Por: Francisco Rodríguez.
La próxima vez que usted escuche la cantaleta “no robar, no mentir y no traicionar” por favor no vaya a soltar la carcajada.
Porque quien usó la pegajosa frasecita para hace campaña presidencial y la ha seguido empleando como muletilla en sus tragicómicas matinés palaciegas ya traicionó, ya mintió y estamos a pocos días de enterarnos a detalle si es que ya robó y cómo es que ha robado.
Andrés Manuel López Obrador, en efecto, traiciona cotidianamente su palabra.
Lo hemos platicado aquí usted y yo en ya muchísimas ocasiones.
Y hemos coincidido en que todo aquello a lo que se comprometió mientras buscaba ganarse la simpatía, el apoyo y los votos de la mayoría de los mexicanos no ha sido cumplido y sí muchas veces traicionado.
¿Recuerda usted que en el 2008 Denis Jeambar e Yves Roucate, ambos muy ligados al derechista Nicolás Sarkozy, publicaron el libro Elogio de la Traición?
No creo que AMLO se haya asomado siquiera a sus páginas, porque bien dice la conseja popular que ha escrito más libros de los que ha leído (en realidad la autoría real de muchos de ellos es de periodistas del diario que hoy es el oficial, La Jornada), pero que tal vez algún asesor se lo “tarjeteó” y lo ha convertido en su libro de cabecera.
Así las cosas, hoy tenemos a un Presidente de la República muy cuestionado por la enorme cantidad de promesas y dichos en campaña electoral que han sido traicionadas.
¿Por qué lo ha hecho?
En el Elogio de la Traición los autores exponen y explican múltiples casos, desde la traición de Judas a Jesús de Nazaret y la triple negación de Pedro, sin las cuales la aventura cristiana hubiera concluido en el impasse de una secta y no hubiera cambiado la historia de la humanidad.
Recurren, además, en incontables ocasiones a El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, para quien “no habría ninguna diferencia relevante entre el príncipe civil y el príncipe criminal”, esto es, de aquél que se ha hecho del poder echando mano de la traición.
Y en donde el clásico florentino también escribió que “todos comprenden que es muy loable que un príncipe cumpla su palabra y viva con integridad, sin trampas ni engaños. No obstante, la experiencia de nuestra época demuestra que los príncipes que han hecho grandes cosas no se han esforzado en cumplir su palabra…”
La traición como forma de gobierno.
Y mientras, aquí, en México, el conjunto de las instituciones va a la baja, la palabra “traición” va al alza y se deja escuchar por doquier en las calles para designar a López Obrador.
Así que cada que saque su pañuelito blanco para decir que ya se acabó la corrupción, le suplico no vaya a soltar la carcajada.
LA GRAN MENTIRA SOBRE SU ESTADO DE SALUD
Traición y mentira van de la mano.
Y López Obrador ha mentido descaradamente en casi todas sus matinés palaciegas.
Hasta la penúltima semana de agosto de este año, de acuerdo con la agencia SPIN, el “caudillo” había mentido 83 mil ocasiones en las conferencias de prensa político – etílico – musicales de cada mañana.
¡83 mil mentiras! Más las que se acumulen hoy, mañana, toda la semana.
La más grave: sobre su estado de salud.
Y es que ha sido gracias al hackeo que ha sufrido la Secretaría de la Defensa Nacional que la opinión pública se ha enterado de que el ocupante –con todo y tropas- de Palacio Nacional atraviesa una situación delicada prácticamente desde que inició este 2022.
Y ello lleva a pensar ¿cómo ha influido su salud deteriorada en la toma de sus más recientes decisiones?
No es sólo el de su salud. Es infinito el repertorio de ejemplos que se podrían sacar a colación.
AMLO es un mentiroso contumaz.
Su fallida Administración está repleta de mentiras, falsedades, mitos urdidos completamente adrede.
Así que si por ahí vuelve a escuchar “no robar, no mentir, no traicionar”, le suplico no vaya a soltar la carcajada.
¿CUÁNTO HAN ROBADO AMLO Y SEGUIDORES?
Le decía al principio que estamos a pocos días de enterarnos a detalle si es que ya robó y cómo es que ha robado el actual Presidente de México junto con la camarilla de la que se ha rodeado.
Para el 18 de octubre se espera salga a la luz el libro El Rey del Cash – El Saqueo Oculto del Presidente y su Equipo Cercano, de la autoría de Elena Chávez una tenaz periodista que durante 18 años fue compañera sentimental de César Yáñez, el sempiterno acompañante de AMLO… hasta que contrajo rumbosas nupcias fifís con una cuestionada empresaria poblana hace justo cuatro años. A partir de ahí el “caudillo” lo metió a la “congeladora” y no fue sino hasta hace unos pocos meses que lo sacó de ahí para hacerlo subsecretario de Asuntos Religiosos en la Secretaría de Gobernación.
Tengo la enorme fortuna de conocer a Elena Chávez desde hace poco más de dos décadas. Conozco de su honestidad intelectual, su preparación cultural y humanística y se, de antemano, que lo que leamos en su libro será un nuevo escándalo nacional y hasta internacional que hará mella en la de por sí ya muy desgastada figura del tabasqueño, lo que puede ocasionar el total derrumbe de la figura de moralidad que le gusta proyectar.
Así que cada que saque su pañuelito blanco para decir que ya se acabó la corrupción, le suplico no vaya a soltar la carcajada.
En fin…
¿No cree usted?
INDICIOS
“♪ Una guacamaya pinta / le dijo a una colorada / vámonos para mi tierra / o vámonos pa’ la chin… ♪” Y se fueron. Los sistemas de seguridad de la Secretaría de la Defensa Nacional llegaron hasta donde los envió la guacamaya pinta, no obstante que los más altos mandos militares ya habían sido advertidos de su vulnerabilidad y de la necesidad urgente que había de “parcharlos” como se dice en el argot de los especialistas. Y no lo hicieron quizá arguyendo que, como sí sucede en otras dependencias del gobiernito federal, no tenían el presupuesto para ello. No obstante, también en opinión de los expertos, el mayor riesgo de seguridad en los sistemas cibernéticos es el factor humano. Quizá por ello hasta se habla de que desde dentro pudieron facilitarles la llave y el acceso a los hackivistas que expusieron en toda su crudeza a la columna vertebral de la llamada 4T: la militarización.
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Y por hoy es todo. Gracias por acompañarme leyendo estas líneas. Como siempre deseo para usted y los suyos ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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