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viernes, mayo 17, 2024

¿Por qué queremos ser lo que no somos?

La disrupción light llamada Xochitl

la senadora en pose aspiracionista Pocahontas

Por Rafael Serrano

¿Por qué queremos ser lo que no somos? Una buena pregunta para entender las escenas ridículas, grotescas y esperpénticas que se viven en la vida pública y cuyo protagonistas son los políticos convertidos en actores que representan lo que no son. Lo hacen usando dramaturgias deplorables que parecen escritas por malos guionistas, si es que se tienen; o como reflejo de una miseria expresiva, de una fragilidad psicológica que raya en lo patológico.

Breve recuento de ser lo que no somos

Tenemos ejemplos notables, muchos y variados: un gobernador finge ser cercano a “su” gente hablando “directo” y concluye categórico que los norteños trabajan mientras que los sureños duermen; y otro, en la “perla de Occidente”, nos habla de un gobierno firme y “echado para adelante” mientras hace “limpieza expresiva” callando a las voces opositoras de las madres buscadoras de desaparecidos; una gobernadora que finge estar atendiendo los problemas de la miseria en Chihuahua y no transparenta sus viajes a paraísos fiscales bajo el señuelo de buscar inversión para un estado que ha endeudado; unos dirigentes de partidos en disolución hablando de la destrucción de un país cuando ellos fueron los agentes de esa destrucción; una banda de políticos que durante el priato danzaron y quemaron incienso a la modernidad neoliberal que trajo más miseria y desigualdad y que ahora nos hablan de volver a “unir” a México y “dejar de dividirlo”, cuando ellos son los agentes de la división y de las “asimetrías” sociales como le llaman a la ignominia de injusticia social; unos legisladores y legisladoras de dientes para afuera, con botox mental, hablando de lo que no creen ni defienden en los hechos, haciendo ideología barata del feminismo con el discurso hipócrita de “el y ella” o de “los y las” que contradice sus prácticas homofóbicas y convirtiendo cualquier crítica racional a una mujer en violencia de género; unos alcaldes hablando de honradez después de traficar con los usos de suelo; un presidente de la Cámara de Diputados hablando de legitimidad y congruencia, de “discriminación inversa” y con voz engolada y quijada temblorosa derramar lágrimas de cocodrilo “constitucionales” por ser víctima de un poder dictatorial que no lo ha tocado para nada; una alcaldesa kitsch que presume su violencia y su mano dura encabezando una banda de golpeadores y ladrones de cuello blanco que extorsionan a vendedores y restauranteros en la CDMX y luego tirarse al piso porque es una “perseguida política”; una ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación representando la pantomima de la autonomía/independencia del Poder Judicial como máscara para evadir la corrupción de jueces y luego poner en la Kaaba llamada Consejo de la Judicatura un velo negro mientras los ministros interpretan las leyes a su antojo con declaraciones leguleyas, sin autocrítica y miopes ante su fango institucional; unas autoridades electorales convertidas en censoras de la libertad de expresión representando el papel de “La Regencia” de la equidad democrática a modo; una academia esclerótica hundida en sus privilegios y en sus metafísicas melancólicas convertidas en dataísmo pero que exige respeto cuando hace tiempo que a ella se le ha olvidado ofrecerlo; una comentocracia mediática que se dice representante de la ciudadanía cuando no lo es; unos bustos parlantes que hacen dramaturgias “críticas”, iracundas, “independientes” dictadas por sus patrones mediáticos contra un gobierno que los contradice y se inmolan como víctimas en la hoguera de sus vanidades pseudo honestas; un sistema mediático senil acostumbrado a guardar silencio o alabar y que ahora se muestra libertario, libérrimo, pervirtiendo la libertad de expresión y el derecho a la información para proclamar hipócritamente la “objetividad” al servicio de una ciudadanía abstracta; y un largo etcétera que como Chorus Line inventan un país y se niegan a verlo con ojos comprensivos, lo que implica simple y humildemente informarse con ánimo verdadero o referirse a los hechos sin hacer aspavientos.

Xochitl: cempasúchil de las redes


la senadora Bertha Xochitl en pose real

Ahora formando parte de este reparto de actores malogrados, corte de los milagros esperpénticos, emerge una senadora que ha sido elegida para representar al “bloque opositor”. Un ejemplo del kitsch político (de tan ridículo sublime) para contrarrestar al gobierno populista que ha “destruido” al país y sus instituciones “democráticas”. Bertha Xochitl Gálvez Ruiz como una mañanera de la hipocresía, como si fuera indígena, pobre, buena ondita y emprendedora chingona, es el producto/personaje para hacer disrupción y quitar votos al maligno populismo.

Un perfil extraído del benchmarking político que “aprendió” de la competencia, de los ·productos” populistas de la 4T: para ser “competitivos hay que parecerse al “producto” líder (como si fuera igual pero más mediocre) y “arrebatarle” una rebanada del pastel electoral, rebanada social anidada en las clases medias y aspiracionistas (Godinato burocrático y empresarial) hoy “mayoritariamente” desencantadas de las promesas de la 4T y de la interpelación que les produce AMLO.

Según los estrategas del Frente Amplio, hay “segmentos” ciudadanos muy lábiles en sus preferencias electorales que “pueden cambiar” si el producto es dicharachero, desparpajado, come en las fondas y compra artesanías en Oaxaca, es ecologista de bicicleta, hace co-working, es emprendedor fregón, le “echa ganas”, “no se raja, habla inglés y va al Vips por enchiladas o por una hamburguesa al Mc Donald`s; consume Netflix, oye la W radio o al alternativo Ciro, hace vacaciones en Xcaret y se da cuenta que el país esta “incendiado” y las selvas del sureste han sido “arrasadas” por un maligno tren mata jaguares mientras se desliza en un tobogán en Puerto Aventura, pasea en la Quinta avenida de Playa del Carmen y paga un hotel anti-ecologista de 5 estrellas.

Un producto diseñado para los que ven o les han abierto los ojos el “ticher” o el “periodismo en libertad”; que están hartos de un gobierno “chiquito” que construye aeropuertos tercer mundistas como “central de autobuses”; “inventa” un canal de Panamá patito; fomenta caminitos artesanales para los nacos pueblerinos, parques ecológicos para subsaharianos de Ecatepec en donde iba a estar un Hub aeroportuario de “clase mundial”; que hace refinerías “obsoletas” en mundo que ya es “casi” verde con transportes eléctricos para dentro de 50 años; un gobierno que reparte migajas en la comunidades indígenas y hace zánganos a los ancianos y da becas a una “sarta de huevones” juveniles o reparte dinero a mujeres solas/abandonadas que debieran aprender a ser emprendedoras con caña e hilo para pescar en la nada laboral; con una seguridad por los suelos que no tiene pantalones sino abrazos para enfrentar a los malosos; un sistema de salud como en Zambia con doctores cubanos que han desmoronado la calidad de los servicios de salud de antes, desprestigiando la medicina privada y su Big Pharma; e impuesto una educación contraria a la “ideosincracia” mexicana, donde a los niños los forman para la grilla (hacer asambleas) y en el odio (la lucha de clases) y con faltas de ortografía; y un rabioso, largo etcétera.

Una narrativa para que la senadora disruptiva se sirva con la cuchara grande, elabore una ristra de imprecaciones salpicada de retruécanos, maledicencias, risas para escabullir los equívocos y posturas socarronas. Con este personaje de Astracán, se busca influir en un target urbano muy concreto, gentrificado, con el que aspiran a aumentar su participación en el mercado electoral, apoderándose del 15 o tal vez hasta el 20% de los votos. Actualmente el Frente Amplio es bastante estrecho: 20%. Tal vez no ganen pero, dicen, contendrán en el Congreso a las turbas morenistas. Es su verdadero objetivo y es posible. Para ello hay “ser lo que no son” o mejor como si fueran lo que son: hipócritas.

Xochitl es el petardo o el antídoto para detener el discurso populista de izquierda. Se usa el mismo “veneno” para contrarrestar el discurso populista: light y digerible, divertido y cantinflesco. Para la algarabía del Godinato y para respiro de los magnates y hombres de negocio de Santa Fe y de los habitantes de los paraísos urbanos que viven el otro México (make México fifi again): “siempre hay posibilidad de pulir a un trepador que viene de abajo”. Xochitl tiene la fuerza de la conversa, dirían los bien nacidos. Ahí esta el detalle.


Xochitl le echó ganas

Esta “sofisticada” lectura política del “bloque opositor” se adscribe al manual tradicional del marketing: aprovechar la ventajas competitivas que trae el reciclar un producto viejo disfrazándolo de nuevo, fresco, auténtico y cercano al “pueblo” consumidor (“audiencia/público”). Colocar, en un nuevo envase, cualidades del producto de la competencia con apariencia naive con la siguiente narrativa: “ella pasaba por ahí en su bicicleta y los head hunters encontraron lo mismo una luchadora por los derechos indígenas que una empresaria sobreviviente de un patriarcado vil, forjada en la adversidad y desde abajo: vendiendo gelatinas ascendió en la escala social y se convirtió en una ingeniera fregona que construyó un mini-imperio cabrón siguiendo las leyes del mercado. Como Jane en la selva capitalista, pudo ser jefa delegacional de los barrios ricos de la CDMX y llegar al Senado para interpelar a la dictadura populista con frases demoledoras y disfraces rompedores”. Una epifanía. De ahora en adelante, tendrá que iniciar sus posicionamientos con frases en otomí, vestirse con huipiles étnicamente correctos, someterse al photoshop y hablar como lideresa del Foro de Davos con lenguaje nativo, bilingüe, coloquial, muy “cool” para “la banda” de hípsters y aspiracionistas del Godinato, “tirando netas al mundo mundial”. El alma conservadora también se actualiza.

Esta reingeniería publicitaria implicó desplazar o sacar del “mercado”, descontinuar, a dos productos que si bien eran propios de la empresa tradicional panista no podrían aumentar su participación en el mercado político: Lily Téllez y Santiago Creel. Lo hicieron montando un teatro narrativo y con representaciones que unían “la legalidad”, “la transparencia”, “la equidad democrática” y la “unión inalterable” en un Frente Amplio “ecuménico” que simula ser lo que no es, donde cabe toda la “pluralidad” indignada: panistas, neo-panistas, yunquistas, priistas de la vieja guardia, mapaches consumados, tránsfugas del grupo Atlacomulco, machistas confesos y feministas de buró; mafias de la aristocracia académica, empresarios del tráfico de influencias y del arte de agandallar; ecologistas de Chimalistac, banqueros de vodevil, especuladores de las Islas Caimán, lobos de Wall Street región IV; abogados clientelares, ministros togados de nepotismo y corrupción, policías torturadores, nostálgicos del nacionalismo revolucionario tipo Echeverría, “independientes” enganchados a las nóminas de la organismos “autónomos” de la sociedad civil; vividores de la vieja izquierda; sátrapas del “Big Pharma”; y por supuesto, cientos de comentaristas de la mediocracia realmente existente que viven de ser sicarios informativos. En fin, una fauna diversa pero minoritaria en busca de salvar los muebles del tsunami social que se avecina.

El cempasúchil es una flor que muere pronto y huele mal


La senadora ante la realidad

Este Frente “Amplio” desplazó primero a Téllez y ahora hará lo mismo con Creel imitando mal y a destiempo a sus adversarios (la Coalición gobernante). Para ello tienen a Bertha Xochitl Gálvez Ruiz: quítenle el Bertha Gálvez Ruiz y dejen el nativo Xochitl; he ahí el producto. Ni fifí como Creel ni derecha moderna confesa como la Téllez. Extraída de la gran reserva social del aspiracionismo, nos inventan a un personaje “progre”, producto del esfuerzo yes you can con una “retórica” disruptiva light que hila los mantras de la oligarquía con frases demoledoras que se adornan con risas, groserías y “atuendos auténticos”. Ella es así, no le cuesta trabajo y es natural, en ella, representar lo que no es.

Decía Octavio Paz: somos una máscara. Personae en latín significa máscara. La máscara encubre la fenomenología dialéctica de la personalidad; entre el sujeto y la individualidad. Ser una persona es una representación entre lo que me sujeta y lo que deseo ser. Somos sujetos (atados a) y al mismo tiempo individuos (libres para). Atados a nuestra sexualidad, nuestra edad y a nuestro hábitat, que no elegimos; y abiertos a la libertad: única, intransferible e irrepetible que elige. Ser congruentes es aceptar esta dialéctica y puede uno representarla, diríamos, desde la tragedia o desde la comedia. Ambas formas expresivas superiores. Pero también podemos degradar nuestra personalidad y presentarnos ante los demás como una farsa o como un sainete o como una astracanada. Es el caso de la senadora Gálvez. Ella es lo que no es; y quiere ser lo que no es. Es auténtica en su impostura.

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