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viernes, abril 19, 2024

ISEGORÍA: AMLO: Anenecuilco: arte y política

Sergio Gómez Montero*
Nosotros, que vivimos el inicio del fin de la civilización humana
nos preocupamos por cambiar el empapelado de las paredes
y de hacer brillar los muebles
C. Bordini: “Nosotros, mientras la casa se cae”

Es extraño, para bien y para mal, que lugar donde se para AMLO es lugar de noticia, diga un discurso o se quede callado, como el lunes pasado cuando, sin temerla ni deberla, en Anenecuilco, Morelos, el fantasma de Zapata le salió al paso para reclamarle tanto cuestiones de arte como de política. Lo primero, por una cuestión que salió de su esfera de actuación como es el de las vanguardias artísticas y lo segundo por un problema que le crearon sus aliados del PES dadas sus ambiciones políticas.
Pero no es eso lo importante. Lo importante es que pareciera ser que la máquina del régimen de gobierno comienza a pasar aceite, por los descuidos que con ella ha tenido el conductor del vehículo y que, necio como es, se niega a reconocer. Pasado el sabor inicial de las dulces mieles del triunfo, los que al inicio caminaron con él comienzan hoy ya a preguntarse: “¿Qué onda, pues, ése?; por allí no es el camino”. Y los gritos y porras del principio de la UNTA, el domingo de referencia, en tierras zapatistas se tornaron en reclamos y rechiflas que nadie lograba entender, tanto porque hasta hoy el asesinato de Samir Flores sigue impune, como porque, sea como sea, nunca se debió permitir que el recinto oficial del arte en México (el Palacio de Bellas Artes) se utilizase para hacer, con una pintura, burla de Zapata (no quizá no quiso hacer eso Cháirez con su pintura; su libertad no es cuestionable; lo cuestionable radica el hecho sólo del acto: que nadie haya tenido criterio para evitarlo). Dos pecados juntos (uno político y otro cultural) que no debieron haberse juntado en las tierras del caudillo del sur, quien ni la debía ni la temía.
Es decir, el error de AMLO fue haber ido a tierras zapatistas sin haber saldado políticamente, de manera previa, ambos errores. Equivocación que, como hoy los baches de Ensenada, se repiten en una calle y en la siguiente también, lo que suena a cansancio o a ganas de no querer corregir los errores que se han cometido; que no es uno, sino que son varios y que sus enemigos, como el domingo, se los van a cobrar con intereses, pues ése es uno de los costos que todo político paga cuando se comienza a dar cuenta que no todo es vino y rosas a la hora de ejercer el poder. ¿Cuándo termina la etapa de vino y rosas en referencia con el gobierno? Por lo común, mucho más pronto de lo que el propio gobernante supone, dado que sus enemigos están sobre él, atentos a todos los deslices que comete y que ellos intentan cobrárselos con sangre.
Eso, si bien es cierto no es precisamente uno de los aspectos más significativos del quehacer político, sí es uno de los que más estragos causan si no se es lo suficientemente cuidadoso como para tratar de evitarlos desde el primer momento en que hacen su aparición, dado que allí nadie puede negar responsabilidad de quién es a quien se le están pidiendo cuentas, pues finalmente por algo es él el responsable de la Nación, sin que de ninguna manera lo pueda evitar (y si no, que se lo pregunten a varios de los articulistas de este Diario). Es decir, en política en ocasiones aunque uno directamente no sea quien cometa los errores, las consecuencias sobre él recaen y los efectos se le cobran caros. No estar atento a ello, implica no conocer a fondo las reglas múltiples que se aplican en esa carambola de tres bandas que es la política, a la que siempre estuvieron atentos tanto Churchill como Stalin y que por eso ambos pudieron si no tranquilamente resistir, sí se conservaron hasta el final en sus respectivos puestos de mando. Los dos, políticos de pura cepa, zorrunos, hábiles, implacables ¿Será eso la política? ¡Ah!, es difícil saberlo. Pero que tiene que ver mucho con ello, sin duda.
P. D. Pido descanso unos días, pues mi salud física y mental me lo exige. Ando virtualmente para el arrastre y espero que unos días de descanso me ayuden a recuperar fuerzas, que buena falta me hacen. Nos vemos pronto de regreso.

*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx

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