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viernes, noviembre 22, 2024

ÍNDICE POLÍTICO:Lo que nos faltaba en la 4T: AMLO y el síndrome de Hubris

FRANCISCO RODRÍGUEZ

El que no pueda lo que quiera, al menos que quiera lo que pueda. Lo enfermizo es cuando esto no se entiende. Hay quien quiere lo que no puede y quién sí lo puede, pero no quiere ni empezarlo. El ejemplo emblemático de esto es la comparación entre las promesas de campaña del Caudillo y el que todas se hayan convertido en basura peligrosamente radioactiva para para la vida nacional.

Porque quizá lo que se ha demostrado es que hay gente que no sabe lo que quiere ni lo que puede. Si lo que la población clama es justicia, castigo para los depredadores de la patria, para los traidores de la confianza popular, para los peces gordos que hicieron de la corrupción su propia religión, todos han sido perdonados por el régimen cuatrotero y dizque revolucionario.

‎Las promesas políticas han llegado a ser el sustento del hartazgo. Ya nadie querrá oír discursos sobre lo que alguien promete hacer y jamás podrá cumplir. Porque todo suena hueco y obtuso. La Cuarta Transformación nos ha fallado a todos y se detesta a los itinerantes y errabundos de templete, cuando lo que quieren es no trabajar nunca.

Carece de atributos, pero presume tener grandes prendas

El nuevo régimen ha conducido al país a una enfermedad política terminal, porque ha sido tripulado por un errabundo que insiste en seguirse disfrazando de pelele para pasear por las aldeas lejanas su soledad y su incompetencia. Para ‎eludir sus responsabilidades esenciales, para no enfrentar los problemas.

Pero que, al mismo tiempo, ostenta en toda su magnitud peligrosa el llamado síndrome de Hubris, una dolencia del alma demasiado delicada. Afecta a aquéllos que carecen de todos los atributos, pero presumen poseer las mayores prendas del género humano.

Y eso pasa porque los hombres sin atributos son más comunes y corrientes de lo que se piensa. Se insertan y florecen en un engranaje sin memoria, ilustración‎ o dignidad para acabar poniéndose al servicio de los poderosos de todo tipo quienes sí necesitan verdugos sin alma. Son los trepadores de la pirámide a que se refería Vance Packard.

Marcuse los llamó hombres unidimensionales. Arnold Toynbee, utilitarios de ocasión. Noam Chomsky, desclasados. Todos los han descalificado explicando que su naturaleza es nefasta. Pero a ellos no les interesa. Creen o les hacen creer que la historia los necesita. Que gracias a sus cualidades, el mundo los requiere.

¿Un diario especial para el Caudillo, como sucedió en Argentina?

La enorme diferencia entre un gran hombre y uno sin atributos, un oportunista, reside en la naturaleza de cada quién. La primera es respetable, la segunda cuenta con un ADN y una máquina cerebral aborrecible y necia, cuando no inútil y saqueadora del oxígeno de los demás.

Para documentar más sobre el Síndrome de Hubris, éste toma su nombre del teatro griego y aludía a la gente que robaba escena. Empezó a usarse como trastorno de la personalidad al observarse algunas características de los que tienen un cargo en el poder, cualquiera que lo ejerza.

Se observa todo lo que puede tener alguien que se la cree con el poder: narcisismo, pues imagina que lo que piensa es correcto y lo que opinan los demás de él, no. Cree que todos los que lo critican son enemigos y todo eso lleva a pensar que sea un comemierda, como dicen los cubanos: los que no son dogmáticos están contra mí.

Se recuerda el diario del Presidente argentino Hipólito Yrigoyen, cuyos asesores más cercanos, con el objetivo de no preocupar al mandatario ante situaciones desfavorables, hicieron imprimir un diario especial para él, con una imagen de Argentina que poco o nada tenía que ver con la realidad.

El poder no está en manos del más capaz; quien lo ostenta sí lo cree

Quien padece el Síndrome de Hubris, es prepotente. Tiene ideas fijas preconcebidas y rechaza posturas que no sean afines a sus ideas. Es incapaz de cambiar de conducta, tiene el ego desmedido, porque las responsabilidades acaban afectando la mente.

El poder no está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta así lo cree y termina arruinándolo todo. Hay rasgos inconfundibles en políticos afectados con ese síndrome:
Inmadurez psicológica. Formación cultural pobre. Personalidad subjetiva. Carácter emocional particular, seguramente ávido de afectividad. Desarrollo humano frágil y en difíciles circunstancias.

Y además de lo anterior:

Desaire por los demás. Orgullo desmesurado. Exceso de confianza en sí mismo, que le hace ser impulsivo e imprudente. Falta de atención a los detalles. Constante impaciencia.
Sentimiento de superioridad. Preocupación exagerada por la imagen. Creerse insustituible. Desprecio por la opinión y consejos de los demás. No hay escrúpulos con el rival. Alejamiento de la realidad.

Los culpables de la tragedia andan tan campantes. Forrados y exonerados

Lo grave es que estamos en sus manos. Nada de lo que desmiente a sus “otros datos” puede tener valor. Los aumentos de precios en cascada de los comestibles de consumo popular, el agravamiento de las masacres causadas por una delincuencia organizada protegida y blindada desde Palacio Nacional.

El precio del barril de petróleo empeñado en 49 dólares, mientras los niveles de precios aumentan exageradamente en todo el mundo, es sinónimo de incapacidad‎ y de una crueldad excesiva. Mientras, los culpables de la tragedia nacional andan tan campantes. Forrados y exonerados, gracias a un Pacto de complicidad que hace ver al Caudillo como un títere más.

La persecución implacable de cualquier charalito que haga brillar a los inteligentes de la Unidad de Inteligencia Financiera del ministerio público es de carcajada. Nadie se traga esa rueda de molino. Es demasiado ñoña.

El Síndrome de Hubris detenta el poder… ¡y estamos en sus manos!

¿No cree usted?

Índice Flamígero: En la mitología griega, la diosa Némesis, vengadora de la justicia, era la encargada de corregir los abusos de los tiranos y poner en su sitio a estos personajes que, creyéndose ser predestinados, dañaban en forma ostensible a la sociedad. Vale preguntamos ahora: ¿qué sucede cuando la diosa Némesis se olvida de proteger a la población y tarda mucho en su accionar?

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