Luis Alberto García / Pátzcuaro, Mich.
*Se negó a rendirse frente a los conquistadores españoles.
*Ella misma encabezó la resistencia en contra de los invasores.
*Hija de Timas, noble del señorío de Mechuacan.
*Resistió hasta después de 1550, enamorada de Martón de La Coruña.
En octubre de 1521, un grupo de personajes purhépechas emprendió un viaje rumbo a Tenochtitlán, capital del imperio mexica, con la misión de establecer un diálogo con los conquistadores españoles. que estaban en el proceso de someter a los súbditos del emperador Cuauhtémoc, vencido el 21 de agosto de ese año.
Sin embargo, ninguno de esos viajeros contaba con la valentía y tenacidad de una princesa purhépecha, de nombre Eréndira Ikikunari, hija de Timas, uno de los jefes de Mechuacan derrotado por Nuño de Guzmán y Cristóbal de Olid, enviados de Hernán Cortés.
Apenas llegaron esos enviados a lo que hoy es Tacuba, en la entrada poniente de la antigua urbe imperial, vieron las cenizas dejadas por el fuego, además de toda la destrucción del antes poderoso reino del señor Moctezuma.
Los purhembes, desconcertados por la reciente derrota de los mexicas —considerado el pueblo con el ejército más fuerte de la época— supusieron que el pueblo purhépecha correría con la misma suerte.
Emprendieron el regreso a su territorio -hoy Michoacán, antes Mechuacan- para advertirle a su señor Tangáxoan II Tzíntzicha la desgracia que había contemplado; pero el rey decidió rendirse en cuanto llegara hasta él el ejército español acompañado de sus aliados.
Hubo una notable excepción: la hija de Timas, Eréndira Ikikunari, no aceptó tal decisión y discutió con su padre por la rendición, luego de que éste se negara a tomar las armas y evitar así la conquista española.
Habla con Nanuma, jefe de sus ejércitos purhembes -prometido de Eréndira-, para pedirle no pelear, no obstante que ella trata de convencerlo para no rendirse, diciéndole que no se casará con él en caso de que no tome las armas y luche.
El jefe de los ejércitos decide hacerle caso omiso a la petición de su futura esposa, así que rinde al pueblo purhépecha tal como lo pidió Tangáxoan II Tzintzicha, sellándose entonces un pacto de paz con los agresores españoles de Cristóbal de Olid, considerado, junto con Nuño de Guzmán, uno de los más sanguinarios de los capitanes de Hernán Cortés.
Erendira se pone al frente de la resistencia de personas que creían en ella, organizadora y líder de los indígenas, una mujer que conduce a los valientes encabezados por ella, que los lleva a las montañas para preparar el ataque a los españoles que ya avanzaban masacrando a las poblaciones purhépechas.
Se reunió en Pátzcuaro con sus efectivos para organizar una mejor defensa, y es ahí donde pelea contra su antiguo prometido, Nanuma, presentando batalla en lo que actualmente es Villa Escalante o Santa Clara del Cobre con sus guerreros prestos a todo, porque aún se resisten a ser esclavos de los europeos.
Una versión —que algunos, para descalificarla, la toman como solamente una leyenda— señala que alguno de los suyos llevó a Eréndira un caballo a la princesa, el cual obtuvo tras emboscar a un grupo de españoles.
La intención era sacrificar al caballo y ofrecerlo como ofrenda a sus dioses y así éstos los protegieran; pero ella habría decidido no matar al animal y, por el contrario, aprender a montarlo: una vez domada la bestia, cabalgó y demostró que ese animal no era un ser con poderes sobrehumanos, sino simplemente algo que desconocían y que podía ser dominado.
Montada en este corcel, la princesa purhépecha se lanzaría a enfrentar a los ejércitos españoles y a los aliados, entre ellos Nanuma; sin embargo, sus huestes son derrotadas y vuelven a la sierra porf el lado de Tingambato.
Cuenta la leyenda que solamente el tiempo y los años vencieron a Eréndira, pues se dice que fue hasta después de 1550 que ella se rindió a petición de fray Martón de la Coruña, de quien, se asegura, la princesa indígena Eréndira Ikikunari parece haberse enamorado perdidamente.
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