Por Glen Rodrigo Magaña
Todo cambio requiere resistencia, esfuerzo y es sometido a la prueba, el error y sus correctivos, es por estos motivos que cerramos el 2019 con este análisis sobre las grandes apuestas, obstáculos, retos y otras reflexiones en el sector cultural dentro del primer año de gobierno.
Se podría abordar en más de lo mismo, en lo que se lee, escucha o ve en los medios tradicionales, pero en esta última entrega de “La nota homoespaciera” de este 2019, se entinta desde la reflexión, entre la luz y sombra en la política cultural, sus prioridades, adversidades, así como un vistazo a lo que realmente importa.
Prioridades…
En lo que corresponde a programas, en la visión general, los ejes de Cultura federal apuntan en dos direcciones: “Cultura Comunitaria” y “Diplomacia Cultural”. El primero, es una apuesta gigantesca para detectar, atender e incentivar a los creadores que por mucho tiempo permanecieron rezagados y olvidados… esta es la base. Por su parte, “Diplomacia Cultural”, sería la plataforma que exponga y defienda al talento y patrimonio nacional ante el mundo, así como cobijar a la cultura internacional, en pocas palabras, es el escenario. Los dos ejes trabajan de forma transversal con instituciones de la Secretaría de Cultura y con otras dependencias del Gobierno federal.
¿Qué falta entonces? En resumen, se requieren mecanismos administrativos eficientes, difusión focalizada y una mayor, así como mejor participación social; tiempo, manos, calidad y garantías que permitan que cada presentación, taller, exposición, concierto o semillero logre sus objetivos y obtenga una mayor confianza institucional entre los artistas contratados al ser remunerados en tiempo y forma. Veámoslo desde el punto de vista de maduración en lo comunitario, más vale invertir mayor tiempo en los procesos artísticos que en la cantidad de eventos, esto minimiza los riesgos de demora en pagos, pule al talento y se mejora la difusión. Mientras que en el terreno internacional es a la inversa, contar con un mayor número de profesionales en eventos o festivales internacionales, ya que ellos serán los voceros para aumentar las posibilidades u opciones de nuestras industrias culturales y el consumo del arte mexicano.
Otro tema es el Complejo Cultural Los Pinos, ahora recinto del pueblo para las artes y la recreación, abierto al público desde el 1 de diciembre del 2018, antes “residencia oficial”, que era un sitio de exclusión e inaccesible.
El gran complejo ofrece exposiciones, el acertado programa del Sistema Nacional de Fomento Musical “Los Pinos suenan” y sí que lo hacen sonar, pero la mayoría de su programación la aportan otras dependencias de la SC, como lo es “Helénico en Los Pinos”, “Mis pininos en Los Pinos” de Alas y Raíces, la tienda del Fonart, algunos eventos del Fonca y demás actividades de otras dependencias.
Lo anterior parece funcionar bien, Pinos como escenario de las instituciones de la SC, pero también es cierto que requiere identidad propia, esto es todo un reto, ya que su mayor obstáculo es obtener su figura institucional, lo que le permitiría una mayor libertad y eso, al parecer, llegará con el nuevo reglamento de la Secretaría.
Visto desde fuera, en su programación, falta una mayor planeación y calendarización de sus actividades para evadir los tropiezos en logística y administración, así como mejorar la difusión y publicación de sus eventos. Fortalecer la accesibilidad con un estacionamiento público, señalizaciones claras, tableros o displays fijos en cada puerta que muestren las actividades de día a día, así como jóvenes construyendo el futuro voceando los eventos. Respecto a su infraestructura, una mejor adaptación de sus espacios, por ejemplo, acondicionar la acústica de sus salones para recitales o presentaciones musicales, además de fortalecer el recurso humano de sus áreas de difusión, logística y administración.
En términos administrativos…
La situación de rezagos salariales, demoras de efectivo y otros retrasos administrativos en la SC, no es una cuestión de retención de presupuesto, falta de liquidez o de otros inventos mediáticos, esto obedece a un tema burocrático, la sobresaturación de trabajo con pocas personas para atender la demanda administrativa.
Los contratos no se hacen solos, la centralidad económica con un reducido personal, entorpece los procesos, ahoga a las instituciones y provoca la inconformidad de sindicatos, empleados, así como proveedores. Áreas como la del jurídico o difusión, laboran al máximo de su capacidad y se ven rebasadas por falta de personal, interminables reuniones de consejos y la aprobación de otras dependencias federales. Resolver, no es tarea nada fácil, un sinnúmero de documentos, firmas y una normatividad inflexible, son solo algunas de las adversidades… y “a la fila joven”.
Lo que importa…
El periodismo cultural agoniza, cada vez vemos menos articulistas, la creación periodística, la reseña artística, el intangible escrito, adolece de plumas. Así mismo, vemos inquisidoras columnas de chismes culturales, la nota radica en el golpe mediático, atender la agenda o estacionarnos meramente en lo informativo, pero las aportaciones… ¿dónde quedan?
Gobierno, medios y sociedad nos encontramos inmersos en lo sensacionalista y recuerden que lo momentáneo pocas veces perdura. Estamos saturados sin poder apreciar y el disfrute se volvió tan ocasional. Se escucha a funcionarios, reporteros e incluso público, lamentarse de no poder sentarse a leer un libro que compraron hace meses, no poder asistir a ese concierto que tanto anhelaban por la carga brutal de trabajo, o disfrutar una obra de teatro sin política o una exposición sin cédulas de restricción y comentarlo con libertad, porque inmediatamente somos devorados por las redes sociales, alarmados por los medios o restringidos por ese silencioso temor a la censura.
Desgaste, falta de tiempo y exceso de trabajo, son las constantes, además de otros factores como falta de recursos económicos, la apatía o el desdén. En la libertad de expresión, los extremos, atropellos mediáticos para silenciar la opinión de funcionarios, réplicas con línea sobrentendida, la confusión de las audiencias, la desconfianza en ambos sentidos disuelve lo que realmente importa… la cultura.
Ahí la dejamos hasta la segunda semana de enero del 2020… y felices fiestas decembrinas.
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