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miércoles, abril 24, 2024

La comida es mucho más que un plato delicioso

En un planeta megadiverso, con casi 8,000 millones de personas, donde las diferencias están presentes en cada ser humano, hay algo que nos conecta: la comida. 

La comida nos vincula a todos. Tanto es así, que los japoneses usan una palabra para describir un lazo: musubi

Es inherente al ser humano, es un lazo, el vínculo que nos conecta; sea cual sea nuestra cultura, religión, nacionalidad y edad. 

Todos necesitamos y dependemos de ella, sobrevivimos gracias a ella y nos aporta salud y bienestar emocional. Es parte de lo que somos, nos da identidad.  Forma parte de nuestros hábitos, costumbres, tradiciones y creencias. Es, incluso parte medular de cómo interactuamos con los demás. Todos estamos inmersos en el debate de la comida, aunque no nos demos cuenta.

Entonces, si somos parte de la comida y ella de nosotros: ¿Por qué la relegamos?, ¿por qué dejamos que se pudra en el refrigerador?, ¿por qué no comemos lo que aun es apto para nuestro consumo?, ¿por qué tiramos las sobras?

Un tercio de todos los alimentos producidos globalmente se pierde o se desperdicia. Nos encanta la comida, pero no la cuidamos, no la respetamos y no le ponemos atención. 

¿Sólo importa la comida del ‘chef famoso’ que hace marketing con la alimentación de cocineras y cocineros tradicionales, para vanagloriarse con premios? 

Hasta hace algunas décadas no existían estudios sociales y antropológicos centrados en la alimentación o las culturas alimentarias. Para todos los gremios de la academia era un tema cotidiano, de todos los días y sin importancia. ¿Qué sucederá cuando las crisis alimentarias mundiales toquen nuestra puerta? ¿Acaso todos tenemos una economía, educación y tecnología tan fuerte y avanzada que los problemas agroecológicos no nos afectarán? ¿La hambruna de nuestros vecinos nos será indiferente? 

Todos podemos y debemos hacer algo respecto a nuestra alimentación, nutrición y bienestar social. Algunas claves para conocer, respetar y valorar más la comida podrían ser las siguientes:

-Reducir el desperdicio de alimentos, comprar  sólo lo necesario. No ver con desprecio los alimentos de aspecto feo (se pueden crear platillos deliciosos a partir de estos); comer raciones adecuadas a nuestra necesidad, verificar fechas de caducidad, almacenar los alimentos de manera inteligente y adecuada, donar excedentes y convertir los sobrantes en la comida del día siguiente u otras comidas. 

Cuando desperdiciamos comida, también desperdiciamos todos los recursos utilizados para cultivar, procesar, transportar y comercializar esos alimentos. La comida es mucho más que lo que hay en nuestros platos.

-Procurar apoyar a los productores de alimentos directos como los agricultores, pues sin ellos, no tendríamos ningún alimento. Los campesinos son  los verdaderos protagonistas de nuestra alimentación. Merecen oportunidades en igualdad y respeto que todo ser humano.  ¿Alguna vez nos hemos preguntado de dónde viene lo que comemos? 

-Valorar el trabajo que requiere producir un alimento: la agricultura no se limita al trabajo, es cultura, religión y tradición. Se necesitan semillas y tierra, agua y trabajo, protección y paciencia. Según la FAO, se necesitan unos 50 litros de agua para poder producir una sola naranja. Por lo tanto, todos los alimentos que elegimos afectan a la salud de nuestro planeta y la nuestra.

Cuando comemos, consumimos los recursos naturales y el trabajo de los campesinos. 

-Adoptar dietas más saludables y sostenibles es importante porque de esta manera evitaremos muchos problemas de salud y ambientales. No solemos prestar atención a la influencia que tienen los alimentos y la nutrición sobre nuestros cuerpos.  

Es pertinente entender que los alimentos son energía y consumir demasiada comida en general, o demasiada comida de un solo tipo puede conducir a la obesidad, a carencias o a enfermedades relacionadas con la dieta diaria.

 

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