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viernes, noviembre 22, 2024

Las desigualdades económicas en México son tan grandes como las del mundo

CIUDAD DE MÉXICO, 17 de julio (AlmomentoMX).- Desde la década de 1980, el abismo existente entre los que tienen y los que no ha crecido en casi todo el mundo desarrollado, incluidas América del Norte, Australasia y Escandinavia, así como en economías en rápida expansión como la de la India. A menudo hablamos de la desigualdad, pero a ¿qué nos referimos exactamente y qué entendemos por desigualdad? ¿Cómo se mide?, señala un reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Señala que la desigualdad no se trata solo de la riqueza, el patrimonio neto, o de los ingresos, el sueldo bruto. También puede abarcar la expectativa de vida, la facilidad que tienen las personas para acceder a los servicios de salud, la educación de calidad o los servicios públicos. Hay desigualdades entre los géneros y entre los grupos sociales.

Además, la desigualdad aumenta y persiste porque algunos grupos tienen más influencia sobre el proceso legislativo, lo que impide a otros grupos hacer que el sistema responda a sus necesidades. Esto lleva a distorsiones de políticas y socava el proceso democrático.

Cada faceta de la desigualdad entorpece enormemente nuestra capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por ello debemos tener en cuenta cada aspecto de la desigualdad si queremos promover la Agenda 2030.

Un estudio de Oxfam indica que 26 personas poseen la misma riqueza que 3800 millones de personas. Mientras, más de la cuarta parte de todos los adultos que trabajan son pobres, ganando menos de 3,10 dólares por día. El número de trabajadores mal pagados va en aumento.

De acuerdo con Máximo Jaramillo y Diego Vázquez, en un artículo publicado en la revista Nexos en febrero del año pasado, las desigualdades económicas en México son tan grandes como las del mundo, y se expresan en dos fenómenos que van de la mano: la desigualdad medida entre las personas del país, y entre sus regiones y entidades federativas. Mientras que nuestro país es la décimo quinta economía del mundo y tiene al hombre más rico de América Latina, la mitad de la población vive en pobreza por ingresos. A continuación, presentaremos un recuento de datos que ayudan a poner en perspectiva lo urgente que es reducir la desigualdad en el país.

Señalan que parece ser claro que la desigualdad en el mundo es extremadamente amplia: el 5% de la población más rica del mundo tiene un ingreso 140 veces mayor que el 5% más pobre. Dicho nivel de desigualdad se puede descomponer en dos partes: la desigualdad entre países y la desigualdad dentro de los países. Como lo menciona Branko Milanovic en su libro Desigualdad global, la desigualdad entre países ha venido decreciendo en los últimos años, en gran medida debido al crecimiento de la clase media en Asia (principalmente en China). A pesar de eso, aún hoy en día el PIB per cápita promedio de Alemania es 7 veces el de Filipinas.1

Por otro lado, la desigualdad dentro de los países no ha mostrado tendencias tan claras, y hay diferencias importantes: como se puede ver en la siguiente gráfica, países con niveles de desigualdad relativamente bajos como Alemania tienen al 5% más pobre de su población posicionados en el percentil 74 a nivel mundial (es decir, hay 74% de la población mundial que es más pobre), mientras que los más ricos no llegan siquiera a estar en el percentil 100. De igual manera, países con ingresos bajos y niveles de desigualdad relativamente bajos como Timor Oriental tienen a su población más pobre ubicada entre los más pobres a nivel mundial, mientras que el 5% más rico apenas alcanza a llegar al percentil 60 a nivel mundial.

En contraste con los casos mencionados, México y algunos países de Latinoamérica u otras regiones con niveles extremos de desigualdad muestran un comportamiento sumamente diferente. Como lo señala el reciente informe de Oxfam México, el 5% más pobre mexicano es, de hecho, el 2% más pobre a nivel mundial. En contraste con lo anterior, los más ricos del país se encuentran entre los más ricos a nivel mundial, llegando al percentil 96. La desigualdad en México es particularmente grave.

La desigualdad no trata solo de riqueza (patrimonio neto) o de ingresos (sueldo bruto). También puede abarcar la expectativa de vida, la facilidad que tienen las personas para acceder a los servicios de salud, la educación de calidad o los servicios públicos. Hay desigualdades entre los géneros y entre los grupos sociales. Cada faceta de la desigualdad entorpece enormemente nuestra capacidad de alcanzar los ODS. Debemos tomarlas a todas en consideración si queremos promover el desarrollo sostenible.

La desigualdad aumenta y persiste porque algunos grupos tienen más influencia sobre el proceso de creación de las políticas. Otros grupos no pueden hacer que el sistema responda a sus necesidades. Esto lleva a distorsiones de políticas y socava el proceso democrático.

La desigualdad representa un enorme obstáculo para todo tipo de futuro sostenible. No solo hace difícil que los países y las personas alcancen todo su potencial, sino que se suma al cambio climático para hundir aún más a los más vulnerables, quitándoles la posibilidad de tomar sus propias acciones a favor del clima. Los más pobres son los más afectados por casi todas las adversidades climáticas, en especial la degradación del suelo, las pérdidas en las cosechas, la polución del aire y la falta de agua.

Estas notorias brechas son no solo injustas, sino que son también peligrosas.

La desigualdad es un lastre para todos. Amenaza el orden mundial, los sistemas políticos, los derechos humanos, la paz y la seguridad y el futuro sostenible que tratamos de alcanzar para nosotros y para nuestros hijos. La Agenda 2030 reconoce que, si no la encaramos con decisión, no podemos luchar contra los enormes desafíos a los que se enfrenta el planeta, como la pobreza y el cambio climático.

Para que México pueda mejorar sustancialmente en sus niveles de desarrollo y crecimiento económico, es necesario cerrar estas brechas regionales y de ingreso. El actual modelo económico no ha podido cerrar las brechas e incluso las ha consolidado. Como lo muestra el reporte de McKinsey “A Tale of Two Mexicos”, el mediocre desempeño económico de nuestro país se debe a que las ganancias del crecimiento y los avances en materia de desarrollo se concentran en sólo algunos sectores/regiones/grupos de ingreso, mientras que otras zonas o grupos del país no han avanzado o incluso han retrocedido. Por ello, no sorprende que México siga creciendo a tasas tan bajas y que la pobreza patrimonial por ingresos siga casi igual que en 1994.

AM.MX/fm

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