* Hay más Pueblos Mágicos fundados por fray Junípero Serra.
* Paisajes naturales inacabables en las montañas de Querétaro.
* Pasear por Puerta del Cielo, Pinal de Amoles y el río Escanela.
* Las misiones del fraile franciscano, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
* Conquista y la colonización empezaron a mediados del siglo XVIII.
* Es reserva de la biosfera, con perfiles climáticos y biogeográficos reconocidos.
Adrián García Aguirre / Jalpan de Serra, Querétaro
Enclavada en seis municipios del estado de Querétaro, la Sierra Gorda es, en toda su grandeza, enigma silencioso y fuente de maravillas naturales infinitas al final de la segunda década del tercer milenio de la era cristiana, considerada además un espacio de vida y esperanza, con Jalpan de Serra como su mejor representante.
Este Pueblo Mágico y los cuatro restantes que se fundaron en tiempos ya remotos, aún existen debido al legado de fray Junípero Serra, el monje andariego que acumuló una portentosa sabiduría en esas cinco misiones franciscanas distribuidas en el corazón de las montañas.
Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1996, con frontispicios pertenecientes al estilo arquitectónico barroco-mestizo, los muros de las misiones cuentan al detalle el proceso evangelizador de los pueblos indígenas, el nacimiento de una raza y una forma de pensar y actuar, conservando la quietud del entorno colonial y las bellezas naturales que esta región ofrece con generosidad.
A dos horas por carretera desde la ciudad de México, a partir de San Juan del Río, Tequisquiapan, Peña de Bernal y Vizarrón, en el municipio de Ezequiel Montes, la Sierra Gorda se contempla entre barrancas, con el cerro de la Media Luna -por el antiguo camino a Pinal de Amoles-, como puerta de entrada a la región montañosa.
Este fue el escenario de los encuentros épicos sostenidos en 1746 entre las tropas de José de Escandón y las tribus jonaces, pames, chichimecas, huastecas y ximpeces, tardíamente sometidas sin piedad y con inusual crueldad por la soldadesca española y los encomenderos, y luego evangelizadas por los frailes franciscanos.
Entre Pinal de Amoles y Landa de Matamoros está Jalpan, sitio de encuentro y unión de dos mundos opuestos, desde el cual los misioneros llevaron a cabo su labor religiosa y que, en pocos años, gracias a sus sentimientos humanitarios, lograron que los grupos nómadas –que por más de dos siglos se habían resistido a la evangelización-, se asentaran en cinco comunidades bien formadas alrededor de sus respectivos templos y parroquias.
En 2011 se celebró el aniversario 267 de la fundación de la misión de Santiago de Jalpan -la primera de las existentes en la bellísima y agreste región-, donde, a iniciativa de Claudia Loeffler, en 1989 se constituyó el Grupo Ecológico Sierra Gorda A.C..
Esa agrupación conservacionista cuyos integrantes, entusiasta y desprendidamente, han trabajado en las poblaciones serranas para recuperar y preservar el medio ambiente, la llaman, con razón, la “Joya Verde” de México.
Para ellos, la consigna es preservar, y por eso defienden Tanchanaquito, San Antonio Tancoyol, Ayutla y Concá, en cuyos extremos limítrofes septentrionales, la Sierra Gorda de Querétaro se ubica al norte del estado.
Es hogar de una de las zonas más diversas del país, con ecosistemas de semidesierto con el ocotillo como arbusto predominante en los lomeríos inacabables del municipio de Peñamiller y los bosques de niebla de las profundidades del río Escanela, donde existen yacimientos de plata y otros minerales.
Por su vasta variedad de condiciones climáticas y topográficas, la Sierra Gorda –con una superficie de 383 mil 567 hectáreas, lo que equivale a 47% del territorio estatal-, cuenta con una biodiversidad que va de los bosques templados y caídos, bosques mesófilos, selva baja caducifolia y alta perennifolia, a los matorrales de submontaña.
Esta región fue declarada Reserva de la Biosfera en 1997, es hogar de más de 130 especies de mamíferos, 325 tipos de aves, 650 especies de mariposas y de la cascada de El Chuveje que administran los comuneros del lugar.
También es posible visitar las grutas de los Herrera descubiertas en 1978 y el impresionante sótano del Barro, del cual se tuvo noticia por primera vez al escuchar los relatos de Francisco Boijseauneau, ex buzo marino, rescatista e instructor de la Cruz Roja y director de la Escuela Mexicana de Espeleología.
La ambientalista Claudia Loeffler aseguró que, desafortunadamente, la falta de conciencia ecológica llevó a la pérdida de muchos de esos bosques, a la disminución de manantiales y de fauna silvestre: “Además –dijo- la proliferación de basureros, la contaminación de arroyos, ríos y presas, habían contribuido al deterioro de los ecosistemas de la región”.
Para lograr un desarrollo sustentable, su grupo se organizó en torno a tres programas: regeneración de recursos forestales, protección de fauna y concientización, y mejoramiento ambiental comunitario, puntos que cumple con esmero.
Boijseauneau como director de Aventura Park –cercano al poblado de San Joaquín-, centro de recreación, campamento y sitio para la práctica del turismo de naturaleza, afirma que, como en la mayor parte del territorio nacional –no obstante que entre espinos, encinos y ceibas aún sobreviven la guacamaya y el oso, los jaguares y los pumas, el chivizcoyo y el puerco espín- la deforestación es y sigue siendo un problema grave.
“Los desmontes para cultivar milpas y el pastoreo, la tala clandestina, los incendios y las plagas, han causado la devastación de extensas áreas boscosas”, añade y concluye así:
“Erosión y pobreza de los suelos, disminución de oxígeno en la atmósfera, de la humedad ambiental, así como la filtración del agua pluvial hacia el subsuelo, dan como resultado la desertificación”.
Las lluvias bíblicas mojan el alma al entrar a la serranía por la Puerta del Cielo y ante el valioso legado histórico que dejaron los frailes misioneros, la Sierra Gorda se vuelve un paraje grandioso, escondido y recóndito, frontera climática y biogeográfica que apenas aparece en las referencias educativas nacionales.
Es naturaleza, biodiversidad, aventura y cultura, y es que la Sierra Gorda –con montañas que rebasan los tres mil metros de altitud sobre el nivel del mar- también tiene tradiciones, costumbres y lugares resguardados por generaciones.
Éstas han permitido que el queretano se acerque a sus raíces, a sus más profundas nociones de arraigo y pertenencia como los vestigios arqueológicos de Tancama, Toluquilla y Ranas, que resguardan recetas de platillos regionales únicos por sus ingredientes y sus procesos de preparación, reflejo de la riqueza cultural.
Así, Jalpan de Serra y las cuatro misiones son un libro abierto en el que se lee su apasionante historia, enmarcada en una esencia vibrante que se siente en el aire de las montañas que dan permanente quietud y reposo a los corazones aventureros.
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