20 C
Mexico City
viernes, mayo 30, 2025

Rafael Romero, dueño de un gran corcel

Adrián García Aguirre / Hermosillo, Sonora

*Era propietario del Moro, rival del Relámpago.
*El corrido se estrenó el día de la carrera.
*Luis José Rodríguez Bernal honró con su voz a los caballos.
*Don Arturo Aguirre, coahuilense, fue su primer dueño.

“Siempre fue un caballero”, dijo Leonardo Yáñez, el Nano”, partidario del Moro de Cumpas al referirse a Rafael Romero -dueño de un gran corcel-, quien tenía mucha aceptación entre sus amigos por su don de gentes y su simpatía, influyendo en el ánimo de quienes lo escuchaban.
Por eso cuando le preguntaban “¿A quién le vamos, Nano?”, él respondía que al Moro y como el corrido ya estaba hecho antes de la carrera se vio en la necesidad de cambiar las dos últimas estrofas y ofrecer disculpas a sus amigos.
El corrido del Moro de Cumpas fue estrenado el mismo día de la carrera, en un baile que inició a las ocho de la noche en el Copacabana Club, y nadie duda de que, a partir de ese día, la carrera de Agua Prieta se convirtió en una leyenda.
Alcanzó dimensiones míticas gracias al corrido de Leonardo Yáñez, el Nano, quien curiosamente lo nombró “El Moro de Cumpas” en honor al favorito sentimental de la competencia, mientras el zaino paseaba victorioso, orgulloso e imponente por las calles de Agua Prieta.
De la noche a la mañana era un símbolo inmortal de la ciudad que lo recibió cuando sus dueños originales lo consideraban inservible, en tanto el caballo de Pedro Frisby volvió a correr el domingo 5 de mayo contra el Star Pocket de José Hunt.
En un cartel publicitario publicado el 2 de mayo de 1957 se anunciaron también el Chilicote de Toto Frisby contra el Vino de Alfonso Morales; el Trigueño de José J. Ortiz contra el Dorado de Carlos Munguía; y el Retrato de José Hunt, contra el Torito de Jesús Valenzuela.
“El Moro siguió corriendo; pero sus triunfos y fracasos, así como su vida, ya no volvieron a ser noticia”, se lamenta Luis José Rodríguez Bernal, músico y cantante aficionado que ha honrado con su voz a los dos gallardos animales.
En la primera versión grabada de El Moro de Cumpas, interpretada también por Gilberto “El Sahuaripa” Valenzuela, salió al mercado con varios errores en la letra, como por ejemplo Fimbres en vez de Frisby; Cuyo por Puyo; y después, en la segunda grabación, “Sahuaripa” corrigió.
El error se debió a que el Nano le dictó por teléfono la letra a Gilberto Valenzuela, y la fama del corrido empezó a crecer seis años después de compuesto, a partir de 1963, y es ahora, junto con otros ya clásicos como La cárcel de Cananea, el “Corrido de Jesús García”, o el “Corrido de Pancho Guzmán, uno de los más escuchados y solicitados.
“Es un corrido que pertenece ya al espíritu del pueblo porque narra este importante suceso que vino a dar fama al pueblo de Agua Prieta después de la firma del Plan de Agua Prieta el 23 de abril de 1920”, consignó Rodríguez Bernal, quien canta el corrido en cuanta fiesta asiste.
Para proseguir con la historia de tan histórico acontecimiento protagonizado por dos caballos sonorenses, el ganador, el Relámpago, que era un zaino precioso, vivió sus últimos años rodeado de cuidados.
Este caballo había sido comprado en el hipódromo de Phoenix, Arizona, por el señor Arturo Aguirre Linares, dueño de un rancho ubicado en las cercanías de Torreón y otro en Agua Prieta, cuando ya en aquel entonces el equino tenía una lesión en un tendón de una mano de la cual se recuperó favorablemente.
“Quienes tuvieron la fortuna de conocerlo en esa época saben que era inteligente y de fina estampa como aún puede apreciarse en las fotografías que le fueron tomadas y posteriormente publicadas”, dijo Arturo Aguirre, su primer dueño, antes de fallecer, para que luego su esposa, doña Gracia Audetat, lo vendiera a Rafael Romero.
En sus últimos años de vida, el zaino Relámpago ya padecía de una dolencia que poco a poco lo iba mermando, hasta que veterinarios de Agua Prieta y Douglas le diagnosticaron cáncer, y a pesar de eso, a veces salía de las caballerizas a retozar.
El médico veterinario zootecnista Rodrigo Valenzuela, quien era quien lo atendía, acudía a aplicarle analgésicos en inyecciones, y cuenta que el caballo dejaba el pienso de su caballeriza y obediente, sin llamarle, sacaba el cuello para recibir la medicina.
Cuando empezó a demostrar el sufrimiento de los primeros dolores, su amo, Rafael Romero, con una gran y honda tristeza pidió que se le pusiera una inyección para dormirlo para siempre.
Y así, la vida del Relámpago llegó a su fin en 1975.

 

The post Rafael Romero, dueño de un gran corcel appeared first on Almomento | Noticias, información nacional e internacional.

Artículos relacionados

NOTICIAS