*Los pobres aprenderán primero que nada resulta gratis, las cuotas de recuperación, van. Si alguien se queda en el camino, será para ellos un problema menos
Gregorio Ortega Molina
Sostengo lo afirmado un par de semanas antes de que AMLO asumiese formalmente la Presidencia de la República, porque meses antes Enrique Peña Nieto se encerró en una abdicación de silencio, pero no de ambiciones y corrupción. Entre ellos todo estaba dicho.
Insisto, los senderos políticos seguidos por el líder de Morena, el diseño de su proyecto, el porcentaje de errores, todo está diseñado con mucha antelación, y avanzan con los pasos contados, para evitar recules innecesarios y perjudiciales a la aceptación y la imagen.
Lo que no hemos comprendido desde la trinchera de la sociedad, es que se esperan dos resultados distintos: el anhelado por ellos, el prefigurado en el proyecto, y el que los amlovers a toda prueba, creen que van a recibir gracias a su constancia, desesperación y obsecuencia con todo el proceso de desestructuración de un modelo económico y político en el que no todo fue fracaso. Por ello es necesario demoler las instituciones insignia, y es en esa tarea que muestran prisa, lo que no significa equivocarse, o quizá lo presentan como error calculado.
Lo que significa la frase cambios irreversibles, es que quienes lo sucedan nunca podrán reconstruir, literalmente hablando, lo que con tanto cuidado demolieron y legalmente desestructuraron. Necesitan un México vencido.
El margen de críticas al momento de la instrumentación del INSABI y su puesta en marcha, está calculado y es aceptado. Se trata de servir a los intereses de Estados Unidos, y conjurar un conflicto directo con el catolicismo.
Uno de los principales problemas de México es su densidad demográfica, agravado por las disparidades de todo tipo. Si la contracepción y el aborto significan enfrentamiento, resulta más fácil evitarlo y darle la vuelta, buscar las respuestas en el combate a la corrupción y la austeridad, en el reordenamiento del sector salud y la pretensión de hacer universal el servicio, y si en el camino aceleran su salida del mundo los que están a punto de irse, todos serán beneficiados, según ellos.
La respuesta está en La mano de Dios, donde Philip Kerr deja caer la aseveración que es el hilo conductor de toda la novela: cualquier cosa puede salir mal, todo puede salir mal, porque de uno u otra manera interviene la voluntad divina.
Asistimos, con pasmo, al diseño administrativo y político de una eugenesia por accidente, porque de lo que se trata es de poner orden, combatir el dispendio y la corrupción, evitar que los gobernadores usen para otros fines el gasto en salud, y que sean los pobres los primeros que aprendan que no todo es gratis, las cuotas de recuperación, van. Si alguien se queda en el camino, será para ellos un problema menos.
Naturalmente la reflexión anterior es sobre una hipótesis, pero éstas son para darles vueltas, meditarlas, hasta llegar a lo que esconde lo que no es descuido ni precipitación, y tratar de discernir qué resultados esperan de esta política pública.
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