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viernes, noviembre 22, 2024

Pinos, por el Camino Real de Tierra Adentro

Adrián García Aguirre / Pinos, Zacatecas

* Debe su nombre a los bosques de la sierra zacatecana.
* Muros derruidos y chimeneas traen la memoria del pasado.
* La población es Patrimonio de la Humanidad nombrada por la Unesco.
* El Gran Tunal, ámbito natural de los indígenas huachichiles.
* Centro, la Cuadrilla, Tlaxcala y los Arquitos, sus barrios principales.
* Tiene su Feria Regional de San Matías y la Fiesta de los Faroles.

Pueblo Mágico de Zacatecas desde 2012, Pinos, 125 kilómetros al oriente de Zacatecas, fue fundado el 12 de febrero de 1594 sobre la ladera de una sierra con la que comparte el nombre, rodeada de montañas de tierra rojiza y un suelo salpicado de nopaleras y pirules, casonas viejas y chimeneas apagadas hace mucho tiempo.
Los españoles le dieron el larguísimo nombre de “Real de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Cuzco y Descubrimiento de Minas que llaman de la Sierra de Pinos”, que formaba un trecho importante del Camino Real de Tierra Adentro, conectando la Ciudad de México con Santa Fe, hoy territorio estadounidense.
A la fecha solamente quedan muros derruidos y, a su lado, los lugareños hacen su vida diaria, sencillos, apacibles y generosos, nacidos en pueblo cuyo nombre actual se debió a los bosques que -con una temperatura invernal que ha llegado a los -10 grados centígrados-, cubrían la sierra y cuya madera era usada en la fundición de los metales.

Patrimonio de la Humanidad nombrado por la Unesco, Pinos se localiza en el estado de Zacatecas dentro del desierto del Gran Tunal y cuenta con ocho mil habitantes que viven en tres barrios; Centro, La Cuadrilla, y Tlaxcala.
El Gran Tunal era el ámbito natural de los huachichiles, y se caracteriza por una escasa vegetación de yucas y matorrales espinosos, además de tener grandes llanuras, de las cuales emergen algunas mesetas rocosas.

En el este del triángulo delimitado por las capitales de tres estados, se encuentra la Sierra de Pinos, y en una de sus laderas, el pueblo fundado y edificado en el lugar donde fueron descubiertas las primeras minas de oro y plata, a más de mil 500 metros de altura sobre el nivel del mar.

El Centro concentra los principales monumentos alrededor de tres jardines: la Plaza de Armas, el Jardín de las Flores y el Jardín Benito Juárez; el lado norte de la Plaza de Armas lo ocupan el templo y el convento de San Francisco, que alberga la imagen religiosa más venerada de la región.

Es mejor conocida como “Nuestro Padre Jesús”, objeto de una restauración cuidadosa, en la cual las pinturas de los arcos y de las columnas han sido reconstituidas con los mismos pigmentos naturales utilizados por los artistas indígenas del siglo XVII.

Le hace frente del otro lado de la Plaza la parroquia de San Matías, cuya edificación empezada al final de siglo XVII nunca fue concluida, con detalles arquitectónicos tales como una fachada barroca de piedra rojiza y esculturas de personajes y animales fantásticos hechos de “piedras rejoneadas” en sus paredes exteriores.

La Cuadrilla se sitúa en la parte alta del pueblo y fue la zona de explotación minera, barrio en el que aún es posible encontrar vestigios de sus antiguas haciendas como La Purísima, La Candelaria o del Tiro General o la de San Ramón.

El barrio de Tlaxcala se encuentra del otro lado del arroyo y fue fundado por indígenas tlaxcaltecas -quienes llegaron con los españoles- y apoyaron a pacificar a los huachichiles mediante la llamada “paz de compra”: alimentos, herramientas y ropa a eran ofrecidos a cambio del abandono de las armas.

Ese barrio se construyó alrededor del templo dedicado a la Inmaculada Concepción, una ermita reemplazada al final del siglo XVIII por el edificio que existe ahora.

Los Arquitos es un barrio situado en la parte baja de la localidad, en el que se encuentran ex-haciendas y acueductos como los arcos donde se traspasaban aguas.

Como toda población minera, la irregular topografía natural de Pinos propició el forjamiento de un conglomerado; pero llamativo conjunto de viviendas que, con el transcurrir del tiempo, dieron forma e importancia al real de minas.

Surgieron así edificios religiosos como la parroquia de San Matías, el templo de Tlaxcalita, el de San Francisco y el de la Santa Veracruz, el convento de San Francisco y otros importantes edificios, las plazas y los museos de Arte Sacro y Regional.

Junto con estos monumentos, Pinos cuenta con tradiciones como la Feria Regional de San Matías y la Fiesta de los Faroles, que se celebra el 8 de diciembre de cada año, y asimismo sus sólidas raíces afloran en el folklore musical.

También el artesanal y gastronómico, puesto que se elaboran magníficos textiles, se realizan coloquios, la danza de los Matlachines y de la Pluma, y una buena destilación de mezcales que son buenos para brindar durante un recorrido ameno y aleccionador por sus plazas y jardines. ​.

En Pinos aún se contempla una docena de chacuacos o chimeneas sin uso que parecen emerger de entre las viejas construcciones virreinales y las vetustas haciendas en donde se beneficiaban los metales en aquellos tiempos de bonanza minera: La Purísima, San José, La Candelaria, San Ramón, Tiro General y Cinco Estrellas.

Su presencia callada otorga al pueblo un aspecto especial, que pareciera antiquísimo; sin embargo, la última bonanza minera ocurrió apenas en las décadas de 1940 y 1950, cuando, como sucede ahora, los mineros comían olla podrida, asado en chile cascabel, barbacoa tatemada y caldo con xoconostle.

Esos platos regionales todavía es posible saborearlos en El Portal, El Naranjo y La Parroquia, restaurantes con magnífico servicio y alta calidad gastronómica, luego de volver de un recorrido por la ruta de la ex hacienda de La Pendencia y el sendero de las biznagas gigantes, plantas cactáceas sorprendentes por sus dimensiones antediluvianas.

Aligeremos la existencia con ésos y otros atractivos al subir a la torre del Reloj Público, caminar por los jardines Miguel Hidalgo​ y de San Francisco​, mejor aún sin es en la época en que se organiza la feria regional de San Matías en la segunda quincena de cada febrero, la más fastuosa de esta parte del estado.

En Pinos reciben a propios y ajenos a tambora batiente, como durante la Fiesta de los Far​oles que, ruidosamente, s​e celebra el 8 de diciembre, a poco más de escasos cien kilómetros al sureste de la capital de la plata y por el puritito gusto de ser zacatecanos.

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