Luis Alberto García / Petropávlovsk-Kamchatski, Rusia
* “El legendario barco de los animales no está en Armenia”.
* Por decreto, Kamchatka preserva a la fauna más diversa.
* La mayor densidad de osos pardos en el mundo.
* También hay lobos, zorros, linces, martas y nutrias marinas.
* Salmones en abundancia, proceden de las aguas peninsulares.
* Los pioneros rusos despojaron a los pueblos originarios.
La población de la península de Kamchatka -492 mil habitantes- es mayoritariamente rusa, con una minoría étnica importante integrada por cerca de quince mil koriakos, que viven al Norte de la península, en la región autónoma de Koriakia, territorio densamente habitado por la fauna más diversa que pueda imaginarse.
Con el fin de proteger a los cientos de especies animales peninsulares, el 23 de octubre de 2005 se realizó un referéndum –que luego fue decreto- para la fusión de la División Administrativa (óblast en ruso) de Kamchatka y la de Koriakia para formar el krai de Kamchatka, y así impedir la extinción de ellas.
El resultado fue favorable e implicó la fusión, que se hizo efectiva el 1 de julio de 2007, día considerado, si no fiesta nacional, sí un día que recuerdan ahora y a futuro estos remotísimos peninsulares que cuidarán aún mejor a mamíferos, aves, cetáceos y peces que son su sustento.
Y si algo enorgullece a ese casi medio millón de seres humanos que habitan la enorme franja de tierra, es la fauna tan variada que posee, y es tal número de especies animales que se considera el arca de Noé de Rusia.
“La nave de los animales de Noé quedó anclada en Kamchatka y no está en el monte Ararat de Armenia”, dice sonriente Mijaíl Mijaílovich, cuidador del Parque Nacional de Kulakhan, en donde viven miles de ejemplares de esa fauna.
Este fenómeno de convivencia también ha sido resultado de los climas coexistentes, de la geomorfología local y del gran número de ríos, de las aguas ricas del mar de Bering y del mar de Ojotsk, al Noroeste del Océano Pacífico.
A ello se suma la baja densidad demográfica y el mediano desarrollo de la economía, y a pesar de todo, la explotación comercial de los recursos pesqueros y el antiguo comercio de las pieles han producido daños importantes en varias especies.
Entre los mamíferos terrestres, Kamchatka se conoce por la abundancia y el tamaño de sus poblaciones de osos pardos, y es que en la reserva natural de Kronotski hay una población estimada en 350 ejemplares por cada millón de hectáreas.
También se preservan lobos, zorros árticos, chinchillas, linces, glotones, martas cibelinas, comadrejas, y especialmente las nutrias marinas, cuya presencia en aquellos mares provocó la llegada de cazadores, que además de abrir a la civilización esos lugares que, para satisfacer la vanidad ambiciosa de la nobleza zarista, casi las extinguen por el altísimo valor y calidad de sus pieles.
También se cuida a especies de grandes ungulados –ciervos, renos y alces-, y roedores, como las liebres, marmotas, lemmings, armiños y diversas clases de ardillas, sumada a todo esto la reproducción del águila de mar, la mayor del planeta, así como del águila real y del halcón gerifalte.
Los recursos pesqueros son abundantísimos: Kamchatka es la región del mundo que alberga seguramente el mayor número de variedades de salmón, en particular de las seis especies anádromas del Pacífico: real o salmón chinoota, rojo o sockeye, coho, rosa, keta y chum.
Los biólogos consideran que una cuarta parte de los salmones del Pacífico es originaria de las aguas de Kamchatka, además de tener el lago Kurile, conocido por ser el mayor lugar de reproducción del salmón rojo en la Rusia asiática.
Para responder a la creciente presión pesquera y a la disminución mundial de las existencias de salmones, dos millones 400 mil hectáreas de los nueve millones situadas a lo largo de los ríos más productivos de salmón están en situación de ser declaradas reserva natural.
Entre los cetáceos que frecuentan estas aguas del Pacífico del Noroeste y el mar de Ojotsk, figuran las orcas, los delfines y las marsopas de Dall, las ballenas jorobadas, los cachalotes y rorcuales, y especies en peligro de extinción como la ballena gris, la de pico y el rorcual enano, sumadas a esas las ballenas azules, vistas en verano en la costa peninsular del Sureste.
Entre los pinnípedos, el otario de Steller, el otario del Norte, la foca manchada y la foca común son abundantes en la mayor parte de las costas de la península, y hacia el Norte se encuentran en la parte del Pacífico las morsas y las foca barbudas, mientras que la anillada se reproduce en la bahía de Koraguinski.
Las nutrias marinas -que tienen un relevante papel en “Alaska” (Emecé Editores, Barcelona, 1994), novela histórica del escritor estadounidense James A. Michener, debido a que su captura y caza puso las bases de la colonización de la “Rusia americana”, como se llamó antiguamente a ese inmenso territorio norteamericano que fue de los zares hasta 1867-, vive y se reproduce en el extremo meridional de la península.
Esos pioneros se empeñaron en el descubrimiento de tierras y aguas a todo lo largo de las costas del Oriente de Rusia, desde el Océano Glacial Ártico hasta la isla de Sajalín y las islas Kuriles que pertenecieron a Japón, sin cesar en sus conquistas y dedicándose a diezmar a las comunidades originarias para despojarlas de sus recursos naturales, incluida la fauna terrestre y marina.
Las especies de aves de mar que viven y frecuentan la región peninsular son el fulmar boreal, la gaviota tridáctila, el frailecillo, el cormorán, el halcón gerifalte y otras especies de importancia en el equilibrio de los ecosistemas, tan descuidadas o extintas en otras regiones del planeta.
La fauna de tierra –y por supuesto la de mar, afirma Mijaíl Mijáilovich- es la típica de la península y más al Norte: “Es riquísima y es por eso –añade- que existen especies tan valiosas como el cangrejo real, la concha plateada, el calamar gigante, el bacalao, el arenque y los extraños y cada vez más escasos pescados planos, porque todos tienen su lugar en nuestra arca de Noé”.
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