Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
Si bien el índice S&P 500 se mantuvo estable, refleja la cautela de los inversores frente a una semana marcada por la incertidumbre económica y política en Estados Unidos; los mercados reaccionaron con escasos movimientos mientras esperan definiciones clave en torno a la política comercial y fiscal del país, dos temas que podrían alterar significativamente el rumbo económico en el corto y mediano plazo.
Uno de los focos principales de atención fue el anuncio del presidente Donald Trump sobre un nuevo aumento de los aranceles al acero y al aluminio. Esta medida ha generado preocupación en los mercados financieros debido al potencial impacto inflacionario que podría tener, así como por el riesgo de represalias por parte de socios comerciales como China. Las tensiones comerciales han sido una constante durante la administración Trump, y cualquier escalada podría afectar tanto la inversión como el crecimiento económico global.
En opinión de Antonio Di Giacomo, Analista de Mercados Financieros para LATAM, el gobierno estadounidense intenta avanzar en acuerdos comerciales antes de la expiración de la actual pausa arancelaria en julio. Hasta el momento, solo se ha concretado un acuerdo bilateral con el Reino Unido, mientras que las conversaciones con otras naciones, incluida China, siguen sin avances significativos. Esta situación añade incertidumbre adicional a un entorno económico ya tenso.
En paralelo, se debate en el Congreso un ambicioso proyecto de ley que busca implementar nuevos recortes fiscales. Aunque podría estimular la economía a corto plazo, esta propuesta ha encendido alarmas por su posible efecto en el déficit fiscal y la deuda pública, que ya se encuentran en niveles elevados. Internamente, el Partido Republicano enfrenta divisiones, sobre todo por la inclusión de recortes a programas sociales como Medicaid, lo que complica la aprobación del paquete.
Los inversores también están atentos a los próximos datos sobre el mercado laboral y las ventas de automóviles, que servirán como termómetro para medir la solidez del consumo interno. Estos indicadores serán claves para determinar si la economía estadounidense continúa resistiendo o si empieza a mostrar signos de desaceleración más pronunciados ante la incertidumbre política y global.
Es más, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha ajustado a la baja su previsión de crecimiento para Estados Unidos, reduciéndola al 1,6 % para este año. Esta estimación se basa en una combinación de factores, incluyendo el endurecimiento de las condiciones monetarias, las tensiones geopolíticas y la moderación del consumo. La reducción en la previsión refleja una menor confianza en la capacidad del país para mantener su ritmo de crecimiento sin medidas adicionales de estímulo.
En conclusión, la estabilidad mostrada por el S&P 500 no refleja necesariamente calma en el entorno económico. Por el contrario, los inversores se encuentran a la espera de definiciones clave en materia comercial, fiscal y monetaria. El escenario es volátil, y las decisiones políticas que se tomen en las próximas semanas podrían marcar el rumbo económico del segundo semestre del año. La clave estará en cómo el gobierno balancea sus objetivos de crecimiento, control de inflación y sostenibilidad fiscal en un contexto global cada vez más desafiante.”
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