PARÍS, FRANCIA.- La imagen de un joven con sombrero y atuendo elegante en el Louvre se convirtió en uno de los fenómenos virales más comentados tras el robo ocurrido en el famoso museo parisino en octubre de 2024.
Después de tres semanas de especulaciones, donde las redes sociales lo identificaron erróneamente como un detective investigador del caso e incluso como una creación de inteligencia artificial, Associated Press ha revelado finalmente su identidad: se trata de Pedro Elias Garzon Delroux, un adolescente de apenas 15 años que simplemente iba a visitar el museo con su madre y su abuelo.
El joven, residente en Rambouillet, a unos 30 kilómetros de París, decidió mantener deliberadamente el misterio sobre su identidad durante estas semanas. “No quería decir inmediatamente que era yo. Esta foto tiene un halo de misterio, así que hay que mantenerlo”, ha declarado Delroux a la agencia AP. Su característico estilo de vestimenta, inspirado en los años 40, contrastaba radicalmente con la moda actual de 2025, lo que contribuyó significativamente a la confusión y al interés despertado. El adolescente, admirador de los detectives literarios Sherlock Holmes y Hércules Poirot, suele vestir con esta elegancia incluso para ir al instituto, aunque reserva el sombrero para ocasiones especiales.
Lo que más llamó la atención del público fue sin duda el peculiar atuendo que lucía Pedro aquel día: un sombrero fedora, un chaleco de Yves Saint Laurent que le prestó su padre, una chaqueta seleccionada por su madre, corbata, pantalones Tommy Hilfiger y un reloj ruso restaurado. “En la foto, estoy vestido más al estilo de los años 40, y estamos en 2025. Hay un contraste”, explica el adolescente, quien añade: “Me gusta vestir elegante. Voy a la escuela así”, aunque reconoce que el sombrero lo guarda “para fines de semana, días festivos y visitas a museos”.
Este refinado gusto por la moda clásica y el interés por los museos le viene de familia. Su madre, Félicité Garzon Delvaux, creció en un palacio-museo del siglo XVIII y es hija de un conservador y una artista. Ella ha inculcado a su hijo el aprecio por el arte y las visitas regulares a exposiciones. De hecho, el día en que fue fotografiado, la familia tenía previsto visitar el Louvre: “Queríamos ir al Louvre, pero estaba cerrado. No sabíamos que había habido un robo”, ha explicado Pedro a Associated Press.
La fama llegó a Pedro de manera completamente inesperada. “Cuando me hicieron la foto, no lo sabía, solo estaba de paso. Cuatro días después, un conocido me envió un mensaje: ¿Eres tú? Me dijo que había cinco millones de visitas”, relata el joven. “Me sorprendió un poco”, reconoce. Poco después, su madre lo llamó para informarle que su imagen había aparecido en The New York Times. “No pasa todos los días”, comenta con naturalidad.
A partir de ese momento, fue bombardeado con mensajes y llamadas de familiares y amigos de diferentes partes del mundo. Primos desde Colombia, amigos de Austria, conocidos de la familia y compañeros de clase le enviaban capturas de pantalla de su imagen viral. “La gente me decía: Te has convertido en una estrella. Me asombró que con una sola foto se pudiera volver viral en cuestión de días”, explica Pedro, quien inicialmente mantuvo un perfil bajo antes de decidir cambiar su cuenta de Instagram de privada a pública.
Todo comenzó con un suceso que conmocionó al mundo del arte: el robo perpetrado en el Museo del Louvre en octubre de 2024. Este acontecimiento, uno de los más comentados del año en el ámbito cultural, generó una enorme atención mediática. El museo se vio obligado a cerrar temporalmente sus puertas, precisamente el día en que Pedro y su familia planeaban visitarlo.
La coincidencia de que un adolescente con aspecto de detective clásico estuviera en las inmediaciones del museo justo después del robo, sumado a su atuendo anacrónico, creó el caldo de cultivo perfecto para que las especulaciones se dispararan. Las redes sociales rápidamente construyeron una narrativa ficticia en torno a su figura, convirtiéndolo en un supuesto investigador del caso o incluso cuestionando si se trataba de una imagen generada artificialmente.
¿Quién es Pedro Elias Garzon Delroux?
Más allá de su repentina fama, Pedro Elias Garzon Delroux es un estudiante de 15 años que vive con su madre y su abuelo en Rambouillet, una localidad situada a unos 30 kilómetros de la capital francesa. Su pasión por la estética vintage y los detectives clásicos de la literatura como Sherlock Holmes y Hércules Poirot ha definido no solo su estilo personal sino también sus intereses.
Su entorno familiar, vinculado al mundo del arte y los museos, ha sido determinante en la formación de su personalidad y aficiones. Félicité, su madre, le ha transmitido el amor por la cultura y las visitas a exposiciones, una actividad que realizan con frecuencia juntos. Esta influencia familiar explica su madurez y sus gustos poco habituales para un adolescente de su edad.
El futuro tras la fama inesperada
Ante su recién adquirida notoriedad, Pedro se muestra sorprendentemente tranquilo y con expectativas optimistas. “Estoy esperando a que me contacten para hacer películas. Sería muy divertido”, ha declarado a Associated Press. Con la confianza propia de la juventud, afirma: “Soy una estrella”, y asegura que no piensa cambiar su peculiar estilo indumentario: “Seguiré vistiéndome así. Es mi estilo”.
La historia de Pedro representa un curioso fenómeno de nuestra era digital, donde una simple fotografía puede catapultar a alguien al estrellato mundial en cuestión de días, especialmente cuando las circunstancias y la estética generan un aura de misterio. Su caso ilustra cómo las redes sociales pueden construir narrativas completas basadas en meras suposiciones, transformando a un adolescente común en el centro de teorías elaboradas.
El fenómeno viral en torno a la fotografía de Pedro plantea interesantes cuestiones sobre cómo consumimos y compartimos información en la era de las redes sociales. La combinación de un suceso noticioso importante (el robo en el Louvre), una imagen visualmente llamativa (un adolescente vestido como detective de época) y la rapidez con que se difunden los contenidos en plataformas digitales creó el escenario perfecto para la desinformación.
Los usuarios de redes sociales, en su afán por encontrar explicaciones atractivas, construyeron una narración ficticia que resultaba más interesante que la realidad: un joven detective investigando un robo sonado resultaba más cautivador que un adolescente con gusto por la moda vintage visitando un museo. Este caso demuestra la facilidad con que las informaciones no verificadas pueden propagarse y ser aceptadas como verídicas por millones de personas.
AM.MX/fm
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