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miércoles, noviembre 12, 2025

La nueva perversión narrativa de la derecha mexicana

Uruapan y la impostura

Por

Rafael Serrano

Uruapan y el “nuevo” PAN

 

El asesinato de un alcalde populista conservador en un municipio próspero de Michoacán ha sido expropiado por las narrativas neoconservadoras,  que “muestran” como un gobierno de “orcos”  que dice  no robar, no traicionar y no mentir sí traicionó, sí robo y sí mintió. El mundo al revés. En el caso del alcalde  sacrificado este será ahora un mártir más de la causa “libertaria”; aunque ellos, los neoconservadores prianistas, hayan sido señalados como los que crearon este reino del mal (Calderón y Peña) y su infierno social. Se evade analizar el fondo o el trasfondo de este crimen (no el único ni el último).

 

Uruapan es tierra pródiga y su riqueza agrícola, aguacates y limones, creó una oligarquía de agricultores, compuesta de propietarios, que constituyeron lo mismo familias ricas y poderosas que agricultores medianos o pequeños. Cabe decir no  todas las familias son  “decentes”, honradas y justas y más si la producción de aguacate tiene un valor de 3,500 millones de dólares anuales. Uruapan no es ni ha sido un paraíso;  donde hay tanto dinero no todo son buenas maneras ni “pactos de caballeros” honrados y  justos. El Mercado es cruel. Es un averno. Existe una lucha de intereses entre los agricultores propietarios, distribuidores y compradores que desembocan tarde o temprano en violencia. A lo que habría que agregar que este sistema productivo, capitalista, emplea a trabajadores agrícolas no propietarios, mal pagados y mal tratados a los que se agrega una economía de servicios  que emplean a personas de las  clases medias,  asalariadas y precarizadas que trabajan para los comerciantes del pueblo, o para los que ejercen profesiones liberales: los médicos, los abogado, los notarios, los veterinarios, los agrónomos, etcétera. Quien paga manda pero no solo manda los carteles sino también otros poderes, todos de cuello blanco.

 

Sobre esta base de desigualdad social emerge el crimen. No solo extorsionadores de agricultores propietarios y de bandas de criminales ajenos a la comunidad sino también criminalidad que provienen de la misma comunidad; de una sociedad desigual e injusta donde los ricos hablan de su seguridad y de su paz; y que no se entiende entre los pobres, los ajenos a la riqueza del aguacate; éllos,  se preguntan qué significa la paz y la  seguridad cuando su vida acumula frustración, recelo y rencor.

 

El presidente municipal era una persona que hablaba enfrentando y confrontando a sus enemigos y vapuleándolos verbalmente. No se dio cuenta que estaba inmerso en una olla social descompuesta que lo ahogaría. Suponiendo que la valentía es un acto de arrojo ante el peligro. A Carlos Manzo le falto prudencia y le sobró temeridad. ¿El crimen organizado, los narcos, lo ajusticiaron? La pregunta de ¿quién mató al comendador? Se aplica  y  tiene respuesta: “todo el pueblo a una, Fuenteovejuna”. El crimen organizado o no organizado actúa desde hace décadas, desde siempre, en climas de descomposición social e institucional y con el apoyo  o el temor de la comunidad.

 

Huerta mecanizada de aguacates en Uruapan

 

Los generadores de violencia no son solo mafias extorsionadoras sino también una oligarquía agrícola que maltrata junto con los “jodidos” que también son pueblo y terminan siendo carne de cañón. Recordar la pregunta del poeta: ¿de quien son estos olivos (aguacatales)?, ¿quién los plantó, quien los cuida?; ¿quién se queda con la riqueza? Donde hay dinero hay crimen y no solamente de narcos y extorsionadores matando agricultores ricos. La  retórica conservadora habla de un “ya basta” mordiéndose la lengua. Promueve y lleva a cabo su agenda restauradora vestida de blanco “apolítico”. Por ahora se pone sombrero ranchero ensangrentado y luego, en su momento, se pondrá el paliacate bucanero de los jóvenes anarquistas y se apropiará de la vanguardia de una nebulosa generación Zeta. Una perpetua hipocresía.

 

Lo suyo es el robo y la simulación. Antes, el conservadurismo se vistió de rosa con tenis fosfo-fosfo y defendió a la corrompida Suprema Corte y al grito de “no se toca”, la pandilla que gobernaba en el INE conservó sus privilegios y su opacidad; ahora, se hace  dramaturgia con un sombrero ensangrentado y se vocifera como si fueran agitadores retro con megáfono. Se disfrazan de “libertarios”, juveniles Z y se “rebelan” contra el mal gobierno; se unen hipócritamente al movimiento del sombrero. Una  parodia infumable para “jalar voto” juvenil y derrocar a una “dictadura” inexistente y ante estos molinos de viento sin gigantes cargan con una adarga astillada y quebrada. Don Quijote en el teatro del absurdo. Demagogia y arribismo puro y duro.

 

El remake panista es alineamiento al “nuevo” discurso neoconservador

 

En este contexto se inscribe el “nuevo” PAN. La pandilla que dirige al PAN recoge un viejo lema fascista y lo incorpore al discurso renovado de los “libertarios” de nuevo cuño. Al oír/ver el discurso del nuevo líder del PAN, copiando las  dramaturgias de la derecha global paleo-libertaria, un amasijo de barbaridades llenas de violencia verbal  indiscriminada, no queda más que definirlo como algo patético y ridículo que tiene efectos perniciosos mayúsculos. Imitando a Milei y lanzando flamígeras consignas copiadas del manual de VOX.

 

En el relanzamiento del PAN ésta identidad que se dice “recuperada” (¿?) se explica haciendo maromas semánticas. Han tratado de redefinir el sentido de los  términos  “libertad, familia y patria” alejándolos de su ser, de su naturaleza: su filia derechista, incluso peligrosamente facha; ¿una recaída? O ¿una memoria perdida o esquizoide buscando votos en un pueblo siempre menospreciado? Muy lejos de lo que significa la libertad, la familia y la Patria para lo verdaderos movimientos libertarios (anarquistas, socialistas y comunistas).

 

El relato o los relatos de la actual derecha mexicana están dirigidos a todos los sectores sociales, pero anidan en el imaginario de una clase media “sufrida  que se siente  “excluida” o despojada de sus “privilegios”: desde las clases altas y medias altas hasta amplios sectores populares: clase media baja y precarizados, pequeños comerciantes, burócratas del “Deep State”, empleados de empresas o jóvenes desnacionalizados que están excluidos del hedonismo narcisista de la sociedad de consumo.  Actualmente es notoria la obsesión de las élites de la derecha mexicana para convocar grupos sociales de diferentes estratos etarios y sociales. Ahora apuntan a los jóvenes que llaman “Generación Z” que constituye la nueva mayoría silenciosa que en realidad es inexistente como identidad cultural homogénea.

 

Al diluirse el PAN estamos viendo renacer o resurgir una derecha radical que abreva en lo más negro  del sinarquismo y de la organización secreta el Yunque. El discurso es el mismo: el caos de la maligna izquierda, colectivista/estatalista y hoy narca, chavista y castrista y demás epítetos apropiados o expropiados de las izquierdas que “están destruyendo al país”. Discurso/mantra repetido desde que, en la Francia revolucionaria, los girondinos decidieron ponerse del lado “derecho” de la historia y proclamaron la restauración del orden y del progreso evadiendo los riesgos de la transformación. Ante el caos,  la restauración del orden. Hagamos memoria y no olvidemos lo que ha sido la derecha en nuestro país:

 

“En México se adoptó (por la derecha) el discurso fatalista apocalíptico  del desorden social y tuvo a lo largo de dos siglos (XIX Y XX), diversas  narrativas pero un solo discurso: siempre ha considerado que los cambios radicales que propone la izquierda, independientemente de sus razones, son extremos, radicales, destructores de la vida social. Sus relatos refieren  a defender el orden establecido o alertar del caos que generan las posturas izquierdistas o transformadoras. En el siglo XIX, el discurso conservador tenía como relato el caos y el desorden de un “país bárbaro” en el que había que imponer la Ley y el Orden cumpliendo el legado hispanista y católico; en la Revolución con el mismo discurso: el relato del caos se asignaba al proceso revolucionario que hacía renacer “la barbarie anticlerical”, atea y comunista así como, el desenfreno populista de Villa y Zapata; en el periodo del del priato, el discurso no cambia pero el relato criticaba el “desorden” provocado por la corrupción y el corporativismo estatal, una “dictadura blanda”. El  discurso del caos permaneció inalterable ante cualquier transformación, pero no así el o los relatos que se ajustaban de acuerdo a cada época, siempre tratando de disolver el estatismo y proponer una economía regida por la competencia y el libre mercado, mitificando el papel individual sobre el colectivo, cuyos relatos refieren siempre a la eficacia, eficiencias basadas en el esfuerzo emprendedor de los individuos libres, generosos y ordenados. Los neoconservadores panistas proponen, como siempre,  restaurar el orden, ahora neoliberal y reconstruir sus aparatos de poder: jurídicos, económicos, políticos, mediáticos. Ayer como hoy.”

[Jorge Centeno, “Derechas. Discurso y narrativas de los partidos conservadores en México contemporáneo” (Tesis de maestría. Universidad La Salle/Oaxaca. 2025)]

 

Hasta ahora, Morena ha ganado la batalla cultural ofreciendo y abriendo espacios para la libertad; para que habite una sociedad diversa y plural acompañada de una pedagogía política más allá de la grilla política regida por el escándalo y la difamación. Sin embargo, no se ha ganado la guerra cognitiva. La arremetida fascista invade ya las plataformas de la nueva opinión pública y siguen sembrando su catecismo oscurantista en las redes y en las universidades. El fascista argentino Laje y la no menos ultra Cayetana de España ya empezaron su labor evangélica en México. Sus acólitos se han multiplicado ya no son  solamente Lilly Téllez, Verasategui, Loret, Brozo, Pedro Ferriz, Kenia López, Alazraki y algunas momias parlantes del viejo sistema mediático; nuevas voces aparecen y pueblan las redes bajo los nuevos hacedores de opinión: los influencers y streamers. Mismo discurso y nuevas narrativas.  La  derecha no está muerta está vivita  y coleando.

 

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