Por Lucas Dubois*
Durante la conferencia matutina del viernes pasado, el presidente López Obrador se refirió al tema de la subcontratación u outsourcing, un modelo de contratación que el Senado de la República ha venido trabajando con el sector obrero, académico, social y privado en el Parlamento Abierto y gracias a cuyos esfuerzos se tiene hoy una propuesta de regulación para dar certidumbre y garantías a todos los involucrados y por lo tanto, mantener los empleos que tanta falta nos hacen, en particular ante la coyuntura del coronavirus.
El presidente defendió este esquema que, dijo textualmente, bien regulado da ventajas a los empresarios que de esta manera pueden dedicarse a producir, mientras otras le apoyan con el área administrativa, o sea: dejó muy en claro que la propuesta que el Senado ya tiene, no sólo es buena sino que fue parte del consenso que se buscaba y además, ante la emergencia de la pandemia, estos no son tiempos de discordia.
Pero tal parece que el único que no lo escucha es el senador Napoleón Gómez Urrutia, quien quiso dar un albazo la semana pasada en el Senado para imponer su propuesta de criminalizar este modelo, sólo porque espera beneficios para sí mismo, tal como lo dejó en claro el Senador Eduardo Ramírez Aguilar, Presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara alta, quien consideró que Gómez Urrutia responde a los intereses de su sindicato y “no se trata de hacer reformas a modo”.
Ramírez Aguilar advirtió que de lo contrario, la propuesta de Napoleón podría ser echada para atrás por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por inconstitucionalidad.
*Columnista invitado
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