Gregorio Ortega Molina
De este juego de vencidas ideológico y publicitario, en el que aparentemente gana Andrés Manuel López Obrador, no habrá vencedor ni vencido. Las consecuencias pesarán sobre las sociedades de los países cuyos jefes de Estado cilindrearon a nuestro presidente de tan desdibujada República.
Hay ejemplos emblemáticos para mostrar que los gobiernos de Estados Unidos nunca se muestran excluyentes, siempre y cuando ataña a la preservación de sus intereses económicos. Para ellos los dólares están por delante de todo: raza, creencia, ideología. La imagen exterior no los lastima, lo que necesitan es preservar un orden interior que manifieste fortaleza, y en eso están.
Debemos formularnos preguntas. ¿Qué hubiera sucedido en Cuba y en la imagen de Fidel Castro, de decidir los “gringos” que los “marielitos” no cabían en su territorio ni con sus familiares de Florida? ¿Sabemos lo que ocurrió con Elián, después de que el gobierno cubano se sirviera de su imagen, para “resaltar” la idea de la nobleza de su régimen político?
Sólo las autoridades migratorias estadounidenses saben el número casi exacto de los ciudadanos de Venezuela y Nicaragua que viven en esa nación, y trabajan de manera incansable para “reclamar” a sus familias… sin dejar de hacer envíos de dinero (tal como los cubanos se las han ingeniado para que algunos dólares lleguen a la isla a aliviar las penurias de los que allí permanecen), sin siquiera preocuparse por la legalidad o ilegalidad de esa acción, si pagan o no impuestos…
En cuanto a nuestra nación, la realidad es que “recibió 12.521,39 millones de dólares de sus ciudadanos residentes en el extranjero en el primer trimestre del año, un aumento del 17,95 % respecto a los 10.615,45 millones de dólares del mismo periodo del año anterior, de acuerdo a las cifras de Banco de México.
“En los primeros tres meses del año, la remesa promedio individual fue de 380 dólares, superior a los 356 dólares del mismo trimestre de 2021 y el número de operaciones pasó de 29,83 millones a casi 32,93 millones, la mayoría de ellas transferencias electrónicas”.
Preguntémonos en serio, ¿son excluyentes los gobiernos de Estados Unidos? ¿Qué pasaría de cobrarse impuestos a los envíos que hacen los mexicanos? ¿Y las comisiones por las transferencias electrónicas? ¿Y el conocimiento que tienen sus autoridades de que una buena cantidad de dólares es producto del trabajo de ilegales?
Sí, las vencidas publicitarias puede ganarlas el presidente mexicano, pero las consecuencias las pagarán las sociedades que desean dar la espalda a ese poder económico que, de una u otra manera, no los deja morir de hambre.
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