Para una crónica del porvenir
Por
Rafael Serrano
Dr. Ignacio Chávez
Rector de la UNAM
(1961-1966)
Corrían los años de 1966
| “En 1966, cuando Emmanuel Carballo entrevistaba a Rosario Castellanos para su libro Protagonistas de la literatura mexicana, estalló una huelga universitaria en contra del doctor Ignacio Chávez, rector de la UNAM, como reacción a las reformas que había iniciado y que en términos generales consistían en disciplinar la asistencia de los estudiantes y la obligación de los maestros a pasar lista.
“Los que organizaron a los estudiantes de Derecho en contra del doctor Chávez –por órdenes del presidente Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación, Luis Echeverría– fueron los hijos del gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis. Inicialmente, el rector no quería firmar su renuncia … Chávez quiso hablar por el teléfono privado con el presidente, pero nunca le tomó la llamada. Entonces supo que estaba “condenado” y firmó su renuncia.(..); fue humillante en medio de una algarada de jóvenes comandados por estos sujetos que ya habían amenazado con llenarlo de chapopote y emplumarlo. “¿Qué tenía Díaz Ordaz en contra del cardiólogo Ignacio Chávez? Cuentan que el presidente le había dicho: “Doctor Chávez: quiero enviarlo a Francia como embajador”. Él le respondió: “Tendré mucho gusto en representar a mi país, obedecerle y tener su encomienda… cuando acabe mi rectorado”. Díaz Ordaz se molestó mucho, a lo que Echeverría le propuso: “Pues que ya acabe el rectorado”. Y lo acabaron. Ni rectorado ni embajada de Francia. Para acabarla de rematar, el presidente pidió al rector un título para un sobrino suyo, a lo que éste le respondió: “tendré gusto en firmarlo cuando presente su examen profesional”. Naturalmente Díaz Ordaz quería el título regalado, sin estudios.” Huberto Batis https://confabulario.eluniversal.com.mx/muerto-el-rector-viva-el-rector/ Una mujer, Rosario Castellanos, Coordinadora de comunicación y Prensa de la Rectoría, les mentó la madre. Ayer como hoy |
Mi relato
“…¡Vienen los del MURO¡… por avenida Montevideo…“; “…¡van tomar la Prepa!….” grita un heraldo que recorre los pasillos de los edificios de la prepa 9: “…ahuequen los salones ¡ya!”…“que salgan todas las chavas y los administrativos… por la salida de la alberca y los demás ayuden a llevar sillas para hacer barricadas en las entradas…”; “rápido… vienen con cadenas y barrotes, son un chingo…”; “…cierren los talleres, guarden los instrumentos de laboratorio, saquen al director y a los profes…”; “…se quedan los del equipo de fut y los más altos y fuertes…hay que defender nuestra escuela” .
El logo del MURO
Venía de una escuela católica privada, de maristas franceses; la corriente de la vida me había colocado en la Escuela Nacional Preparatoria, una escuela pública de la Universidad Nacional… era la Prepa “Pedro de Alba”, recién estrenada, ubicada al final de la Avenida Insurgentes, al norte de la Ciudad de México. La prepa 9 era un conjunto de edificios rectangulares, contaba con un auditorio, gimnasio, biblioteca, cancha de futbol con pasto natural y porterías con redes; alberca y fosa olímpica, laboratorios y aulas. Mejor que el Centro Universitario México (CUM) donde iban los hijos de los pudientes de la era pos-alemanista y donde no pude entrar por las penurias económicas por las que atravesaba mi familia. Mi abuela me decía: “como ahora somos clase media pobre no podemos pagar la mensualidad del CUM (marista)”. Y por tanto, teníamos que “apechugar” y me sentenció: “iras a la escuela pública… es atea pero juarista ” (¿¡?) y luego me pronosticó: “te vas a volver rojo”. Mi abuela era hija de un General que había luchado en las filas de Porfirio Díaz y combatió en la memorable batalla del 2 de abril de 1867 contra los franceses (la toma de Puebla) y después siguió al caudillo en sus correrías y empeños autoritarios, se hizo porfirista y bañó de ideología a su progenie. Mi mamá grande tenía una extraña orientación político religiosa; era católica pero guardaba distancia de los curas: “las sotanas sólo en la Iglesia”. Era una laica conservadora.
Los del MURO llegaron gritando, lanzando piedras y empezaron a violentar las rejas…armados con cadenas y boxers, eran unos 100 “cadeneros” todos muy lumpen, liderados por un muchacho fuerte joven, blanco de ojos azules que le decían “el gato”… como si fueran vikingos asaltando tierras escocesas saltaron por las barricadas y se dirigieron al auditorio, lo pintarrajearon y trataron de abrir sus puertas…como Erick el Rojo, el Gato gritó: “Ahí no bueyes… Vamos a tomar la dirección y atrapar al pinche Director”. En su paso a la dirección rompieron vidrios y vociferando “muera el Rector ateo ” (Dr. Ignacio Chávez). Las improvisadas “fuerzas defensivas” (alumnos fuertes y prefectos) se agazaparon en los corredores de las aulas y dejaron que entraran a las oficinas administrativas… como bucaneros o vikingos feroces entraron a la oficina de la dirección, destrozaron los archivos y quemaron los kardex, furiosos por no encontrar al Director, que era un discapacitado, decidieron orinarse en su escritorio, marcaran territorio…machos…
El MURO
(Movimiento Universitario de Renovadora Orientación)
| “Entre las hazañas del MURO se cuentan: golpizas, enfrentamientos con armas de fuego y punzocortantes en diferentes escuelas, robo de expedientes y documentos confidenciales, espionaje de sus adversarios, sabotaje de actos públicos y espectáculos, amenazas, protestas públicas, etcétera. Se cree que entre las últimas acciones de ese tipo por parte del MURO estuvo la golpiza contra los actores de la obra Cúcara y Mácara, en un teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en junio de 1981.”
“El MURO apoyó la represión de 1968; tuvo enfrentamientos con partidarios del movimiento estudiantil, y organizó protestas contra él, como la que se llevó a cabo el 8 de septiembre de aquel año en la Plaza de Toros México, con consignas como: “¡queremos uno, dos, tres Chés muertos!”, “¡mueran los guerrilleros apátridas!”, “¡viva Cristo Rey!”, “¡viva Díaz Ordaz!”.
https://contralinea.com.mx/opinion/la-derecha-anticomunista-el-muro-1961-1981/
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El primer día de clases, llegue temprano, antes de las 7 de la mañana. Vivía en la colonia Santo Tomás y tomé un camión, el “indios verdes”, en Río del Consulado (hoy anillo interior) y hacia un recorrido por Tlatilco, la Tlaxpana y Nonoalaco y llegaba entroncar con la avenida de Insurgentes a la altura del monumento a La Raza; siempre me intrigó este monumento porque hacia una épica de los vencidos en clave racista (la grandeza vencida de la que nos avergonzamos). Era la entrada a la inmensa avenida Insurgentes que terminaba en Los Indios Verdes, apolíneas figuras de nuestro panteón cultural idealizado ante un mar de pobreza urbana (ahora en el “parque de mestizaje”). Me bajaba en la estación Montevideo, en la aspiracionista colonia Lindavista; y caminaba a la prepa que estaba junto a una clínica del IMSS entre largos y extendidos camellones donde se jugaban cascaritas en cancha verde gratuita. Llevaba una mochila “Milo” que la había comprado con “bonos del chocolate” y que era de cuero pintado de azul; me sentí fuera de lugar porque nadie traía mochila, era cosa de primaria y secundaria. Entrabas a clase y el profesor llegaba; a veces pasaba lista y exponía, le llamaban “cátedra” y era “libre”… si querías podías faltar y asumir las consecuencias. Experimenté una sensación de libertad y de asombro/novedad porque convivía con mujeres en la escuela. Eso de la escuela mixta era una excentricidad. Venía del Colegio México, una escuela masculina y solo veíamos a las chavas cuando salían de sus institutos ahí en la Colonia Roma de los sesenta. Me di cuenta de lo ridículo que era traer mochila, todos traían cuadernos para apuntes o “portafolios de licenciado”. Había además una biblioteca y talleres de teatro y música . Era otro mundo.
Monumento a “La Raza”
¿monumento a los tlatoanis vencidos?
Los porros vikingos del MURO, enfurecidos porque no encontraron al director o a “las autoridades”, arremetieron contra la puerta de su despacho y destrozaron todo, salieron en turba hacia los talleres y los laboratorios. El “Gato” dirigía el operativo con mucho conocimiento del terreno… “vamos romper todos los microscopios… a ver si entienden…queremos diálogo y respuesta a nuestro pliego petitorio..” dijo voz en cuello y asaltaron los laboratorios y los talleres. Nunca supimos qué era eso del “diálogo público” ni cuáles eran sus demandas del misterioso pliego petitorio. En el momento en que irrumpían en el laboratorio y se oían como se rompían matraces, las fuerzas defensivas cerraron el laboratorio y dejaron a unos cuantos hijos de Thor encerrados. Mientras otras gavillas del Muristas asaltaban la biblioteca, los defensores les enfrentaron con palos y a golpes cuerpo a cuerpo a los cadeneros del MURO con boxers en sus manos… fue una batalla campal… los jóvenes de la selección de fut contuvieron a los asaltantes y algunos de los asaltantes salieron huyendo saltando por las bardas, lejos de la entrada principal… en eso sonaron los ululares de las patrullas… no podían entrar dado que la UNAM era “autónoma”, esperaron sin parar sus sirenas… Pero eso fue señal para que los vándalos gritaran: “!disuélvanse ya…!” gritó el gato y salió huyendo por la cancha de futbol…el motín había terminado.
El MURO torturaba y sembraba terror
| “Entre las anécdotas más recordadas se encuentra la agresión (del MURO) contra Miguel Ángel Granados Chapa, a la postre, uno de los periodistas más importantes de México. Un día, cuando el joven aún era ayudante de profesor, fue levantado en las afueras de la Ciudad Universitaria por un grupo de sujetos que lo subieron a un auto y lo llevaron hasta las orillas de la ciudad donde lo amarraron a un árbol y lo golpearon con cinturones. Sin duda, el acto había sido una venganza porque semanas antes Granados había publicado una investigación sobre los grupos católicos secretos que estaban detrás del MURO.”
Mario Virgilio Santiago Jiménez
https://revistabicentenario.com.mx/index.php/archivos/un-muro-contra-el-movimiento-estudiantil
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Las clases comenzaban a las siete de la mañana … no había filas para formarse en el grupo ni prefectos que nos llevaran a las aulas en fila india… tenías que revisar tu tira de materias e ir al aula que te correspondía. Tenía muchos profesores y profesoras…uno me enseñaba Anatomía, otra Lógica y redacción, otro Física y Biología, otro Literatura e Historia; luego podíamos escoger talleres manuales o técnicos y hacer deportes, en ese entonces las preferencias eran la esgrima y los clavados. La Preparatoria pública era un espacio de libertad. Fue un tiempo estelar. Todo me interesaba, incluso la odiosa clase de anatomía pero a ese profesor, médico del Seguro Social, le debo el uso y expansión de la memoria y la capacidad para describir con rigor los objetos. Como mis otros mentores: a mi profesora de Lógica por la manera en que nos enseñaba las operaciones lógicas: definir, distinguir, diferenciar; dividir y clasificar; a mi profesor de historia y sus relatos magistrales sobre las transformaciones de las sociedades (desde las dinastías egipcias hasta la Revolución Rusa); la profe de Etimologías grecolatinas que nos mostró cómo se construye el significado de las palabras y la diferencia entre declinar y conjugar; a mi profesora de Biología por el descubrimiento de que la vida es un milagro abierto e incierto que hay que cuidar; a mi profesor de literatura porque nos enseñó el papel de la prosa y la poesía en la formación del espíritu, me hizo mexicano leyendo a Rulfo y a Ramón López Velarde, “Pedro Páramo” y “Suave Patria”; y “Rojo”, cuando leí “Los diez días que estremecieron al mundo” y romántico libertario, con las novelas de Alejandro Dumas. Ir a la Preparatoria era una fiesta que culminaba en el gimnasio o en la alberca, ahí aprendí a nadar y jugar cascarita en los camellones de la avenida de los Insurgentes. Era la utopía realizándose, lejos de la enseñanza rígida, disciplinaria de los hermanos maristas.
Después de la batalla, quedaron una docena de porros encerrados en los laboratorios. Los fueron sacando uno a uno y se los llevaron a las patrullas. Los destrozos eran evidentes. Vidrios y muebles rotos, puertas y mobiliario destruido, el laboratorio de química hecho polvo; pero a pesar de lo intenso de la trifulca, no había habido más que algunos estudiantes golpeados, ojos morados y cabezas ensangrentadas que fueron llevados al Seguro Social. Las clases y las actividades extra-escolares se detuvieron unas horas y la Prepa 9 volvió a la normalidad. Algunos alumnos volvieron y ayudaron a limpiar. Días después, el Rector fue obligado a renunciar cuando una caterva de porros quería lincharlo en la Torre de la Rectoría, allá en CU. La mano siniestra del ogro filantrópico se había devorado a un gran Rector, afortunadamente su sucesor se llamó Javier Barros Sierra.
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