Teresa Gil
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La noticia de que unos sobrinos de María Kodama viuda de Jorge Luis Borges, aparecen en escena para asumirse herederos, pone en contradicción la idea de que las obras clásicas de un creador, son del pueblo. Teóricamente debería de ser así, porque por lo general, un talento se hace y se consolida por la intervención pública. El hecho de que se diga que 300 mil egresados de las universidades públicas trabajan para 56 países, desde la escueta injusticia se puede decir que es un abuso. Pero el olvido de la leyes no prevé ni siquiera un aporte de esos egresados. La señora María Kodama recién fallecida, que causó tantas críticas en su ensañada defensa de la obra del argentino, no hizo testamento y debido a ello la ley puede otorgar la herencia a los herederos que demuestren ligas con la heredera del autor del Aleph. En México hay, entre otros, el precedente con la obra de la pintora española que llevaba muchos años en el país, Remedios Varo, ante la embestida de una sobrina que se apersonó desde España para declararse heredera. La obra se le adjudicó, pero había también el precedente señalado por la pintora, que sostenía que una vez regalada y vendida su obra ya no le pertenecía, por tanto no tenía que entrar en herencia. Pudo haber un arreglo con la avasallante sobrina, pero en 2008 una jueza cerró el caso declarando verdadera dueña de la obra de Varo, a la nación mexicana.
NEGOCIAZO PARA HEREDEROS O PARA LOS QUE VAN PASANDO POR AHÍ
Sobresaturada la imagen de Frida Kahlo hasta en el más inútil objeto, exhibe la poca defensa que hace el legislador de los personajes. Claro que está la Ley de Derechos de autor con protección individual, pero debe de haber limitaciones cuando una obra reconocida sufre el deterioro del uso inútil. Los herederos siempre están a la espectativa, para echarse sobre alguien que sacia su voracidad o su bolsillo con un trabajo ajeno. Fue el caso de la viuda de Octavio Paz, Marie-Jo Paz, lanzada contra el muy cuestionado Guillermo Sheridan por clavarse ingresos que salían del internet. Hoy dicho señor anda muy echado en su proceder misógino sobre la ministra Esquivel. Los herederos de Juan Rulfo también se vieron mal cuando retiraron el nombre de su padre en la Fil de Guadalajara, solo porque ésta premió ese año al escritor y poeta Tomás Segovia, que había sido crítico del autor de Pedro Páramo. Lo que llama la atención es que esos herederos cumplen mal su función de poseedores porque marginan la obra o simplemente en el caso literario, encarecen libros como los que se venden en las ferias. Termina siendo el estado el que realiza ediciones populares para alimentar al gran público.
LA OBRA DE BORGES SERÁ PÚBLICA EN 2057. MIENTRAS, LA REBATINGA
La señora Kodama ya había enfrentado varios dislates por la obra que le heredaron. El caso más mencionado en medios fue el del escritor también argentino Pablo Katchajian que escribió El Aleph engordado, utilizando todo el texto de Borges, pero agregando letras propias que no alteraron el original. Hubo un escandalazo, la opinión se dividió y la ley le dio la razón a Kodama. Pero revisado el caso, autoridades consideraron que no hubo alteración y que tratándose de una obra propia, no había plagio. Kodama pagó alrededor de nueve millones de dólares. Otros escritores como Roberto Bolaño provocaron problemas por no dejar claros sus testamentos, también Julio Cortázar y Felisberto Hernández que por andar de enamorado les dejó herencia a varias ex esposas. y así por el estilo. Muy comentada fue en su momento la herencia de María Félix que estaba totalmente legalizada para un empleado fiel, pero que uno de sus hermanos boicoteó y no solo obligó a negociar, sino que como en aquella novela de Alejandro Dumas hijo, La Dama de las Camelias, que ella interpretó, fue sacada del sepulcro en busca de un veneno que no se encontró. Y así siguen las historias, ¿Qué hubiera escrito Borges?
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