CIUDAD DE MÉXICO.- El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, asegurò que el reciente informe de la ‘Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia en México’ donde se señala que “se pudieron evitar más de 300 mil muertes en México por Covid-19 es un “acto vil de politiquería”.
El presidente acusò que dicho informe se hizo para perjudicar a su gobierno.
Recordó que México fue de los primeros países en el mundo en obtener la vacuna, y subraya que en 5 meses fueron vacunadas todas las personas adultas mayores de México con una primera dosis.
La Comisión Independiente de Investigación Sobre Covid-19 en México presentó el informe de este episodio al que se le atribuyen 808 mil 619 muertes en exceso en nuestro país.
La gente también empezó a morir más en casa y el patrón fue ascendente; en el mundo aumentó en 1.3 puntos porcentuales, aquí fue de más de 4 puntos, en 2020, alrededor de 57% de las personas murieron en casa, en 2021 hasta el 60 por ciento. En las primeras tres olas entre el 40 y 50% de la población hospitalizada con Covid-19 falleció
En unos días se cumple el primer aniversario del término oficial de la pandemia -el 9 de mayo precisamente-, aunque no podemos olvidar que el virus sigue y seguirá circulando.
Ese momento crítico en la vida de nuestro país ha sido analizado a detalle por la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19.
Para los 17 científicos e investigadores que conforman este grupo multidisciplinario conformado por médicos, epidemiólogos, químicos, psicólogas, sociólogas, economistas, biólogas, abogados, entre otros especialistas, era muy importante hacer un análisis sobre la mayor tragedia humanitaria que ha sufrido nuestro país y el mundo entero en más de un siglo, los resultados son devastadores, pero el objetivo es claro: no volver a repetirlo.
“Entender qué pasó para aprender y no cometer los mismos errores”, esa es la primicia de este reporte, además se espera que todo lo vertido en este amplio documento de 402 páginas pueda integrarse en los planes de las próximas administraciones encargadas de la política pública en salud en el país.
Para el equipo de investigación que, dicho sea de paso, trabajó de manera independiente y financiado por sí mismos, hay tres puntos clave a destacar: La permanente subestimación del virus, la centralización, personalización de las decisiones y la política de austeridad del gobierno, que en realidad dejó sin recursos al sistema de salud.
Decisiones erróneas
Mariano Sánchez, analista y parte del equipo de la Comisión, comparte que después del diagnóstico se entiende que había condiciones estructurales en el país que nos ponían en una situación de alta vulnerabilidad a una mortalidad grande, pero eso se combinó además con una gestión con problemas en el proceso de la toma de decisiones y en la comunicación sanitaria que tuvo un peso específico en los resultados.
La respuesta pública también demuestra impactos diferenciados entre sectores sociales para la atención y mortalidad, provocando un resultado desigual para todos los mexicanos.
Para explicar estas circunstancias, el equipo de trabajo contó con una metodología mixta y con un protocolo aprobado por el comité de ética de la Universidad de California en San Francisco (UCSF IRB 24-40945).
Se realizaron grupos focales, una revisión sistemática de publicaciones académicas,106 solicitudes de información, integración de bases de datos cuantitativos, análisis estadístico y triangulación e integración de datos.
En México de acuerdo con las actas de defunción murieron 511 mil 081 personas por Covid-19; sin embargo, en el cálculo de subregistro, que es de 34.6%, podemos atribuir 808, 619 muertes en exceso.
La gente también empezó a morir más en casa y el patrón fue ascendente, en el mundo aumentó en 1.3 puntos porcentuales, aquí fue de más de 4 puntos, en 2020 alrededor de 57% de las personas murieron en casa, en 2021 hasta el 60 por ciento. En las primeras tres olas entre el 40 y 50% de la población hospitalizada con Covid-19 falleció.
Esto durante las seis olas (picos epidémicos) que vivimos en el país. “En el primer año de la pandemia, tuvimos muy altos niveles de mortalidad, esto habla de una falta de control de la propagación del virus. La ola más mortal fue en el invierno de 2020-2021, y esto tuvo que ver directamente con decisiones gubernamentales tomadas”, dijo Sánchez.
En aquel momento, el escenario más grave anticipaba 28 mil muertes, pero en ese corto periodo ya estábamos al doble. Luego, a principios de junio de 2020, el “escenario más catastrófico”, (diría entonces el subsecretario Hugo López Gatell) pintaba para 60 mil muertes y esa cifra se rebasó el 22 de agosto siguiente (en poco más de dos meses) y representó solo el 11% de las muertes por la epidemia.
La variable Delta fue la primera que nos dio altas tasas de mortalidad y es la que se propaga en diciembre de 2020. Después, Omicrón se vuelve más contagioso, pero menos letal, además de que ya contábamos con vacunas.
Población más pobre, la más afectada
De acuerdo con los especialistas, el sistema de vigilancia que estaba siendo usado para la toma de decisiones, la comunicación sanitaria y el cálculo de riesgo en los estados y con lo que se alimentaba el semáforo epidemiológico, estaba siendo subestimado, “esto nos habla de la falta de representatividad del sistema a escalas subnacionales”.
Tenemos además enormes diferencias entre estados, la pandemia fue muy heterogénea. El centro del país fue el epicentro. Ciudad de México, con el 60 al 70% de las defunciones totales en el país, Tlaxcala, Estado de México y Puebla, fueron los más afectados.
El acceso a pruebas diagnósticas para obtener información también fue muy bajo, aproximadamente sólo se hicieron 10 pruebas por cada 100 habitantes en municipios de marginación baja, contra 1 prueba por cada 100 habitantes en espacios de marginación muy alta. La tasa de letalidad también aumentó con el grado de pobreza.
En la población con ingreso menor a dos salarios mínimos y de áreas marginadas, tenía una letalidad de más del 70 por ciento. También se midieron otros riesgos mayores, por ejemplo, para población indígena, para población residente de municipios con alta marginación educativa, alto hacinamiento, alta concentración de población y población sin afiliación a los sistemas de salud. En todos los casos, esta población siempre fue la más afectada.
En términos de edad, en México las condiciones fueron adversas. En la gran mayoría de los países, la mortalidad se dio en población mayor; en promedio, el 20% de las muertes por Covid-19 en el mundo ocurrió en personas menores de 60 años, mientras que en México fue casi el doble, 38%, una población de adultos jóvenes que generó una ola de orfandad severa, pues alrededor de 215 mil niños quedaron sin sus principales cuidadores.
Falla en comunicación, uno de los principales errores
Los miembros del Comité explican que el “Quédate en casa”, por ejemplo, tenía un lado virtuoso para no poner en riesgo a los demás, pero al mismo tiempo, en momentos críticos, como en diciembre de 2020 y principios del 2021, se enviaron mensajes que aseguraban que para la mayoría no sería grave la enfermedad, eso probablemente generó retrasos en la atención médica oportuna.
“Los escenarios fueron comunicados a la población con altísima certeza, sin reconocer la incertidumbre que realmente había en las proyecciones. También, los primeros meses de la epidemia fueron críticos para la preparación del sistema de salud, la demanda de equipo e insumos de protección era alta y México perdió meses vitales, porque las decisiones se tomaron con base en proyecciones que rápidamente fueron rebasadas”, dijo Sánchez.
Agrega que, al comunicar las proyecciones de manera tan enfática a la población, ésta perdió la capacidad de evaluar el riesgo real. “El escenario que las autoridades consideraban más probable era una tasa de ataque e incidencia de 0.2, que implicaba entre 25 mil y 28 mil casos de hospitalización y 10,500 a 12,000 muertes, en el escenario más probable, esto es erróneo pues se basaron en el comportamiento inicial reportado por Wuhan, sin considerar dos problemas, primero, que los parámetros aún eran muy inciertos y además de que en aquel país hubo una intervención masiva para tratar de contener el virus y sin la cual no se podían comprender esos parámetros”.
Pero esto no sólo fue al inicio, sino que continuaban siendo esos modelos los que fundamentaban las decisiones gubernamentales y presupuestales, “ahí se perdieron meses vitales. Se actuaba sobre información desactualizada del riesgo real”.
Frente a la incertidumbre científica también se asumieron supuestos que no tienen fundamento y al mismo tiempo la incertidumbre científica fue utilizada y remarcada constantemente para justificar la falta de toma de decisiones, por ejemplo, el uso de cubrebocas, los medios de propagación del virus y a la par, el uso del pensamiento mágico con amuletos, por ejemplo.
Todo esto cerró con una enorme lentitud en la incorporación de nueva información, evidencia científica, recomendaciones internacionales y de las propias lecciones de lo que iba ocurriendo en el país. Como punto final, “se generó un círculo vicioso por parte de los órganos técnicos del Estado, donde se tomaron medidas con políticas de gestión austeras, que no implicaran mayores costos, revestidas de un aparente rigor, esto fue persistente y catastrófico”, concluye Sánchez.
En el equipo investigador destaca la participación del doctor en epidemiología Jaime Sepúlveda Amor, como coordinador; el doctor Antonio Lazcano, la doctora Julia Carabias, la socióloga Sylvia Schmelkes, la QFB Carol Perelman, el economista Carlos Mancera Corcuera, el doctor en Ciencias Sociales Tonatiuh Guillén López, el médico Julio Frenk, el epidemiólogo Carlos del Río, el internacionalista Sergio Aguayo, la historiadora Claudia Agostoni, y la psicóloga social María Elena Medina-Mora, entre otros.
AM.MX/fm
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