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miércoles, noviembre 5, 2025

Huracán Melissa deja graves inundaciones en Cuba, pero también solidaridad

LAS HABANA, CUBA / SemMéxico.- Las inundaciones persisten en el oriente de Cuba, donde comunidades enteras intentan recuperarse del paso del huracán Melissa, que cruzó la región en la madrugada del 29 de octubre, dejando a su paso destrucción, evacuaciones masivas y una huella emocional difícil de medir, pero también ha desatado múltiples redes de solidaridad.

Durante casi siete horas, el fenómeno natural azotó con vientos sostenidos de hasta 195 kilómetros por hora y lluvias torrenciales a las provincias de Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo, Holguín y Las Tunas.

Melissa tocó tierra cubana como categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, después de devastar Jamaica como un potente huracán categoría 5, y lo hizo en medio de una de las crisis económicas, energéticas y sociales más severas de los últimos años en la nación caribeña.

De acuerdo con las autoridades, 735 mil personas fueron evacuadas de manera preventiva. Las marejadas ciclónicas y las crecidas de los ríos taparon bajo agua comunidades enteras, destruyeron casas, carreteras y dejaron incomunicados numerosos asentamientos rurales.

Hasta el cierre de esta nota, no se reportaban muertes ni desapariciones, aunque sí cuantiosos daños en viviendas, escuelas, centros de salud, cultivos y las redes eléctricas y de comunicaciones, que aún se van contabilizando, además de más de una decena de poblados incomunicados.

«Las ráfagas de viento me tenían en un solo temblor», relató a SEMlac Ivet Mercedes Fernández, vecina del municipio Mella, en Santiago de Cuba, a 825 kilómetros de la capital.

«El ruido, el viento, el sonido de las cosas que volaban… fue mucho peor que Sandy. Y duró más. Cuando amaneció, todo estaba en el suelo o bajo el agua».

Su testimonio refleja el golpe emocional y físico del evento en comunidades que aún cargan cicatrices de huracanes anteriores, como Sandy, que castigó esa provincia oriental en 2012.

Una noche muy larga

«Definitivamente, estamos viviendo la noche más larga y tenebrosa del siglo. Que amanezca ya”. Cinco horas de viento fuerte que no cede ni por un segundo», escribió en sus redes la periodista Beatriz Vaillant, testigo desde Santiago de Cuba del embate del huracán, donde incluso el Santuario de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba, sufrió daños considerables.

En Guantánamo, la sensación descrita por la periodista Lilibeth Alfonso Martínez fue similar. «El viento es una bestia voraz, terrible… Se sienten los choques metálicos de las tejas que no aguantaron», contó en Facebook.

Desde las primeras horas de la madrugada, las redes sociales se convirtieron en espacio clave para avisos, alertas comunitarias y reportes ciudadanos. A través de publicaciones en Facebook y WhatsApp, los usuarios compartieron información sobre crecidas de ríos, deslizamientos de tierra, caídas de árboles, colapso de puentes o lugares de refugio.

También se transformaron en plataformas de acompañamiento emocional, donde las personas intercambiaban mensajes de aliento o compartían números de contacto para quienes necesitaban ayuda urgente.

El huracán penetró por la costa sur de Santiago de Cuba alrededor de las 3:05 a.m. y salió al mar por Banes, provincia de Holguín, sobre las nueve de la mañana.

Según explicó Celso Pazos Alberdi, presidente del Instituto de Meteorología, «entre los fenómenos más perjudiciales estuvieron las lluvias: 72 localidades con más de 100 milímetros de precipitaciones, algunas con más de 400 milímetros en menos de 24 horas. En un hecho calificado como récord e inédito, sobre el territorio de Holguín cayeron 109 millones de metros cúbicos de agua en apenas ocho horas», dijo en comparecencia televisiva.

Añadió que «todos los ríos de la provincia Granma, incluidos el Cauto y Arroyo Hondo, se desbordaron», dejando municipios incomunicados y un riesgo hidrológico sin precedentes. Este 31 de octubre, la Defensa Civil decretó fase recuperativa para Santiago de Cuba y Granma, pero mantuvo en alarma a municipios de Río Cauto y Cauto Cristo.

La situación seguía siendo compleja hasta el sábado primero de noviembre, cuando brigadas de rescate y salvamento continuaban evacuando familias de comunidades anegadas en agua, pues el río Cauto -el más largo de Cuba- alcanzó niveles históricos y mantenía bajo peligro a varias poblaciones aledañas, por el escurrimiento de aguas provenientes de otras provincias.

Hasta la tarde del sábado primero de noviembre, habían sido evacuadas en esa zona 3.800 personas, informó el Ministerio de Interior en un post en Facebook.

Emergencia en medio de múltiples crisis

El impacto del huracán en el oriente cubano coincidió con un contexto de apagones prolongados, inflación, escasez de combustible, precariedad habitacional y debilitamiento de servicios públicos.

La socióloga Mayra Espina, en su artículo «Esperando a Melissa, ciclón avisado», publicado días antes en OnCuba, había advertido que «cualquier parte del territorio nacional que fuera afectada por un evento como este sufriría una catástrofe, pero el área de impacto prevista concentra algunas de las mayores vulnerabilidades del país».

En la región oriental, recordó Espina, predominan bajos índices de desarrollo humano y urbanización, lo que deja a gran parte de su población en condiciones precarias de vivienda, ingresos y acceso a servicios básicos. Más del 45 por ciento de los habitantes vive en situación de pobreza.

Para la socióloga, el huracán Melissa va más allá de los daños del viento y el agua, «es otra vuelta de tuerca a la baja para la vida cotidiana», consideró.

La historia de Ivet Mercedes Fernández, cuya casa quedó «bajo agua» junto con todas sus pertenencias, es una de tantas que se repiten. «Gracias a Dios que evacuaron a tiempo», contó. «Pero lo perdimos todo, hasta los animales».

La experiencia demuestra la importancia de la preparación y respuesta temprana de la Defensa Civil cubana, que activó sus mecanismos de alerta, albergues y planes de evacuación con varios días de antelación.

En un comunicado, ONU Mujeres señaló que las mujeres y las niñas representaron más de la mitad de las personas evacuadas en los países azotados por Melissa, lo que resalta la necesidad urgente de contar con servicios y mecanismos de protección con enfoque de género.

El huracán golpeó también el sistema electroenergético nacional, pues la caída de postes, cables y árboles mantendrá amplias zonas del oriente sin electricidad durante días.

El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó que «la recuperación total llevará varios días, debido a la cantidad de líneas afectadas», pero destacó el compromiso de los trabajadores locales «que, a pesar de ser damnificados, se incorporaron de inmediato al trabajo».

Brigadas de linieros y de telecomunicaciones de todo el país se desplazaron hacia las provincias orientales, sumándose a las labores de restablecimiento.

La solidaridad como aliciente

A pocas horas del paso del huracán, emprendimientos, proyectos sociales, instituciones, iglesias, asociaciones culturales y personas diversas comenzaron a articular campañas de donación y apoyo a las zonas damnificadas.

Desde las redes sociales, convertidas en un nuevo espacio de encuentro, información y acompañamiento, se multiplicaron los mensajes de solidaridad, las convocatorias a donar y las cadenas de ayuda ciudadana.

El Proyecto Palomas anunció que sus puertas permanecerían abiertas «sin fecha de cierre» para recibir cualquier tipo de donativo, convencido de que «todo puede ayudar a quienes lo han perdido casi todo».

La Fundación Climática IRIS insistió en que «cada aporte, por pequeño que parezca, significa esperanza y alivio», mientras la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana habilitó el Convento de Belén como centro de acopio y enlace con los territorios más afectados del oriente.

El Centro Memorial Martin Luther King (CMLK), la Quinta de los Molinos, el recinto ferial Pabexpo y otras instituciones estatales y comunitarias también abrieron sus espacios para la recogida de alimentos, artículos de aseo, ropa y materiales de limpieza.

En las distintas provincias, las filiales de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) reunieron donativos bajo el lema «Solidaridad ante la adversidad», mientras la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Cuba convocó a contribuir con ropa, juguetes, utensilios del hogar y herramientas básicas, y recordó que «allí donde hay dolor, también puede nacer esperanza».

Periodistas, artistas y activistas se sumaron a las acciones. Claudia Rafaela Ortiz, quien en emergencias anteriores –como el paso del huracán Oscar por Guantánamo el pasado año– había coordinado, entre otras acciones, comedores solidarios y envíos de donativos, organizó esta vez una red de colaboradores en Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Las Tunas para identificar familias con derrumbes totales o inundaciones graves.

Dijo que los fondos recaudados serán «destinados a alimentos y equipos básicos», con prioridad para hogares con niños, ancianos o personas con discapacidad.

En sus redes sociales, la periodista Yuliet Pérez Calaña compartió otra iniciativa solidaria desde Isla de la Juventud: «Por mar o por aire, pero el abrazo de la Isla a Santiago, va», confirmó.

La campaña recoge donativos para las personas afectadas por Melissa en Santiago de Cuba, una focalización que «no implica el desconocimiento de los demás damnificados», pero permite un mejor control de la entrega, al tenerse contactos confiables que pueden ayudar a que lo recogido llegue a las personas más necesitadas. Pidió que cada donativo se acompañe de una cartica de amor que lleve un mensaje de cercanía y esperanza.

Desde el exterior, cubanos y cubanas residentes fuera del país también activaron redes para recolectar fondos y materiales.

A nivel internacional, la solidaridad también llegó con prontitud. Venezuela, Colombia, China y México enviaron cargamentos de alimentos, medicamentos, materiales de infraestructura y suministros médicos.

La respuesta del Sistema de Naciones Unidas en Cuba movilizó e incluyó el envío de insumos de salud. A través de OPS/OMS Cuba, se distribuyeron kits de emergencia que beneficiarán a 5.000 servicios básicos de salud y 42 mil tabletas de cloro, suficientes para tratar hasta ocho millones de litros de agua, y garantizar así acceso a agua segura en las zonas más dañadas.

En coordinación con el Ministerio de Salud Pública, Unicef hizo llegar también kits de emergencia con medicamentos esenciales, mosquiteros, sales de rehidratación oral y material gastable destinados a unas 90 mil personas, con prioridad para la atención a niñas, niños, adolescentes y mujeres embarazadas, además de fortalecer la capacidad de respuesta en los hospitales y policlínicos del oriente del país.

«La continuidad de los servicios sanitarios es vital para reducir los riesgos posteriores a una emergencia», subrayó Alejandra Trossero, representante de UNICEF en Cuba, al recibir el cargamento en La Habana.

La respuesta solidaria volvió a mostrar la fuerza de una red que se teje, sin órdenes ni jerarquías, desde la empatía, la vecindad y la voluntad de ayudar y sostener al oriente cubano, hoy con heridas abiertas y el anhelo de volver a levantarse.
AM.MX/fm

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