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viernes, diciembre 12, 2025

Santuario de Juan Diego, una obra bendecida y en el abandono

CIUDAD DE MÉXICO.- En medio de ambulantes, basura y la algarabía de una estación del Metrobús, se encuentra en abandono el Santuario de Juan Diego, obra negra desde hace 23 años, pese a que su terreno fue bendecido por el Papa Juan Pablo II.

De acuerdo con 24Horas, está dedicado a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, a quien, según la tradición de la Iglesia Católica, la Virgen de Guadalupe concedió la visión de sus apariciones y lo convirtió en el instrumento del milagro de la tilma y las rosas.

Tras la canonización del primer santo indígena de América, en 2002, al siguiente año el entonces cardenal Norberto Rivera Carrera colocó la primera piedra para iniciar la
construcción del templo, pero al paso del tiempo el proyecto inicial se condenó al olvido.

En el interior de lo que desde hace años debió ser el templo principal crecen árboles y arbustos, mientras que el agua se acumula entre paredes grafiteadas, pues en lugar del techo solo hay un armazón de vigas oxidadas.

Sin embargo, de martes a domingo, los fieles se congregan en la improvisada iglesia que se adecuó al lado de la obra negra, en una nave independiente de lo que fuera la estructura del legendario cine Lindavista; los asistentes son pocos, más aún porque en sus inmediaciones convergen templos más grandes, como el de El Señor de la Misericordia y la propia Basílica de Guadalupe.

Consultada sobre el tema, la Vocería de la Basílica de Guadalupe indicó que el templo dedicado a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin labora con normalidad y cumple con todas las características de un santuario.

Para Jorge Traslosheros, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, las apariciones marianas siempre requieren de un vidente o mediador, pero en ninguna parte del mundo estos personajes han logrado establecer devociones propias, pues la figura central es la Virgen.

“No van a opacar su presencia. En este sentido, yo creo que hubo ahí un error de cálculo teológico por parte del cardenal anterior (Norberto Rivera) (…) pensar que un vidente pueda tener una devoción particular es no calcular bien”, expresó.

Refirió que en algún momento se concibió la idea de construir el Santuario de Juan Diego como una especie de corredor turístico, en donde este templo sería una de las paradas de los peregrinos en su camino al Tepeyac; sin embargo, nunca se reflexionó que los peregrinos no son turistas, sino fieles que llegan de la manera más humilde a agradecer los favores y la intervención de la Morenita del Tepeyac.

Desde el punto de vista teológico, el Dr. Manuel Ocampo, catedrático en la materia de la Universidad Panamericana, sostiene que las devociones surgen desde el pueblo mismo, por lo que no se puede imponer o alentar un culto.

“En este caso la idea estuvo politizada, no se buscaba crear una comunidad espiritual, sino se perseguía otro fin. Entonces cuando las personas se acercan no lo sienten genuino. En su momento se vio a Juan Diego como la oportunidad de la reivindicación del indigenismo, entonces esto desalienta la devoción”, expresó.

En opinión de Diego Muñoz, coordinador de investigación en la Universidad La Salle
Victoria, también faltó que los sacerdotes promovieran la santidad de Juan Diego.

“En México no ha habido un proceso de incentivar o promover una devoción en torno a su figura, es un vacío grande a nivel pastoral”, indicó.

Para el sociólogo Felipe Gaytán el proyecto está destinado a no concretarse, pues hasta el momento no ha habido recursos, ni patrocinadores para concluir el Santuario de Juan Diego, por lo que sólo quedó en la idea de reconocer al indígena que fue vidente del milagro guadalupano.

“Si lo vemos como una película, él no es el protagonista, es un actor de reparto, importante sí, pero no deja de ser secundario a las apariciones”.

En 1979, durante la primera visita del Papa Juan Pablo II, se habló de la posibilidad de santificar a Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

En su segunda visita, el 9 de mayo de 1990 se concedió la beatificación, mientras que la canonización se concretó en 2002, último encuentro de Juan Pablo con los mexicanos.

El Papa acudió al terreno donde hoy se encuentra el santuario inacabado, en la Alcaldía Gustavo A. Madero, para bendecirlo.

Un año después, el cardenal Norberto Rivera colocó la primera piedra, pero el proyecto principal fue suspendido y quedó en un estado ruinoso.

El diseño contemplaba una espiral escalonada en forma de elipse, la cual representaría la tilma donde se plasmó la Virgen, enmarcada por un aura elíptica u oval perfecta.
AM.MX/fm

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