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miércoles, noviembre 5, 2025

Presencia femenina en la obra de Eduardo Ruiz

Luis Alberto García / Pátzcuaro, Mich.

*Espejo de la historia polémica de la Malinche.
*Carlos Monsiváis y la historia de las nuevas libertades.
*El riesgo indígena de no comprender el sentido de la lucha.
*Las mujeres de Tanganxoán II Tzintzicha se mostraron aguerridas.
*La Relación de Michoacán de Jerónimo de Alcántara.
*Eréndira e Ignacia Riechy, la guerrillera del Partido de la Montaña.

Los variados escritos de Eduardo Ruiz Álvarez incluyen referencias a los derechos civiles, sociales y políticos de la población michoacana de siglos pasados, especialmente de las mujeres, los procesos de independencia de la América española, en general, y de México en particular, la experiencia traumática y reflexiva de las intervenciones extranjeras.
También las propuestas de inventarle, literal y literariamente, un buen pasado a México, un pasado que le diera cohesión e hiciera un poco más difícil que, por ejemplo, la bandera de la Unión Americana ondeara en Palacio Nacional, como ocurrió en septiembre de 1847.
Durante todo el siglo XIX la narrativa nacionalista mexicana había gastado ingenios con un personaje histórico que difícilmente unificaba la patria: Malintzin, Malinche o doña Marina.
En vez de continuar bregando con la polémica reputación de Malinche/ doña Marina, con la invención de Eréndira, Eduardo Ruiz se permite moldear a la india perfecta, así en el momento de resistir la dominación extranjera y la dominación interna por “razones de género”, como en el momento de adaptarse a la condición colonial y cristiana, y en el momento de afirmar su deseo sexual; ella es inverosímilmente impecable.
Esto se desarrolla más adelante, al describir el relato de Eduardo Ruiz como espejo de la polémica historia de doña Marina, Malintzin, la Malinche, compañera de viaje y conquistas de Hernán Cortés, el enviado de Carlos V a la conquista del México antiguo.
En la Eréndira de Ruiz observamos la utilización de recursos formales de la literatura de leyendas que surgió en el siglo XVIII en Europa y XIX en América, caracterizada por dirigir una cierta actitud hacia el pasado, empleando referencias históricas, pseudohistóricas o parahistóricas y yuxtaponiendo la ficción y la “realidad”.
El licenciado Eduardo Ruiz Álvarez tuvo un modo de finalizar el androcentrismo
Fue abogado, historiador, periodista, militar, poeta, estudioso del pueblo purhépecha, guerrillero del “Partido de la Montaña” contra la intervención francesa en Michoacán, secretario del general Vicente Riva Palacio, Procurador General de Justicia de la Nación, ministro de la Suprema Corte.
Fue miembro de prominentes sociedades científicas, merecedor de la Medalla Cuarto Centenario, otorgada por los reyes de España en 1892, conmemorando los cuatro siglos de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas.
Fue parte de ese grupo de varones de quienes Carlos Monsiváis ha escrito puntualmente sin considerarlo a él: “Era un grupo de liberales talentosos, valientes, lúcidos que construye simultáneamente la literatura y la historia de las nuevas libertades”.
Al edificar “casi de la nada” la República, se enfrentan a los poderes constituidos o con ganas de constituirse, a los representantes de la religión organizada, y al analfabetismo y el caos, el “dúo dinámico” del aislacionismo nacional.
Escriben donde pueden y todo el tiempo, toman las armas, redactan las leyes, dirigen secretarías de Estado, viven el nomadismo de la República que cabe en una carroza, resisten al patético segundo imperio, atienden al fusilamiento de su emperador y, lo central, están cerca de don Benito Juárez, lo apoyan y lo critican con vigor.
La idea de que la nación está amenazada es uno de los elementos dinámicos de la formación del nacionalismo.
En el relato de Eréndira, Eduardo Ruiz proyectó esta amenaza en la llegada de conquistadores españoles a territorio michoacano y el riesgo de que los nativos no comprendieran el sentido de la lucha que debían dar y el uso de las armas traídas del nuevo mundo, por principio, el caballo.
La Relación de Michoacán de Jerónimo de Alcántara refiere explícitamente que en el momento de la conquista las mujeres de Tanganxoán II Tzintzicha se mostraron aguerridas y con violencia detuvieron el saqueo del tesoro; esto puede ser ya sugerente para la imaginación que busca nuevos héroes.
Además, Eduardo Ruiz estaba inclinado a ver a las mujeres y a buscarles un espacio de representación estimulante en el “paisaje histórico”.
Las mujeres son bastante visibles en su obra, así en la Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán, en la historia biográfica, las novelas históricas y en las leyendas.
A todas ellas las representa como víctimas de la violencia varonil e incluso cuando son valerosas chinacas hay tonos trágicos en sus vidas y eventualmente son dignas de lástima, obrando siempre por la fuerza del amor y dotadas de virtudes “femeninas”: abnegación, humildad, pudor, la fidelidad a un hombre.
Son excepcionales la figura histórica de Ignacia Riechy, guerrillera en el Partido de la Montaña al que perteneció tan grande autor, y la figura legendaria de Eréndira Ikikunari, heroína de esta historia casi desconocida, crónica y relato de pasajes fascinantes de la historia de Michoacán.

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