido reconocido por el poder económico como empresario, pero para granjearse la voluntad de ese sector declaró su gobierno como uno de los empresarios, de los empresarios y para los empresarios.
José Luis Barraza terminó por quitarle el antifaz al CCE
En la campaña de sucesión del guanajuatense en 2005-2006, sin más caretas, el Consejo Coordinador Empresarial, presidido por José Luis Barraza, militó paladinamente en la candidatura panista de Felipe Calderón. Al tiempo, el propio Barraza contendió como independiente por la gubernatura de Chihuahua.
Hacia 2018, prominentes hombres de negocios arrimaron su sardina al fogón del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). El caso más emblemático y controvertido, es el del bajacaliforniano Jaime Bonilla Valdez, en trance entre un periodo de dos años o cinco años, según lo sentencie la Primer Sala de la Suprema Corte de justicia de la Nación.
Salazar Lomelín en Nuevo León; De Hoyos por la grande
Viene el asunto a tema, porque en corrillos políticos y medios de comunicación locales, con rumbo a 2021, se habla como prospecto a la candidatura al gobierno de Nuevo León, del presidente del CCE, Carlos Salazar Lomelín; regio él, aunque su nombre es acompañado por el del empresario Alfonso Romo, jefe de la Oficina de Presidencia en Palacio Nacional.
Más visible es el nombre del presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), el bajacaliforniano Gustavo de Hoyos; éste, sin embargo, con un misil de más largo alcance: Hasta 2024.
Como estación intermedia está 2021. De Hoyos ha puesto a caballo talleres para la formación de nuevos cuadros políticos en cada uno de los 300 distritos electorales del país. Sus catalejos alcanzan a ver el relevo de Andrés Manuel López Obrador.
Por lo visto, ya no es el PAN la correa de trasmisión del empresariado hacia posiciones de poder político en todas sus escalas. A decir verdad, no falta legitimidad a las aspiraciones de esos francotiradores. Como lo reconoció Calles en 1929, los reaccionarios también son mexicanos. Vale.
(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
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